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El ‘farmacéutico de la tos’ que creó el parque de atracciones del Tibidabo

El parque de atracciones del Tibidabo se ha convertido en uno de los espacios de ocio de referencia de la ciudad de Barcelona. El año pasado cerró el curso con 620.000 visitantes, con atracciones como lo Laser Show, La noche de las almas y la pista de hielo ganando peso por encima de las otras. Lejos queda aquel 1901 en que se inauguró el primer funicular del Estado y en lo más alto de la montaña había espejos deformantes o básculas automáticas. Estas pequeñas atracciones fueron el embrión del parque que ahora conocemos, pero, ¿cómo se llegó hasta este punto? El ideólogo de todo es un farmacéutico que se hizo famoso por sus remedios para paliar la tos, tal como recuerda ahora la serie estival del Ayuntamiento ‘Una Historia de Barcelona’.

Salvador Andreu i Grau abrió una farmacia lujosa y moderna con solo 25 años, un primer paso que precedió una trayectoria laboral envidiable. A mediados del siglo XIX comercializó una pastilla pectoral contra la tos, la cual se extendió no solo por Cataluña sino también por Europa e incluso por Argentina. Un éxito casi sin precedentes que le permitió ampliar su red de farmacias en la capital catalana. Con el éxito laboral llegó el éxito económico, y con el económico un cambio de paradigma que lo situó como un promotor inmobiliario con visión empresarial.

El avión característico del Parque de atracciones Tibidabo, en abril / ACN
El avión característico del Parque de atracciones Tibidabo / ACN

Los primeros terrenos y el ‘boom’ del Tibidabo

Las informaciones publicadas dicen que el doctor Andreu le gustaba pasear por el parque de Collserola, el cual se imaginaba como un gran espacio de ocio. Así las cosas, aprovechó la expansión del Eixample para comprar nuevos terrenos en Gracia y Sant Gervasi. De esta forma se plantó en los pies del Tibidabo y poco después empezó a construir en la montaña. El año 1899 constituyó, junto con otros socios, la Sociedad Anónima El Tibidabo, la cual impulsó un tranvía eléctrico que acercaba la gente en el Tibidabo y un funicular, el primero del Estado.

La historia esconde algunas incógnitas que le restan parte del romanticismo. Según explican algunos portales de historia, la idea de Andreu era urbanizar toda la zona del Tibidabo, un sueño que quedó frustrado después de que el Ayuntamiento adquiriera la cumbre en 1908 y decidiera preservarla. Andreu y compañía tuvieron que limitarse a gestionar el parque de atracciones, que a poco a poco fue ganando atractivos: del Carrusel Eléctrico de 1910, al mítico Avión de 1928. El resto, ya es historia: el Tibidabo tiene ahora más de 30 atracciones.

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