La Biblioteca Sant Antoni-Joan Oliver, ubicada en la calle de Comte Borrell (Eixample), ha cerrado este lunes, 18 de septiembre, para someterse a una profunda remodelación que la dejará inactiva durante los próximos nuevos meses. No es la primera vez que los vecinos de la zona se quedan sin biblioteca, puesto que el recinto ya vivió una época de reformas en 2019 para mejorar la aclimatación.
Esta vez, la idea es transformar las instalaciones eléctricas, el alumbrado, los aislamientos térmicos y la ventilación del equipamiento. También se cambiará el suelo y algunos vidrios y se mejorará la cubierta del edificio. Aprovechando las mejoras, la biblioteca tendrá un lavado de cara importante: se sustituirá el mobiliario por uno nuevo, se duplicará el espacio destinado al área infantil y se mejorará el acondicionamiento del salón de actos.
Mientras tanto, los usuarios tendrán que conformarse con ir a la biblioteca de la Santa Creu y Sant Pau, al Raval; la de Joan Miró, a la Nova Esquerra del Eixample, y Francesc Boix, del Poble-sec; que son las más próximas en la zona.

Nuevo modelo de bibliotecas
Según apuntan desde el Ayuntamiento, las obras se enmarcan en el plan de mejora de las bibliotecas públicas y tiene como objetivo «adaptarse al nuevo modelo de biblioteca que concibe el servicio como un espacio donde la ciudadanía tiene un papel principal». Un nuevo modelo que busca diversificar espacios –en este caso, por ejemplo, se amplía la zona infantil– y convertir estos equipamientos en un punto de encuentro.
Este hecho permitirá a las bibliotecas acoger nuevas actividades, pero a su vez se retira espacio para los estudiantes. Este es el problema que se han encontrado, por ejemplo, en Sant Martí; la flamante Gabriel Garcia Márquez –galardonada como la mejor del mundo– dispone de espacios bastante diáfanos, pocas paredes, zonas de lectura con butacas que permite estirarse y un estudio de radio. Espacios interesantes y que gustan, pero que quitan espacio a las mesas y las sillas.