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Catalanofobia en un local de la calle Muntaner: «No me gusta lo catalán»

El escritor y filólogo Pep Antoni Roig ha denunciado un episodio de catalanofobia que vivió en un local de la ciudad de Barcelona mientras compartía un buen rato con unos compañeros de trabajo. Concretamente, en el Café Berlín, situado en la Calle Muntaner de la capital catalana. «Unos colegas de trabajo y yo presenciamos la nueva moda en la ciudad: ver cómo alguien dice abiertamente que odia «todo lo catalán», expone Antoni en el primer tuit de un largo hilo donde explica con detalle cómo sucedieron los hechos.

El filólogo detalla que estaban en el local tomando unas copas en el Café Berlín y la música que sonaba era «mucha canción nostálgica de La Oreja de Van Gogh y algún hit tipo «Princesas» de Pereza» y detalla que «todo el mundo estaba cantando a pleno pulmón y el bar era, de repente, como la disco final de unas colonias». «Por eso una de mis compañeras se aventuró a pedir una canción de Els Pets», explica, y aquí es donde la situación se empezó a poner fea. «Nada de música en catalán, no me gusta lo catalán», relata que le respondió la camarera, que también hacía las funciones de «falsa DJ». «La respuesta fue tan dura que parecía de broma. Pero no. Mi compañera se lo pidió de nuevo, y la camarera insistió en que no», añade, y la camarera volvió a decir: «Nada de catalán».

Entonces, el escritor narra que miró el móvil «para comprobar que no estuviéramos en 1953, pero no, la fecha de mi Android marcaba 2025 y en un bar de la capital de Cataluña, después de haber pagado 11 euros por un gin tonic, una camarera nos decía en la cara que detestaba a la gente como nosotros, sus clientes». Entonces comenzó una discusión entre tres compañeras suyas, que mantuvieron el catalán y la trabajadora, que hablaba castellano y aseguraba que «era italiana, llevaba muchos años viviendo aquí y no entendía la manía de los catalanes por hablar catalán». «‘Tengo una amiga de Gerona‘, dijo en un momento dado, excusando su catalanofobia», subraya Pep Antoni Roig en su relato de los hechos. «Cuando le dijimos que se llamaba Girona, sin embargo, volvió a entrar en cólera», remarca.

«¡Llamad a los Mossos, si queréis!»

En un momento de la discusión, pidieron el libro de reclamaciones, pero les respondió que no tenía. «¡Llamad a los Mossos, si queréis!», les soltó mientras un compañero de la camarera les dijo que tenían que cerrar el local. «Nos fuimos de malas maneras, mientras ella tiraba papeles al suelo, llena de una rabia insólita, y nos decía de todo», expone, y subraya que le pasaron mil ideas por la cabeza: hacer una pintada en la pared, cagarse dentro de una bolsa del Bonpreu y ponerla en la puerta con un cartel que diga «vete a la mierda, en catalán» o ir a buscar silicona y que mañana tengan que llamar al cerrajero.

Pero, finalmente, dice, no hizo nada de eso y decidió hacer este hilo de Twitter y denunciar los hechos a Plataforma per la Llengua. Aun así, invita a todos los que quieran a «ir al Café Berlín y pedir una canción en catalán, y reventarles las reseñas de Google con comentarios negativos». «Solo nos queda esto. No doblegarse ante el hecho de vivir en catalán en Cataluña es, al fin y al cabo, el acto de dignidad más importante al que no se puede renunciar»; concluye.

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