La decimotercera edición de la InformeCAT de la Plataforma por la Lengua, que la ONG del catalán ha presentado esta semana, compilación 50 datos sobre la salud del catalán, y entre estas incluye una efeméride que pronto hará cien años y que tiene como protagonista el arquitecto Antonio Gaudí y la lengua catalana. El 11 de septiembre del 1924, la dictadura de Primo de Rivera cerró las iglesias de Barcelona para evitar la celebración de la Diada, pero el arquitecto modernista quiso asistir a una misa a la iglesia de los Santos Just y Pastor, en el distrito de Ciutat Vella, en conmemoración a los caídos por las libertades catalanas el 11 de septiembre del 1714. Él y otro ciudadano, el señor Valls, acabaron arrestados y llevados a la Delegación de Policía de la plaza del Regomir por habla en catalán a la policía.

La entidad presidida por Òscar Escuder subraya en el documento que este episodio sucedido hace casi ciento años es una muestra de «la obsesión del nacionalismo español con la unidad y homogeneidad de la población alrededor de la lengua y la cultura castellanas lo ha llevado históricamente a discriminar las minorías culturales y lingüísticas». La crónica de la detención del autor de obras como la Sagrada Familia o la Casa Batlló, entre otras, consta en un recorte de diario y cinco hojas mecanografiadas se pueden consultar en el Archivo Histórico Municipal de Barcelona, apartado Hojas Volanderas, y fue publicada en la revista Serra de Oro el septiembre del año 1987. Los hechos sucedieron así:

«A las 8.05 de la mañana del día 11 de septiembre de 1924, el Sr. Valls, al ir a entrar a la iglesia del Santo Just, fue parado por un policía que le preguntó:

— ¿Dónde va Vd.?

— Vaig a missa.

— No se puede pasar. Si quiere ir a misa, puede ir a otra iglesia.

— És que jo vull anar a missa a aquesta de Sant Just.

 Pues por esta puerta no se puede pasar. Pruebe por la otra puerta.

El Sr. Valls fue por la puerta de la calle de la Ciutat, y allí también le impidió el paso otro policía, con el cual disputó un rato. En este momento se presenta el Sr. Gaudí, y todo decidido trata de entrar en la iglesia. El policía lo para preguntándole:

 ¿Dónde va Vd.?

— Vaig a missa.

— No se puede pasar.

— Doncs jo passaré.

— ¡Vd. no pasará! —y lo coge por el brazo.

— Per què m’agafa pel braç, vostè?

— Siga Vd.

El Sr. Valls interviene a favor del Sr. Gaudí. Los detienen y les llevan ambos a la Delegación de Policía de la plaza del Regomir. Al hacer el policía la presentación de los detenidos, los acusa de haberlo insultado, a la cual cosa el Sr. Gaudí dice:

— Mentida, jo no he insultat ningú.

— Cállese Vd.

— Jo no puc ni dec callar. Que digui la veritat i callaré.

— Cállese Vd. y siéntese.

Al Archivo Municipal de Barcelona se pueden consultar una crónica y cinco hojas mecanografiadas relacionados con los hechos / JMB

Cuatro policías hacen la indagatoria: uno preguntando, otro escribiendo, otro hablando con el que pregunta y otro mirando como el otro escribía.

 ¿Cómo se Ilama Vd.?

— Antonio Gaudí.

— ¿Qué edad tiene Vd.?

— 71 anys.

— ¿Qué profesión?

— Arquitecte.

— Pues su profesión le obliga a Vd. a hablar en castellano…

— La professió d’arquitecte m’obliga a pagar contribució i ja la pago, però no a deixar de parlar la meva llengua.

— ¿Cómo se llamaba su padre?

— Francesc Gaudí.

— ¿Qué se eso de Francesc? Uno de los cuatro policías que ayudaban el que preguntaba dijo dirigiéndose al Sr. Gaudí:

 ¡Si Vd. no fuese viejo le rompería la cara; sinvergüenza, cochino!

— Jo a vostè no l’insulto i vostè a mi sí. Jo parlo la meva llengua…

— Si Vd. no fuese viejo…

— No m’insultin, que no hi tenen dret.

