Eric Arthur Blair pisó por primera vez Barcelona el día de Sant Esteve del 1936. Lo hizo bajo su identidad real y no detrás el pseudónimo con el cual se convertiría en uno de los grandes escritores en lengua inglesa del siglo XX: George Orwell. Aquel joven británico espigado llegó en tren a la Estació de França, subió la Rambla hasta la altura del actual Teatro Poliorama y se alistó en las filas del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), que tenía su sede justo delante, mostrando una carta de recomendación del Partido Laborista Independiente (ILP, por sus siglas en inglés).
El nuevo recluta de la brigada internacional del POUM fue enviado entonces al antiguo Cuartel de Caballería de Montesa, un recinto ubicado en la calle de Tarragona, muy próximo a la actual Gran Via de les Corts Catalanes, donde desde los años sesenta se erige un bloque de pisos. Allí, los afiliados recibían formación militar antes de ser enviados en la mayoría de casos en el frente de Aragón. El azar hizo que el escritor británico coincidiera aquel 26 de diciembre en el patio del cuartel -bautizado con el nombre de Lenin- con el fotógrafo valenciano Agustí Centelles, que dejó inmortalizado el momento en una instantánea que durante años pasó sin pena ni gloria como parte del fantástico archivo que el retratista elaboró durante los años de la Guerra Civil Española.
No fue hasta el 1978 que el periodista Edmón Vallés identificó en su libro

De soldado voluntario a oficial en el frente de Aragón
«En casa no hablábamos demasiado de la guerra. Creo que nuestros padres tenían miedo que nos fuéramos de la lengua y esto pudiera traer problemas«, explica en una conversación con el TOT Barcelona el actor Manel Barceló, hijo del otro protagonista de la imagen del retratista valenciano. Su padre, Manuel Barceló i Cabanes, había nacido el 24 de octubre del 1913, así que en el momento de los hechos tenía solo 23 años. Criado en el seno de una familia de emigrantes valencianos establecidos en el barrio del Poble-sec, este joven había estudiado Bellas Artes en el piso superior del edificio de la Llotja de Mar y antes del estallido del conflicto había trabajado como ayudante en una conocida farmacia de la Rambla.
Su precoz afiliación al POUM y su formación académica hicieron que empezara alistándose de manera voluntaria como soldado raso y acabara la guerra como oficial destinado al frente de Aragón. De hecho, en la fotografía de Centelles sale retratado con unas botas altas, pantalones de montar, una guerrera negra abrochada y una gorra de plato, una indumentaria que parece indicar que tenía un cierto rango o ascendencia dentro de las filas de la formación, a la cual se enroló siguiendo su fuerte ideología de izquierdas antes incluso del alzamiento militar.
Una vez iniciado el conflicto, el patriarca de los Barceló Serrano aprovechó los permisos que se le otorgaban para dejar la primera línea y volver en varias ocasiones a Barcelona, donde había dejado más allá de a sus padres a su pareja de toda la vida, Paquita, con quien no se casaría hasta el año 1943. «Siempre que volvía a la ciudad quería marcharse otra vez al frente porque en Barcelona los bombardeos eran constantes […] Allí no vivió grandes batallas, solo pequeños enfrentamientos. Todo lo que explicaba eran anécdotas, no había épica en su relato. El miedo y el hambre verdaderos las sufrieron aquí«, asegura el actor barcelonés rememorando las vivencias tanto de su padre como de su madre, que vio la entrada triunfal de las tropas franquistas por la avenida Diagonal desde el balcón de la casa donde estaban realojados a causa de las bombas.
Censura esquivada y unos calcetines únicos
Con el fin de la guerra, Manuel Barceló i Cabanes no fue encarcelado y pudo volver a su Poble-sec natal. Durante los primeros años del franquismo, vivió escondido en casa de sus padres por miedo a que alguien le pudiera identificar y delatarlo a las autoridades. La progresiva caída de la tensión le permitió dedicarse primero a pintar santos y otras figuras religiosas y después a la restauración de cuadros para la condesa de Bell-lloc. Antes de poder regularizar su situación, un misterio del cual la familia todavía no ha podido conocer los detalles exactos, también volvió a trabajar en la farmacia e incluso consiguió salvar la censura presentándose y resultando premiado en un concurso de pintura organizado por la escuela de Bellas Artes donde estudió, que hoy en día todavía tiene colgado el cuadro en cuestión en su sede con el nombre completo del autor.
No todos los miembros de la familia que combatieron en el frente tuvieron la misma suerte. El hermano de la madre del actor barcelonés, Josep Serrano Montsolís, murió en primera línea y acabó enterrado en una de las numerosas fosas comunes que se abrieron durante el conflicto. Su cuerpo no pudo ser localizado hasta muchos años después, cuando se encontró el lugar donde lo sepultaron y se le pudo identificar porque llevaba puestos los calcetines hechos a mano que le había regalado la madre de su cuñado, la abuela del intérprete. «La vida de estas generaciones anteriores fue épica. Vivieron una república, una guerra […] Mi padre continuó votando a los comunistas durante las primeras elecciones y solo lo vi emocionarse cuando, después de la muerte de Franco, vio a mi hermana lamentándose por el dictador y le dijo que como podía llorar por alguien que les había jodido la vida«, rememora Barceló.

Un descalabro artístico
La vida del patriarca de los Barceló Serrano cambió a mediados del siglo XX. No solo nacieron sus tres hijos, sino que la pintura pasó de ser su aspiración profesional a una afición de los domingos. Empezó a estudiar topografía en la Escuela Industrial para después incorporarse a la compañía Fecsa, donde se acabó prejubilando anticipadamente con 62 años por desavenencias con la dirección. Durante este tiempo, el padre del actor barcelonés participó en la mayoría de las movilizaciones sindicales que tuvieron lugar en la empresa, donde el intérprete también hizo sus primeros pasos en el mundo laboral antes de dejar el trabajo cuando tenía 25 años para dedicarse al teatro.
«La noticia fue un descalabro para la familia. Él tenía prejuicios respecto a que yo me dedicara al mundo artístico porque no era un trabajo seguro. Después se convirtió en un fan más. Yo también pintaba y él seguro que habría preferido que siguiera este camino, pero habríamos chocado muchísimo«, remarca el actor, que tiene colgados en el comedor de su casa tres de los cuadros que hizo su padre y que nunca quiso vender. Manuel Barceló i Cabanes murió al poco de cumplir 88 años y después de sufrir un derrame cerebral. Dos décadas después, en el álbum familiar de fotografías todavía hay un vacío importante de los años de la guerra. Solo se conservan dos imágenes diminutas y ligeramente borrosas del patriarca en el frente de Aragón. Ahora, sin embargo, podrán añadir una tercera de los inicios del conflicto que les cambió la vida y con la presencia ilustre de uno de los grandes escritores británicos de siempre.
