El polémico derribo de la Iglesia del Esperit Sant de Barcelona parece que ya no tiene vuelta atrás. Fuentes de la Universitat Blanquerna-Ramon Llull confirman al TOT Barcelona que los trabajos ya se han iniciado. «Han empezado esta semana» y se prolongarán durante «tres meses». La parroquia se encuentra en la Travessera de Gràcia, 401, y va al suelo porque en el solar se construirá una facultad de Ciencias de la Salud de la universidad. Las obras se hacen en contra de un grupo de feligreses, que han conseguido cerca de 10.000 firmas contra el derribo y se encerraron en mayo en el equipamiento religioso. También se ha interpuesto una demanda contra el derribo, en la que se pide que se dicten medidas cautelares.

Según ha podido comprobar el TOT este martes, la entrada se ha precintado con un candado y ya no se puede ver el interior de la iglesia, que se vació hace semanas. En estos momentos se está llevando a cabo el montaje de los andamios y sobre la fachada del edificio ya hay dos carteles de la empresa Delta Punt Enderrocs. Inicialmente, las obras tenían que haber empezado el pasado otoño, pero el permiso municipal se atrasó. Con posterioridad, se planteó iniciar los trabajos a principios de mayo, pero 

Hacer el grado de Medicina
En el solar se levantará la facultad, después de que Ramon Llull y el Arzobispado cerraron un acuerdo a mediados del 2022 para la cesión del derecho de superficie de una parte de la finca. La facultad tendrá más de 4.000 metros cuadrados, y el edificio dispondrá de una capilla nueva, eso sí, bastante más pequeña que la iglesia actual, con una superficie máxima para usos parroquiales de 713 metros cuadrados. Las obras de construcción se alargarán entre dos y tres años. La facultad actual de Ciencias de la Salud de la Universitat Blanquerna, que se encuentra en la calle de Padilla, entre Indústria y Sant Antoni Maria Claret, se ha quedado pequeña, y la idea de la universidad es hacer el grado de Medicina, que se sumará en los estudios de Enfermería, Fisioterapia, Nutrición y Farmacia.

Los feligreses se han opuesto al derribo porque se trataba de una iglesia con mucha vida en el barrio del Baix Guinardó y porque contaba con una capilla de adoración al Santísimo abierta las 24 horas del día. De hecho, el cierre de los creyentes fue para evitar que el Arzobispado retirara la Sagrada Forma, explicó a principios de mayo el vecino Jorge Ollés. Según los feligreses, la capilla que se hará será muy pequeña y no podrá aglutinar todas las actividades que se hacían en la que ahora se derribará. Otro motivo de polémica es el gran vitral de la iglesia, creado por el taller Raventós en los años 60. Según los creyentes, tiene un valor patrimonial porque se hizo con una técnica artística que ya no se utiliza. El Arzobispado de Barcelona no había contestado qué pasará con el vitral, si va al suelo, se preservará o, simplemente, se documentará. Tampoco desde la universidad se ha aclarado que se hará. Es un tema que «todavía está encima de la mesa».



