El traspaso del antiguo cine Comèdia se cerró el pasado 5 de mayo. La operación se formalizó meses después del anuncio con bombos y platillos de la llegada del Museu Thyssen a la capital catalana, que se ubicará en este céntrico edificio centenario del cuadrado de oro. Se prevé que el nuevo equipamiento abra sus puertas de cara al 2027, cuando hayan concluido las profundas obras de reforma que pretende llevar a cabo el nuevo propietario del inmueble, el fondo inversor Stoneweg. Las primeras informaciones apuntaban a un precio de compra alrededor de los 75 millones de euros, una inversión que se elevaría hasta superar los 100 millones si tenemos en cuenta la rehabilitación y adecuación de las instalaciones. Dentro de este presupuesto de alta envergadura, sin embargo, los responsables deberán reservar una partida para retirar el tejado de amianto que se extiende por buena parte del techo del viejo cine.
La existencia de esta cubierta de fibrocemento de cerca de 600 metros cuadrados había pasado hasta ahora desapercibida, dado que se encuentra encajada entre edificios más altos destinados principalmente a alojamientos turísticos y oficinas. La fachada principal que se eleva unos metros por encima de este techo tampoco facilitaba su visibilidad desde la calle. Para poder divisarla, es necesario subir a alguno de estos bloques más elevados o bien utilizar imágenes aéreas. De hecho, una consulta a través del visor El ojo del tiempo del Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya (ICGC) permite ver estas planchas de uralita en toda su dimensión y situar su instalación antes de los años setenta, de manera que han agotado con creces su vida útil, que es de entre 30 y 40 años. Dado que la remodelación del inmueble que se está planteando sería «integral«, en palabras de los mismos responsables, todo hace pensar que se aprovechará la coyuntura para sustituir el tejado de amianto. Sobre todo si tenemos en cuenta la implicación del Ayuntamiento en la iniciativa, «acompañando la inversión y el proyecto, facilitando la llegada y el acuerdo«, tal como aseguró el alcalde Jaume Collboni en el acto de presentación celebrado en diciembre en el Salón de Ciento.
Los nuevos propietarios apuntan a preguntas del TOT Barcelona que la compra se ha formalizado hace muy poco y que aún es pronto para concretar detalles sobre calendarios o actuaciones específicas. Sí que precisan que en estos momentos está en marcha la fase de análisis técnico y definición del proyecto global de intervención, que definirá la hoja de ruta que permitirá llegar al 2027 con todos los trabajos necesarios terminados. Cabe recordar que las obras de rehabilitación están a cargo de los estudios alemanes Casper Mueller Kneer Architects y de los catalanes OUA Group, encabezados por el arquitecto Jordi Artigas, miembro del Comité Asesor de Infraestructuras de Collboni. La firma catalana tiene entre manos otro gran proyecto también en la Dreta de l’Eixample como es la reforma de la antigua redacción de El Periódico, que precisamente se ha visto salpicada por la mala praxis flagrante de los operarios con la cubierta de fibrocemento de la que fue sede del diario hasta 2021.

En la misma línea que la propiedad se pronuncian desde el consistorio barcelonés. Fuentes municipales consultadas por este medio apuntan que están en estos momentos trabajando con los equipos técnicos de la propiedad en la definición del proyecto y su encaje urbanístico. Las mismas voces confirman, sin embargo, que no se ha abierto ningún expediente de disciplina urbanística en cuanto a esta cubierta de amianto, como también ocurría en el caso de la redacción de El Periódico.
Seis naves portuarias para la economía azul
La retirada de la uralita del Comèdia es uno de los casos más relevantes que tendrán lugar coincidiendo con la segunda parte del mandato de Collboni. Ahora bien, hay otras cubiertas con una importancia destacada por sus dimensiones o localización que también deberían sustituirse o al menos iniciar los trámites para hacerlo de aquí al 2027. Un ejemplo sería el tejado de las seis naves que conforman los tinglados de Sant Bertran, en el Puerto de Barcelona. Los trabajos de rehabilitación de estas antiguas instalaciones portuarias de casi 25.000 metros cuadrados comenzaron hace justo un año con el objetivo de convertirlas en la sede del Blue Tech Port, un gran hub de empresas vinculadas a la economía azul que quiere convertirse en el referente del sector en el sur de Europa. La autoridad portuaria se planteaba tener terminadas las obras en tres años bajo una inversión de 50 millones de euros.
Fuentes del Puerto confirman que el proyecto de reforma de los tinglados prevé la sustitución del techo de fibrocemento de los seis cuerpos que conforman el recinto, que se extiende por una superficie de 8.800 metros cuadrados. En cuanto a la nave que ya está en funcionamiento, donde hay media docena de empresas instaladas, precisan que la presencia de la uralita no afecta la actividad que se desarrolla en el interior, remarcando que «no hay contacto» con el amianto.

