Barcelona tiene una red de carriles bici envidiable para muchas ciudades. En los últimos años, la bicicleta ha ganado mucho terreno e, incluso, el coche ha ido perdiendo, en algunos casos, su hegemonía. El respecto a los ciclistas es ahora más grande que antes, no siempre tiene prioridad el que puede circular a más velocidad. Las bicicletas se pueden mover con más seguridad por la ciudad y, por lo tanto, la convivencia es más buena. Esto, pero, no quiere decir que no se pueda continuar mejorando. Hay ciertos puntos negros en la red de carriles bici que pueden generar conflictos entre ciclistas y peatones. En la mayoría de los casos el principal problema es que los carriles finalizan de manera abrupta sin dar alternativa.

Un caso que refleja muy bien esta realidad es la plaza de Tetuan, situada en el barrio de la Dreta de l’Eixample. Los ciclistas cuentan con un carril bici a lo largo de todo paseo de Sant Joan, pero al llegar a la plaza, de repente, la infraestructura se acaba y solo se puede circular por la parte de arena que bordea la plataforma donde se encuentra el monumento en el Doctor Robert. Allí, pero, no solo hay ciclistas, también hay peatones, perros y niños jugando. Una mezcla que, en ciertas horas del día, puede hacer que la circulación sea, como mínimo, complicada. 

La avenida Meridiana

En este sentido, también es destacable el caso de la avenida Meridiana. Desde su inicio en la calle de Pujades, justo en el tramo que hay cerca del parque de la Ciutadella, hay un carril bici bidireccional. Cuando el ciclista llega a la altura de la calle de Palència —barrio de Navas—, este se acaba. Es cierto que aquí el motivo es que la Meridiana todavía está en obras y está pendiente acabar la totalidad del carril bici, pero mientras antes había la alternativa de ir por un carril que se encontraba a la acera, ahora la única es desviarse por la calle de Murcia y después por Gran de la Sagrera. Esto supone hacer más vuelta, lo cual hace que muchos ciclistas opten por continuar circulando por la acera y poner en peligro a peatones o por la calzada y, por lo tanto, ponerse en peligro entre los coches. Jefe de las dos opciones es buena. 

Imagen de archivo del carril bici de la Diagonal / Ayuntamiento de Barcelona
Imagen de archivo del carril bici de la Diagonal / Ayuntamiento de Barcelona

Otro punto negro es a la Gran Via, justo al tramo que se encuentra a la altura de plaza de Universitat —valle de la Dreta de l’Eixample—. En caso de circular por el carril bici de la Gran Via y querer tumbar hacia la plaza para ir dirección El Raval o la ronda de Sant Antoni, los ciclistas tienen que pasar por dos pasos peatones seguidos, dónde es fácil molestar a la gran cantidad de personas que los usan. Se encuentran en pleno centro. Esta misma situación también se vive en el tramo de la avenida del Marqués de Argentera que toca con la calle de pla de Palau —barrio del Born—. Allí la única opción vuelve a ser circular por el de peatones y después continuar por la acera unos cuantos metros hasta poder cruzar la calzada y coger el carril bici que hay ante el Museo de Historia de Catalnyña (MUHBA).

El caos es todavía más gordo al extremo de bajo del paseo de Sany Joan, al tramo que está tocando del Arco de Triunfo —Dreta de l’Eixample—. Los ciclistas que quieren continuar en dirección montaña o mar, tienen que pasar por un tipo de plataforma por la cual confluyen peatones y ciclistas que pueden venir de hasta cuatro direcciones diferentes. Casi nadie tiene claro quién tiene prioridad, pero todos quieren ser los primeros a pasar.

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