La Agencia Catalana de Residuos (ARC) ha pedido a Barcelona que implementen el sistema de recogida selectiva ‘porta a porta’ para mejorar las tasas de reciclaje. Su director, Isaac Peraire, ha precisado que el reciclaje se ha estancado en un 40,2% a la veguería de Barcelona, que incluye el Barcelonès, el Baix Llobregat, el Maresme y los dos Vellesos. De aquí que Peraire haya pedido en las grandes ciudades un paso más y, citando Barcelona, ha defendido que es momento del ‘porta a porta’ «ahora que no hay elecciones municipales por el medio». «Con los residuos nos jugamos tanto que no se juega, conviene tejer grandes consensos alrededor de esto», ha remarcado.
Barcelona juega, como ciudad grande que es, un papel clave para mejorar las cifras del área metropolitana. En los municipios del AMB, la recogida selectiva es del 38,06%, lejos de los datos que presentan otras zonas como el Maresme (46,02%), el Vallès Oriental (44,45%), el Vallès Occidental (43,23%) o el Baix Llobregat (42,87%). Según la Generalitat, las cifras del área metropolitana, inferiores al 40%, penalizan la buena inercia de la recogida selectiva de la veguería y del conjunto de Cataluña.

Un sistema caducado
La Agencia de Residuos cree que el sistema de recogida actual ha llegado a su máximo y que es hora de avanzar hacia modelos más eficientes. En este punto, los responsables del ARC han citado el ‘porta a porta’ o los contenedores inteligentes como ejemplos. Según los datos que han presentado, en 2022 casi el 60% de municipios catalanes que aplicaron el ‘porta porta’ superaron el 70% de recogida selectiva sucia y casi todos superaron el 50%. En este sentido, Peraire ha citado como grandes ejemplos Mataró, que tiene un sistema mixto, o Ripollet, pionero en el uso del ‘porta a porta’ en Cataluña.
A pesar de los buenos resultados de los municipios pequeños –el ARC cree que mejorarán este año–, Cataluña no notará resultados «hasta que los municipios más grandes no apliquen alguno de estos modelos». En todo caso, parece difícil que los partidos lleguen a un acuerdo en Barcelona, teniendo en cuenta que la implementación del ‘porta a porta’ ha sido de las polémicas más grandes del último mandato. «Estoy convencido de que en Barcelona influyó que hubiera unas elecciones próximas a la implantación», ha insistido Peraire, que ha reconocido los sistemas que se aplican en los barrios de San Andreu y Sarriá. Una de las críticas más grandes que se le ha hecho al nuevo modelo es que es un sistema factible para los pueblos, pero complicado de aplicar en las grandes ciudades. En todo caso, los defensores no lo ven así y continúan apretando para que se instaure en toda la ciudad.