150 centímetros. Esta es la distancia aproximada que separa la ventana del comedor de Santiago Comas de una gran cubierta de amianto de cerca de 2.500 m². «Desde que tengo uso de razón he tenido estas vistas. Tendría que buscar alguna fotografía antigua para comprobar si cuando nací ya existía este tejado», asegura este hombre, que hace 56 años que vive con su familia en una de las viviendas del primer piso del número 78-82 de la calle Aragó, en el barrio de la Nova Esquerra de l’Eixample.
El caso de Comas no es único. Casi unas veinte de las comunidades de vecinos que conforman el interior de manzana delimitado por las calles Aragó, Consell de Cent, Calàbria y Viladomat tienen ventanas o terrazas que dan directamente a esta especie de mar de placas de uralita. Después de décadas conviviendo con esta cubierta, un grupo de vecinos decidió hace medio año aprovechar el inicio de las obras de la superilla del Eixample para ponerse manos a la obra y se empezó a movilizar para reclamar la retirada del amianto, una promesa que hace años que está sobre la mesa del Ayuntamiento y que incluso figura en el plan urbanístico vigente para el espacio, que está calificado de zona de renovación urbana y donde se tendría que habilitar un parque urbano.

Fibrocemento que resiste en llena superilla
El TOT Barcelona se reunió la semana pasada con una docena de los vecinos de las comunidades afectadas en el Espai Nur, una de las pocas zonas ajardinadas del barrio que justo limita con la pared de una de las naves que sustentan esta cubierta de fibrocemento. Diferencias políticas a banda, todos los presentes coincidieron en la necesidad de presionar a las diferentes administraciones competentes para que aceleren la retirada de las placas de amianto, que ya tienen casi sesenta años y presentan numerosos desperfectos. De hecho, inquilinos de al menos una decena de las fincas afectadas registraron la semana pasada en una de las Oficinas de Atención Ciudadana (OAC) de la capital catalana un documento con firmas donde pedían una reunión con el regidor del distrito del Eixample, Pau Gonzàlez, para abordar la problemática.
Una de las personas que firmó este escrito fue Jordi Gómez. Este vecino del edificio que se erige en el número 146 de la calle de Calàbria se enteró de la iniciativa a través del antiguo presidente de su comunidad y desde el principio quiso implicarse en esta particular cruzada. «Sabía que el amianto era tóxico, pero no era consciente de hasta qué punto. En el momento que te explican bien los problemas que tiene, es difícil tener dudas«, señala.

En la misma línea se pronuncia Anna Juan i Gassó, una de las últimas incorporaciones en la lucha para conseguir la retirada de la cubierta. Esta joyera artesana hace casi tres décadas que vive en uno de los pisos de la cuarta planta del bloque ubicado en el número 152-156 de la calle de Calàbria y buena parte de las ventanas de su domicilio dan directamente al tejado de fibrocemento. «Cuando vine a vivir aquí lo primero que me dijeron es que todo esto iría fuera para hacer un parque. Todavía sigo esperando», apunta la mujer, que no entiende como la implantación de los nuevos cuatro ejes verdes no ha ido acompañada de la eliminación del amianto, teniendo en cuenta el riesgo que supone para la salud y que buena parte de las fincas afectadas dan a la calle del Consell de Cent. Tanto Gómez como Juan i Gassó coinciden en la necesidad de priorizar el desmantelamiento de las placas dañadas por delante de la habilitación de la zona verde prometida.

Un riesgo para los niños de al menos tres centros educativos
Otra de las vecinas que ha liderado todo este proceso para reactivar la retirada del fibrocemento ha sido Mireille Maladry. Esta maestra jubilada del Liceo Francés de Barcelona reside desde el año 1992 en la tercera planta del edificio situado justo en el cruce entre las calles del Consell de Cent y de Calàbria. Todas las ventanas de su domicilio dan directamente al tejado. «Nos preocupa sobre todo tener que respirar el amianto y que este pueda afectar a los niños de las escuelas de la zona. En el tríptico donde se explicaba el proyecto de la superilla no decía nada de esto», lamenta la vecina, que considera que este es un buen momento para poner remedio a la situación aprovechando que medio barrio está en obras.
En este sentido, Maladry ya se ha puesto en contacto con las diferentes asociaciones de padres y madres tanto de la Escola dels Llorers como del Institut Viladomat y de la Escola Bressol Municipal Germanetes, los tres equipamientos educativos más próximos a la gigante cubierta. Las familias han mostrado su preocupación por la problemática y podrían adherirse al listado de firmas en las próximas semanas.

Rompecabezas con la propiedad
El proceso de retirada del amianto, pero, no será pan comido. Se da la circunstancia que estos cerca de 2.500 m² de tejado tienen diferentes propietarios. En concreto, el terreno se puede dividir al menos en dos parcelas diferenciadas, una ocupada actualmente por un parking que tiene su entrada por la calle de Aragón y otra donde se erige una gran nave industrial que durante muchos años perteneció a la compañía automovilística francesa Peugeot y que en estos momentos está en desuso.

Algunos vecinos de la zona como Ángeles Benito recuerdan que las instalaciones albergaron durante cerca cuatro décadas un taller de coches de la empresa gala que acabó cerrando pocos años antes del estallido la pandemia del coronavirus. Sobre el motivo de la clausura y el traslado del taller a otro municipio, Benito remarca que muchos de los trabajadores de la compañía se quejaron de las condiciones en las cuales se veían obligados a trabajar precisamente por la presencia de esta cubierta de amianto y por su mal estado de conservación.
Un primer paso para cambiar de vistas y posible sanción
La presión que han llevado a cabo durante los últimos meses los vecinos de este interior de manzana parece, sin embargo, que ya ha empezado a dar sus primeros frutos. Fuentes próximas al caso apuntan que el Ayuntamiento de Barcelona ya ha incluido la cubierta dentro del listado de terrenos del distrito del Eixample que figuran en la Mesa para la erradicación del amianto, un paso esencial para poder acelerar la retirada de las placas de fibrocemento.
A preguntas del TOT Barcelona, el consistorio confirma este extremo y señala que los técnicos ya han realizado una primera inspección que podría culminar en la apertura de un expediente de disciplina urbanística contra los propietarios por falta de mantenimiento y mal estado de conservación. La administración local remarca que -una vez confirmada la presencia de amianto- la única salida que tienen los responsables de los terrenos afectados es proceder a sustituir el tejado, puesto que la Generalitat no autoriza reparaciones o mantenimientos que prolonguen la vida de la cubierta en casos como este.

A pesar de que las fuentes municipales consultadas no precisan un plazo de ejecución para la retirada de las placas, los inquilinos confían que la recogida de firmas y todo el trabajo puerta a puerta sirva para acelerar una actuación que consideran que se tiene que separar del proyecto del futuro parque urbano, la expropiación de los terrenos del cual todavía no está agendada. «Nuestro trabajo es presionar para que se saque el amianto con seguridad cuanto antes mejor. Esta es la prioridad, el parque ya veremos cuando se hace«, sentencia Comas, que espera con deleite poder cambiar de una vez por todas las vistas del tejado que lo han acompañado durante los últimos cincuenta años.