En este momento llega una señora toda atribulada y, dirigiéndose derecha al Sr. Gaudí, le dice:

— Ai, Sr. Gaudí! M’han dit que l’havien agafat quan volia entrar a Sant Just, i encara no deu haver esmorzat! Vol que li porti un vas de llet?

¿Quién le ha dado permiso para entrar?

— A la porta he demanat permís i me l’han donat.

Siéntese Vd. —la señora se sienta. Los policías rompen todo lo que han escrito hasta este momento y vuelven a empezar. Pasa un cuarto empleado a volver a hacer el atestado: un policía dictando, otro escribiendo y los otros dos repauntandolo. El Sr. Valls se cansa y levantándose dice:

— Señores: sería muy triste que la señora también tuviera que perder toda la mañana aquí. Sería mejor darle permiso para que saliera a buscar un desayuno para el Sr. Gaudí.

El policía que dictaba hizo:

¡Que se vaya!

El Sr. Valls añadió:

Y ahora permítanme que las diga que no comprendo como se molesta de esta manera a personas honradas…

Un policía:

Cállese Vd. Si no fuese Vd. tan viejo, le rompería la cara.

El Sr. Valls:

Aquí no tendría ninguna gracia. En la calle mano a mano ya sería otra cosa.

Todo el mundo calla. Siguen escribiendo al dictado y los dos policías que ni escriben ni dictan empiezan a pasearse por ante los detenidos, guaseando con gestos, como queriendo decir: ya veremos como saldréis de todo esto. Vuelve a entrar la señora, llevando una botella de leche, una copa, un panecillo de Viena y una cuchara, todo envuelto en una servilleta. El Sr. Gaudí, agradeciéndole la atención, almuerza. Al acabar, la señora recoge los trastos y vuelve a salir, despidiéndose del Sr. Gaudí. Entra un oficial de policía. Habla con los cuatro que hacían la indagatoria y vuelve a salir. Momentos después, estos meten los papeles que han escrito dentro de uno sobre y gritan un policía:

Acompañe a estos señores a la Delegación de la Lonja.

Salen. A la puerta de la Delegación de la plaza del Regomir, entrega el pliego y los detenidos a una pareja de policía y esta los lleva a la Llotja. Al llegar a la Llotja, los policías entregan el pliego y los detenidos. Abren el pliego, lo leen y vuelven a preguntar al Sr. Gaudí por las generales de la Ley. Al llegar a la profesión y contestar «arquitecte», se repite la escena de la plaza del Regomir, casi con las mismas palabras. El Sr. Valls dice, en castellano:

El Sr. Gaudí está en su perfecto derecho hablando en catalán.

El «Jefe» de policía:

¿Ve Vd., Sr. Gaudí, como su compañero habla lo castellano?

El Sr. Gaudí:

— Sí, ja ho veig; però jo en tinc prou amb la meva llengua».

EL presidente de Plataforma por la Lengua, Òscar Escuder, y la directora de la entidad, Rut Carandell, durante la rueda de prensa por presentari el informe / JMB

La mayoría de catalanoparlantes desconocían el castellano a inicios del siglo XX

Después de esto, el acompañante fue liberado, pero Gaudí fue retenido y se le impuso el pago de una multa. Después de describir los hechos en el informe, la ONG del catalán señala que «a comienzo del siglo XX, la mayoría de catalanoparlantes desconocían el castellano, pero la administración operaba únicamente en esta lengua», y subraya que esto generaba «todo tipo de problemas e indefensiones en sus tratos con el poder público». «En aquel momento, no era realista que los funcionarios exigieran el uso del castellano a todo el mundo, pero como muestra el episodio de Gaudí, ya lo hacían con las personas que consideraban que, por su estatus social, lo tenían que conocer» concluye, y resalta que actualmente todos los ciudadanos españoles están obligados a saber castellano. «En vez de instaurar una igualdad llena entre grupos lingüísticos para evitar discriminaciones materiales, el Estado ha optado para establecer una imposición lingüística de partida en los grupos subordinados», lamenta. 

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