Un centenario para renovar tres recintos feriales
Otro polo donde se concentran varias cubiertas de fibrocemento es el entorno de la Fira de Barcelona. Solo en esta parte de la montaña de Montjuïc hay tres equipamientos con techos de uralita que de cara a la celebración del centenario de la Exposición Internacional de 1929 deberían ser sustituidos. El más pequeño de estos es el Palacio del Vestido, que tiene un techo de unos 1.500 metros cuadrados y que está ubicado en el lado Llobregat de la plaza de España, entre la Gran Vía, la avenida de la Reina María Cristina y la calle de México. En un punto intermedio en cuanto a dimensiones encontramos el Palacio de Deportes de Barcelona, unas instalaciones históricas de la ciudad con casi 5.000 metros cuadrados de amianto que lleva dos décadas en desuso. El Ayuntamiento ha planteado en varias ocasiones la recuperación de este espacio, que necesita una reforma profunda, pero que podría acoger las entidades deportivas que ahora están ubicadas temporalmente en el vecino Pabellón Italiano, que tiene previsto su demolición.

El tercero en discordia y el recinto ferial con el techo más grande es el Palacio de Alfonso XIII. Este edificio centenario proyectado por el arquitecto Josep Puig i Cadafalch tiene un techo de 12.000 metros cuadrados a base de placas de uralita. Se prevé que las instalaciones sean remodeladas para poder acoger el nuevo Palacio de Congresos de Barcelona, que se estrenará de cara al centenario en el año 2029. Con toda probabilidad, se aprovecharán estas obras para sustituir la cubierta.

Garajes, una antigua parroquia y jardines
Fuera de estas grandes actuaciones, Barcelona tiene en marcha prácticamente una treintena de procesos de retirada, la mayoría de los cuales en el distrito del Eixample, que deberían culminarse en los próximos meses y años. La mayoría de esta hacen referencia a garajes o talleres mecánicos como el que actualmente ocupa las naves de la antigua fábrica de ascensores Cardellach. Es el caso de los aparcamientos del 114-118 de la calle de Ali Bei, 312 de la calle de la Marina, 121-123 de la calle de Sepúlveda o 112 de la calle de Provenza; y de los talleres del 123 de la calle de la Diputación y el 318 de la calle de Padilla. Una de las zonas que podría sufrir más cambios de piel por la sustitución de tejados es el entorno de la Sagrada Familia. Más allá del archiconocido aparcamiento Manhattan, hay dos reductos más de uralita en la bautizada como isla de las aguas y en los terrenos del antiguo cine Niza.
La otra zona considerablemente afectada es el ámbito del Hospital Clínic. A ambos lados del equipamiento sanitario, hay dos retiradas en trámite en el número 157 de la calle de Muntaner y en el 174 de la calle de Córcega. Ambos dan a interiores de isla donde hay parques verdes -los jardines de Elena Maseras y de Beatriu Pinós-Milany, respectivamente- y al menos en el segundo caso se está estudiando la posibilidad de que el desmantelamiento de la cubierta sirva para ampliar este espacio público, dado que los terrenos son propiedad a medias del consistorio y del Centro de Investigación Biomédica Esther Koplowitz (CEK). En una situación similar se encuentra el aparcamiento del número 51 de la calle de Bailèn, que da a los jardines de Jaume Perich y que ahora está pendiente de la resolución de un proceso de aceptación de la herencia.
Un caso peculiar es el del número 249 de la calle de Nàpols. Esta uralita se encuentra instalada verticalmente en una pared y forma parte de un tabique pluvial de cerca de 600 metros cuadrados. El fibrocemento da directamente al patio de la Escuela Dominiques Barcelona y su retirada ya ha sido planificada para el julio del 2026, dado que los trámites no permitían hacerlo durante esta temporada estival, cuando el centro educativo no tiene actividad. Sin embargo, el caso quizás más sorprendente de este listado es el de la antigua parroquia de Sant Isidor, en pleno centro de la calle Comte d’Urgell. El templo ahora en desuso tiene un techo de amianto de 600 metros cuadrados visible desde los pisos superiores de la Biblioteca Agustí Centelles. El edificio propiedad del Arzobispado de Barcelona debía acoger inicialmente el Centro de Innovación en Tecnología Sanitaria (CATI) del Clínic, pero el proyecto decayó en agosto del 2024. Por ahora, el futuro de este inmueble que data de 1930 y que fue sede de la Unión Cooperatista Barcelonesa es una incógnita, aunque diversas entidades de la zona lo han reclamado para usos vecinales. Se da la circunstancia de que en la misma manzana hay varios techos de fibrocemento que deberían eliminarse antes del 2032, tal como marca la normativa europea.
