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El triste efecto de la sequía en las mariposas de Barcelona

En Barcelona hay menos mariposas. ¿La culpable? La sequía y la carencia de agua asociada, que provoca una vegetación seca por la prohibición de regar tanto en los parques y jardines urbanos como las dunas de las playas y a los herbazales de las zonas naturales de las ciudades. Es la conclusión de los observatorios de mariposas urbanas. “Como que no llueve ni se pueden regar, las plantas acaban secándose y las mariposas se quedan sin alimento disponible. En parques como el de la Maternitat de Barcelona todavía quedan algunas zonas florecidas y es evidente que se concentren las pocas mariposas que hay”, explica Yolanda Melero, responsable del programa de seguimiento de mariposas urbanas de Barcelona uBMS, en declaraciones a la ACN.

Por otro lado, los expertos alertan que los episodios de calor intenso repetidos también causan que vemos menos mariposas, porque el exceso de temperatura hace disminuir la supervivencia y reproducción y porque algunas especies marchan a altitudes más elevadas o más en el norte para encontrar la vegetación que necesitan. Además, las orugas son más sensibles que las mariposas adultas y pueden morir por deshidratación. Hay que recordar que las mariposas son especies bioindicadores, es decir, informan de cuál es el estado de salud del ecosistema donde viven.

Evitar el cemento, buscar la sombra

Además de los cambios de supervivencia y reproducción de las poblaciones, las mariposas también cambian su comportamiento para intentar sobrevivir a estas situaciones. En primer lugar, se quedan en zonas más frescas y con sombra y no se ven a los prados más soleados. Del mismo modo, para regular su temperatura corporal, las mariposas vuelan menos en estos días tan calurosos e incluso colocan las alas en el ángulo adecuado porque que no los dé el sol directamente.

Pero también cambian los patrones de movilidad y llegan mucho menos a los cascos urbanos donde la temperatura todavía es más acusada por el efecto isla de calor. “Las mariposas, cuando se mueven, van procesando la información y son capaces de ver que fuera de las zonas más naturales, como Collserola y Montjuic, quedan pocos espacios con agua y flores, y entonces se dispersan todavía menos hacia el interior de la ciudad. No se arriesgan”, dice Melero.

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