Un nuevo descubrimiento siempre es motivo de alegría para los historiadores, que pueden documentar y obtener más información para sus investigaciones. Los alumnos de arqueología de tercero y cuarto de la Universitat de Barcelona han experimentado esta sensación, con un hallazgo de miles de piezas del antiguo taller del alfarero Antoni Tarrés, que se encuentra en el centro del patio de la Facultad de Geografía e Historia de la UB. Son piezas de terracota, un tipo de cerámica que, a pesar de que estaba en el alza durante el siglo XIX, actualmente solo se conserva los restos de este taller ubicado a la UB.
La nueva remesa de restos arqueológicos ha permitido completar cinco escudos monárquicos. Uno de ellos, el de Napoleón III, había aparecido a medias en 2014, el primero que la universidad empieza las excavaciones, y ahora se ha podido completar. Los otros escudos corresponden a los zares de Rusia, el reino de Bonaparte, el imperio otomano o a las casas reales de Noruega y Suecia unificadas. Por otro lado, la aparición de uno de los primeros escudos del reino de Italia hace pensar que estas piezas datan de los años 1860, cuando se fundó el régimen italiano. Es extraño ver tantos escudos diversos, de diferentes monarquías, recogidos en un taller de Barcelona. «Pensamos que podría ser un encargo relacionado con algún acontecimiento monárquico que al final no se llevó a cabo», explica Salvador García –especialista en Tarrés– que recuerda que por aquellas fechas Isabel II visitó Barcelona.


Entre todos estos escudos ha aparecido otro elemento muy sorprendente y que, además, se conserva casi a la perfección. «Nos descolocó que rodeado de restos grecorromanos aparezca una caseta», dice el director de la excavación, Jacinto Sánchez, de una pieza que se cree que podría formar parte de un pesebre. Los otros objetos que se han encontrado son piezas seguramente destinadas a jardines y esculturas de personajes femeninos y masculinos. Muchas de estas piezas también se utilizaban para decorar las fachadas de edificios. Estos elementos eran muy populares en su época. De hecho, Sánchez recuerda las ordenanzas municipales del siglo XIX establecieron que podían aumentar la altura de un edificio «si se decoraba la fachada con buen gusto arquitectónico y riqueza en los ornamentos».

Los expertos quieren ilustrar los hallazgos en una exposición
El arte de la terracota acaba con la llegada del arte modernista. «Su color característico entre cobrizo y ocre fue sustituido por la cerámica vidriada y pintada con múltiples colores», detallan desde la UB. Los hallazgos en el solar de la universidad, que se han acumulado con las excavaciones de los últimos ocho años, permiten «hacernos una primera imagen del que podría haber sido la producción del taller de Tarrés», según el profesor de historia Josep Maria Gurt.
Estas piezas no son las últimas que aparecerán. De hecho, los responsables de la excavación dan por hecho que el próximo verano aparecerán de nuevas. En la presentación de los últimos hallazgos, Josep Maria Gurt ha animado a la UB, el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Cataluña a ponerse de acuerdo por «crear una exposición» que saque provecho de los descubrimientos de la Barcelona postmodernista, un periodo «poco estudiado» de la historia de la arquitectura y el urbanismo.