La historia del futuro instituto-escuela ’30 pasos’ es una historia de promesas incumplidas. El plan urbanístico municipal de 2019 preveía empezar a construir la nueva escuela el verano de aquel mismo año. El noviembre de 2022, edificio nuevo y todos contentos. «Pero el julio de 2020 ya tuvimos claro que esto no iría así», comenta en conversación con el TOT la presidenta de la AFA, Alba Roca. El Consorcio de Educación, formado por la Generalitat y el Ayuntamiento, los informó de que los plazos se desplazaban dos años más allá. El primer golpe duro para unas familias que ahora lamentan que «se tendría que haber hecho un proceso participativo de 3 meses máximo y nos hemos quedado encallados en este trámite 3 años». Desde el AFA, además, recriminan a la administración que les prometieran, después del primer atraso, que el edificio para los alumnos de primaria estaría «para el curso 2024-25» cuando esto «no será así».
El Consorcio admite al TOT que desde los inicios «ha habido incidencias y contratiempos en la gestión del proyecto». Y esto que la escuela nació como solución a un problema bastante importante. El año 2016, el barrio de la Sagrera empezaba a tener una demanda muy alta de plazas públicas, pero no disponía de suficientes equipaciones disponibles. A pesar de todo, no se pudo encontrar dos solares diferentes y la equipación provisional se ubica en el mismo recinto donde se construirá el edificio definitivo. Este hecho provoca que la escuela en barracones no pueda crecer de forma infinita, puesto que una parte del solar se tiene que reservar para la construcción del equipamiento definitivo.

Gasto «millonario»
La situación cabrea a las familias del centro, que van a la una con esta situación. Es más, algunas de ellas han calculado cuánto se ha gastado el Consorcio en el alquiler e instalación de los módulos que conforman la escuela provisional. Unos cálculos que suman millones de euros que se podrían haber ahorrado si la escuela hubiera llegado a tiempo. La 
Entrante al por menor de su informe: el octubre de 2019, con la primera ampliación importante de módulos, el consorcio invirtió más de 100.000 euros. Las reformas hechas un mes más tarde suman unos 22.000 euros más. Y a estas partidas hay que sumar otras inversiones que el consorcio publica agrupando intervenciones en diferentes escuelas y entre las cuales también hay el centro de la Sagrera. Se trata de una segunda contratación de módulos en 2019 (medio millón de euros a repartir entre 8 centros), la ampliación del alquiler hasta el 2024 (5,7 millones repartidos en 7 escuelas diferentes) o el nuevo alquiler entre los años 2021 y 2025 (4,6 millones entre 11 centros). A pesar de que las características de cada centro son diferentes y las necesidades también, el resultado de la división exacta –gasto que podríamos aplicar en la escuela 30 pasos– es de aproximadamente 62.500 €, 313.000 € y 106.200 € respectivamente para cada una de las tres cuestiones.

En estos tres años, el consorcio también ha invertido partidas, en algunos casos fuerza más bajas, en otras cuestiones. Es el caso de las reformas de noviembre de 2019; la asistencia técnica, inversiones en ‘seguridad y salud’, obras de adecuación y un nuevo módulo adicional –la escuela se hacía pequeña– del año 2021; y una partida extra de mantenimiento el abril de 2022. La suma hecha por los familiares les da unos 262.000 euros. Por lo tanto, el gasto total de los barracones hasta septiembre de 2022 asciende a los cerca de 2,1 millones de euros. Pero la cosa no acaba aquí. Los barracones seguirán, como mínimo, hasta el 2027. Y teniendo en cuenta el alquiler de los módulos y la ampliación del recinto, se calcula que el gasto final se podría acercar a los 6 millones de euros.
El atraso de los nuevos módulos
No todo son malas noticias para la escuela. La última semana de abril, Infraestructures.cat –empresa pública adscrita a la conserjería de Territorio y responsable de construir el edificio–, sacó a concurso el proyecto que tiene que redactar la obra. Si se cumplen los plazos, el 2027 habrá escuela y acabará, así, un periplo que dura desde 2016. Pero desde el AFA frenan en seco la alegría. «Estamos tan acostumbrados a las malas noticias que costa de creer», dice Roca. Las familias, además, avisan que el suelo del futuro equipamiento «podría estar contaminado» fruto de los materiales que construía la antigua fábrica Bostik, a pocos metros del recinto. Desde el Consorcio detallan al TOT Barcelona que han «encargado un estudio de impacto medioambiental y acústico de las futuras obras de construcción».
Más allá de la posible descontaminación, entre los familiares todavía hay una preocupación más. «A las obras del lado aparecieron restos romanos, así que es probable que aquí también. Hemos pedido que levanten el suelo antes de las obras, porque si aparecen en medio de la construcción esta se puede atrasar, y ya no tenemos margen para más módulos», explica la presidenta bastante desconfiada. Respecto de esta desazón, la respuesta del consocio es algo más ambigua: «Estamos trabajando a identificar y planificar las actuaciones de anticipación para tener disponible el solar para evitar imprevistos de última hora».

Mientras tanto, la escuela en barracones necesita más espacio y el Consorcio ha prometido nuevos módulos. Pero estos también van tarde. «Se tenían que empezar a instalar en diciembre para estar listos en abril. Por una cuestión logística, a última hora decidieron que empezarían en mayo. Pero aquí no ha venido nadie», explica la presidenta de la AFA. El TOT Barcelona ha preguntado por estos plazos al Consorcio, que se limita a decir que «estudian la posibilidad de avanzar la construcción de los módulos para que estén disponibles a mediados de julio». Una respuesta que tampoco convence a las familias, que lamentan que «nos podríamos encontrar fácilmente con una tercera línea de módulos vacíos y para montar con las vacaciones por el medio» y recuerdan que «el curso empieza el 6 de septiembre y los maestros, con 3 días laborales, tendrán que montar toda una equipación que ahora no existe».
