Hace tiempo que el Casal de Gente Mayor del barrio de Ciutat Meridiana, situado al número 16 de la calle Pedraforca, se había quedado pequeño. Los metros cuadrados que lo conforman no eran suficientes para todos los ancianos de esta zona de Nou Barris. Tal como explica al
Tal como señala Bravo, hace unas semanas llegó esta ampliación, pero lo hizo en forma de unos barracones que se instalaron junto al Mercado de Núria. «No son ni barracones, son como contenedores del puerto. Pensaba que serían más decentes. Son tan estrechos que no te puedes ni mover», denuncia. Sus palabras hacen referencia al hecho que, según dice, los barracones son demasiado pequeños. Ante esto asegura que la gente mayor del barrio está muy enfadada. «Es un insulto a la gente mayor. Dicen que no piensan usarlos», indica.
«Una solución provisional»
Por su parte, fuentes del Distrito de Nou Barris indican al
Otro hecho que llama la atención a los vecinos de este barrio de la periferia de Barcelona es que los barracones, que todavía no están en funcionamiento, se encuentran ante el local, bastante más grande, que acogía un bar. Tal como detalla Bravo, no se trata de cualquier local, sino que es el espacio en el cual, previamente, el Distrito y los vecinos habían acordado hacer la ampliación. El proyecto, pero, se descartó y se apostó por los barracones.

Desde el punto de vista de Bravo y otros vecinos de Ciutat Meridiana, esta decisión es errónea y la ampliación se tendría que haber hecho en este local vacío. «Reivindicamos este espacio, es lo que merece la gente mayor después de haber estado trabajando toda su vida», dice. Esta oposición vecinal, afirma, se materializó hace unas semanas en forma de unos carteles de rechazo que aparecieron pegados en los módulos. «Basta. Por un casal de abuelos digno!», se leía en algunos carteles.
Una de las razones por las cuales el Casal de Gente Mayor se quedó pequeño, subraya Bravo, es que los abuelos que querían jugar a las cartas o, simplemente encontrarse, no tenían espacio cuando se hacían actividades. La segunda razón es que antes contaban con otra sala en el Centre Cívic Zona Nord, donde también iban a jugar y a leer el diario, pero con el estallido de la pandemia cerró. No ha vuelto a abrir las puertas.