El nuevo gobierno de Jaume Collboni ha iniciado el mandato marcando perfil y poniendo la seguridad en el centro de sus políticas. El nuevo alcalde quiere endurecer la ordenanza de civismo para añadir nuevas infracciones y castigar todavía más las que ya están. Pero para hacerlo necesita la aprobación del plenario y, mientras tanto, ha dado la orden a la Guardia Urbana que aplique con firmeza las que ya están. El teniente de seguridad de Barcelona, Albert Batlle, ha desvelado que este mismo viernes ha entrado en vigor «la modificación del importe de las sanciones» para algunas infracciones.
El objetivo de esta nueva directriz es, tal como ha remarcado Batlle, incrementar un 55% las sanciones de aquellas actividades «más visibles y molestas». El responsable de seguridad del Ayuntamiento ha detallado que la Guardia Urbana ha estado, esta semana, adaptando los formularios y toda la documentación necesaria para poder multar con estos nuevos importes.

La nueva medida se enmarca dentro del nuevo Pla Endreça, un plan que «supone limitar actividades invasivas en el espacio público», según ha comentado Batlle. La idea del ejecutivo es mejor las percepciones de limpieza, eliminar la sensación de inseguridad de los ciudadanos y fomentar un nuevo marco de convivencia. Hasta ahora, este plan se ha limitado al endurecimiento de las penas y al refuerzo policial y de agentes de la limpieza en zonas concretas.
Las nuevas multas
A partir de este viernes, pues, la Guardia Urbana ya aplica los nuevos importes. Esto quiere que la multa por orinar en la calle pasa de 200 a 300 euros, que hacer pintadas en edificios deja de sancionarse con 300 euros y pasa a los 500. Y por último, beber en la calle causante molestias, que hasta ahora estaba sancionado con 600 euros, y que se incrementa hasta, en el peor de los casos, a los 1.600 euros.