«Con la proximidad de Navidad, empiezan las ferias de Reyes, en que básicamente se pueden encontrar juguetes y golosinas. La más popular, la Feria de Reyes de la Gran Vía abrió ayer oficialmente sus puertas. Lo mismo ocurrió en la cercana avenida Mistral, que ha recuperado su feria después de que la calle estuviera dos años en obras». Crónicas como esta de La Vanguardia, de los años 90, ya situaban la Gran Vía como el epicentro feriante de la Navidad –con el permiso de Santa Llúcia– pero a muy pocos metros, el pequeño comercio de Sant Antoni hace piña, antes y ahora, en la época comercial más fuerte del año. Los comerciantes han vuelto a montar la feria de Reyes de la avenida de Mistral. Una feria más si no fuera por la historia que se esconde a su detrás. Durante 65 años la feria fue «el punto de unión» del barrio de Sant Antoni, pero la reforma de la calle del año 1996 puso punto y final. Después de un cuarto de siglo desértico, la asociación SOM Sant Antoni la volvió a instalar el año pasado y encara los próximos cinco días –del 2 al 5 de enero– como el «revivir definitivo» de una feria histórica.

La avenida Mistral explica estos días la idiosincrasia de Sant Antoni. Treinta años después, muchos comerciantes vuelven a postrarse detrás del tablero, más moderno y mejor equipado que décadas atrás. Enric Barnaus y la Montse Rubio, el uno como comerciante de ropa para el hogar, la otra por ser propietaria de una juguetería, fueron protagonistas de la feria antigua y repitieron el año pasado. Los dos vivieron con alegría el retorno de la mano de SOM Sant Antoni. Montse, porque cada vez hay «menos espacios» dedicados a los niños; Enric, porque implicaba recuperar una feria que «hacía barrio». De hecho, este es uno de los aspectos que más recuerdan los vecinos del año pasado. «La frase más dicha fue: ‘Fui con mis hijos y ahora vuelvo con mis nietos‘. Es muy bonito y reconfortante. Y eso que tenemos cerca la feria de la Gran Vía, pero ya no es el mismo, quizás nos hemos aburrido de ella», explica la presidenta de la entidad comercial, Lidia Núñez. Sea como fuere, la feria de Mistral ha llegado para quedarse, con un formato que «vuelve a hacer tilín» y que el barrio «echaba de menos».

Los vecinos responden

Cómo volvería una feria después de tantos años de ausencia era una de las principales incógnitas del año pasado. «Nos encontramos que en la feria puede ir aquel que se lo puede montar, porque no sale a cuenta contratar a alguien para que esté en la parada», explica Núñez. Montse añade que «pagas un dineral de escándalo y si llueve, ya has perdido el dinero». Con todo, la feria ha conseguido juntar unos cincuenta comerciantes por segundo año consecutivo y el reto ahora es competir con los grandes. La avenida Mistral cuenta con medio centenar de estantes, todos ellos de comercios de proximidad; treinta locales de Sant Antoni y una veintena más de otros barrios de Barcelona. A las tiendas hay que sumar cuatro carpas culturales, un espacio real para entregar las cartas, un árbol de deseos –muy celebrado en el barrio, por el cierto– camas elásticas y otros talleres para niños.

Fira de Reis a l' Avinguda Mistral. comerç de proximitat, fira de Nadal, barri sant Antoni,
Durante 65 años la feria fue «el punto de unión» del barrio de Sant Antoni / Jordi Play

Núñez mantiene que lo que quieren los vecinos es «pisar calle» y que «por poca cosa que organices, la gente circula y va». «Con este modelo es con el que tenemos que competir con las grandes plataformas y las grandes cadenas, que nos hacen daño al pequeño tendero», concluye. En este sentido, los comerciantes admiten que Mistral todavía tiene un largo camino por correr, o mejor dicho, por recuperar, y fijan la mirada en el día 5. «Aquí, la mayoría va a ver la cabalgata a la calle Sepúlveda y, cuando acaba, hay quién se va a meter los niños a dormir y quienes se va a los restaurantes. Aquí es donde tenemos que conseguir que la gente baje a la feria, y no lo conseguiremos hasta que estemos consolidados de nuevo», reconoce Núñez.

El niño, el protagonista en Mistral

Los comerciantes se apresuran a recordar que el niño es el único protagonista estos días. Lamentan enérgicamente que las ferias de Reyes hayan «perdido un poco el norte», con muchos estancos artesanales, pero cada vez menos pensadas para los niños. «Una feria nunca ha estado 100% vinculada a los juguetes, pero casi todo se relacionaba con la infancia», insiste Montse, que sobrevive con su juguetería de la calle de la Creu dels Molers después de 50 años. «Antes no había tanta cosa; un camión, una muñeca… Después empezó a llegar mucha variedad, sobre todo con la importación de juguetes de China», explica para situarnos el sector y consolidar sus argumentos. «La feria genera ilusión, y cuando los niños entran y ven los juguetes, se los iluminan los ojos. Una feria de Reyes también tiene que ayudar a dar salida a muchos juguetes».

Sant Antoni recuperó esta feria hace dos años / Jordi Play
Sant Antoni recuperó esta feria hace dos años / Jordi Play

La batalla de comerciantes como Montse va más allá de las grandes plataformas. «Las maquinitas», como dice ella, compiten ferozmente con las cocinitas de madera. «Que los niños jueguen con las maquinitas es cosa de los padres, también. A mí me vienen niñas de 10 años a la tienda pidiendo una muñeca. Le hace gracia porque nunca se la han dado. La niña que no ha sido nunca, ahora se encuentra que le hace ilusión jugar con una muñeca o una cocinita», detalla la vendera, que lamenta que haya familias con criaturas de tres o cuatro años que le pidan «un regalo para niños grandes»: «Los hacen grandes demasiado pronto».

Sea por el motivo que sea, el caso de Montse se puede contar con los dedos de una mano. «Lo más difícil es encontrar estancos de juguetes», admite Lidia Núñez, que relata un camino bastante complicado para conseguir que la feria encarne el espíritu de Reyes. «Las pocas jugueterías que quedan en la zona, una en el Raval y la otra en Gran Vía, nos dicen que no tenían personal para estar en la feria y en la tienda a la vez». Con todo, Mistral cuenta con una zona exclusiva de venta de juguetes para niños; un total de 12 paradas que venden piezas tradicionales, novedades del mercado o cromos. «Son menos de las que nos gustarían, pero llenarla es una quimera», reconoce Núñez, que para contrarrestar ha creado talleres para crear juguetes manuales. Lo que haga falta para conseguir «una variedad dedicada al niño«.

Nou comentari

Comparteix

Icona de pantalla completa