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Así son los chatarreros de Barcelona: desprotegidos, pero esenciales para la ciudad

En Barcelona hay más de tres mil recicladores informales o chatarreros, que recogen varios metales, básicamente hierro, aluminio, cobre y acero— de las calles y contenedores. Trabajan una media de sesenta horas semanales y ganan menos de quinientos euros al mes, es decir, un 40% del salario mínimo. Solo la mitad consigue vivir en pisos compartidos, mientras que los otros lo hacen en la calle. Esta es la radiografía básica que sale de un estudio elaborado por la UB sobre las condiciones de trabajo de los chatarreros y el papel que hacen en los procesos de reciclado en la ciudad. Una situación de precariedad económica y de la vivienda que, no obstante, no impide que este colectivo de trabajadores establezca «relaciones no conflictivas con el vecindario y los trabajadores de la construcción, a la vez que contribuyen de manera importante al reciclaje de metales en la ciudad». Son las principales conclusiones del proyecto de investigación Wastecare, que ha llevado a cabo un equipo de investigación de la Universitat de Barcelona (UB), financiado por el Pla Barcelona Ciencia 2022 del Ayuntamiento.

Radiografía del sector

Mediante una encuesta, el informe ha podido determinar que la gran mayoría de los recicladores informales son hombres (un 94%), de inmigración reciente, y en un 63% tienen menos de cuarenta años. Proceden de África en un 75% (principalmente del Senegal), seguidos de Rumanía (17%), la América Latina (3%) y Asia (3%), y un 78% no tienen número de identidad de extranjeros (NIE). «Para la mayoría, recoger chatarra es una estrategia de supervivencia ante la imposibilidad de acceder al mercado laboral formal porque no tienen papeles», explican los investigadores.

Según los datos del estudio, un chatarrero recoge unos 118 kilogramos por día. Si se calcula que son 3.200 en Barcelona, esto supone que este colectivo reúne unas 380 toneladas de metal en la ciudad cada día, y más de 100.000 toneladas en el año. Un 57% de los recicladores informales encuestados afirman tener contacto frecuente con los vecinos, y un 49% se relacionan a menudo con trabajadores de la construcción. En algunos casos, los chatarreros tienen contacto directo con vecinos que los avisan cuando quieren tirar metales u otros objetos.

En este sentido, los investigadores de la UB concluyen que «la percepción pública de los recicladores informales en Barcelona es generalmente positiva». Un 75 % de los hogares encuestados, por ejemplo, creen que contribuyen a la sostenibilidad, y también están dispuestos a emprender acciones colaborativas para apoyarlos. Como muestra, el 76 % están a favor de telefonear a una cooperativa de recicladores y un 68 % piensan que el Ayuntamiento los tendría que contratar. Los investigadores concluyen que la gestión de los residuos es un esfuerzo colaborativo que implica a varios actores interdependientes, entre los cuales los recicladores informales.

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