La expansión urbanística del 22@ ha llegado a la calle Àvila y ha pasado por encima de una de las discotecas míticas del Poblenou. La discoteca Merlín abrió por última vez la noche del 14 de enero de 2023, después de que el nuevo plan urbanístico de la zona estipulara que había que derrocar todo el chaflán donde se ubicaba el edificio. La amenaza se ha hecho realidad este martes, con el derribo definitivo de una construcción que simulaba un castillo medieval y que ha congregado varias generaciones.
Sobre el terreno, media decena de operarios empiezan a vaciar, con la ayuda de una excavadora y un camión, los escombros del edificio. Merlín es solo una parte pequeña del sector derrocado. La esquina. Entre los escombros todavía se observaban a primera hora de la tarde pequeños detalles de la sala de fiestas. Un fragmento pequeño de una barandilla como la que ayudaba a acceder a los lavabos minúsculos, siempre masificados, del segundo piso. También se entrevé medio cartel de un extintor. Poco más.

Este el rastro que queda de un edificio que se ha derrocado «con paciencia», dicen los operarios, sin explosivos y solo en uso de las excavadoras. Pocos minutos antes de las 17 horas, los trabajadores han empezado a blindar con vallas el recinto, con la previsión que los camiones entren jueves para vaciar los escombros y eliminar del todo cualquier rastro.
Tres décadas en el Poblenou
Por esta discoteca han pasado más de 2 millones de personas en 31 años, según explicaba el mismo recinto en uno comunicado final que todavía perdura en las redes y en el cual dicen que se van «con la cabeza muy alta». En declaraciones al TOT, el propietario de la discoteca lamentaba antes del cierre que la Junta Compensatoria –organismo que toma decisiones urbanísticas, como por ejemplo recalificaciones del suelo– aceptara que el terreno donde se ubicaban pase en manos de un fondo de inversión y el Ayuntamiento (con una participación del 10%), motivo por el cual se han tenido que marchar.

Sin licencia para reabrir en el Poblenou
La discoteca Merlín se ubicaba en el polémico Triángulo Golfo, una de las zonas acústicamente tensadas de Barcelona y con muchos vecinos de al rededor hartos del follón que se genera en la calle por la noche. El Ayuntamiento decidió parar la concesión de nuevas licencias para restauración y ocio nocturnos en esta y otras zonas críticas de Sant Martí justo antes de acabar el 2023, pero desde Merlín ya apuntaban a inicios de año que el consistorio les negaba la posibilidad de reubicarse en otros espacios del Poblenou. Es más, en diciembre de 2022, la propiedad de la sala ya argumentaba que esta negativa del Ayuntamiento les dejaba sin alternativa al cierre definitivo.
Hay vecinos, muchos de ellos cansados del follón nocturno en la calle, que respiran aligerados con el cierre de uno de los espacios de ocio de la zona, que a pesar de todo sigue muy poblada de bares nocturnos. El final de Merlín, eso sí, también ha despertado voces nostálgicas de clientes habituales e históricos. Algunas incluso han reclamado una salida a la desesperada, ni que sea fuera de la zona de Marina, pero desde el negocio no han querido explorar una reapertura lejos del Poblenou. Coincidiendo con el anuncio del cierre, los propietarios aclaraban al TOT que pilotar el día a día de una discoteca es un «esfuerzo personal y económico muy grande» que genera «problemas» y «que te traten como un delincuente». Motivos suficientes para ignorar los cantos de sirena que les pedían recrear un Merlín lejos de casa.