Después de meses y meses de lucha, finalmente, han desahuciado a Blanca Espinosa de su piso al número 6 de la calle de los Boters donde había vivido durante los últimos 55 años. A pesar de que los últimos tres meses los colectivos de vivienda y la propiedad han estado negociando para evitar la expulsión, en la hora de la verdad no ha habido el consenso necesario, según ha informado este jueves
De hecho, Resistim al Gòtic acusa a Derechos Sociales «de haber roto a última hora» un acuerdo que ya «estaba hecho» y que contaba con el visto bueno tanto de la propiedad y como de la Blanca. Este acuerdo incluía que Espinosa siguiera pagando su alquiler actual, de unos 340 euros, y el Ayuntamiento pasaba a abonar la cantidad que faltaba hasta llegar a los 1.000 euros que exigía la propiedad. Este entendimiento se tenía que alargar alrededor de un año, hasta que estuviera disponible el piso social adaptado para gente mayor que la mujer ya tenía adjudicado.
Hasta aquí no había ningún problema entre las partes, ahora bien, todo ello se rompió cuando la propiedad habría pedido que el consistorio, avalara el contrato, aunque la Blanca no debe ninguna mensualidad. Este planteamiento ha sido rechazado por parte del consistorio, que asegura que no puede avalar. Aun así, Resistim al Gòtic insiste que en otros casos el consistorio sí que ha podido ejercer esta figura de avalista, por eso considera que responde a «un cambio de criterio político» y que se está poniendo en riesgo los casos otras familias a quienes el Ayuntamiento está pagando parte del alquiler para evitar un desahucio. Fuentes conocedoras del funcionamiento del área de vivienda del Ayuntamiento de Barcelona aseguran que sí que existen precedentes de la función del consistorio como avalista en acuerdos similares, a pesar de que este diario no lo ha podido acreditar documentalmente hasta el momento.
Por otro lado, el Ayuntamiento ha asegurado a
¿Por qué echan a Blanca?
Hay que recordar que todo este conflicto llega por solo un desajuste de 89 euros, puesto que la Blanca nunca ha dejado de pagar el alquiler. Este dinero que le reclama la propiedad son por la ejecución de unas obras del lavabo y la cocina que nunca pidió y que, además, le hicieron mal. Desde Resistim al Gòtic han tenido claro en todo momento que usar esta excusa solo fue una estrategia para echar la inquilina de casa suya. “Una vez más, nos encontramos en un conflicto entre el derecho a la vivienda y la codicia de los propietarios. El Gòtic no se ve como un lugar donde vivir, sino como un lugar donde fiero dinero”, denunciaba durante una de las concentraciones uno de los integrantes de Resistim al Gòtic, Daniel Pardo.