Al teniente de alcaldía de Seguridad y Prevención y regidor de Ciutat Vella, Albert Batlle, los mercadillos no le gustan. «En Barcelona, los justos», dijo el edil en la última audiencia pública del distrito en relación con el cierre del Flea Market, un mercado de artículos de segunda mano que se hacía desde trece años en el Raval

Según Batlle, los mercados de segunda mano, «son una actividad propia de espacios deprimidos comercialmente» y este no es el caso de la capital catalana, ha avanzado betevé. El concejal de Ciutat Vella dio esta respuesta a la asociación que organiza el mercado. Considera que el espacio público del distrito se ha degradado mucho y culpó directamente al Flea Market de cómo quedaba la plaza de Blanquerna, donde se hacía el mercado de segunda mano, después de cada edición. «Pasen ustedes un domingo y verán como está».

Externalidades negativas

Hace unos días, el TOT Barcelona ya informó que el consistorio no renovaría las licencias de venta de los paradistas del mercado de segunda mano Flea Market, en el barrio del Raval. El distrito justifica su decisión por las “externalidades negativas” y “conflictos” que se generan alrededor del mercado. Según el gobierno municipal, las diversas ediciones del Flea Market –que se hacían una vez al mes– afectaban negativamente “a los vecinos del entorno y a los usuarios del espacio público” de la zona donde se celebraba,

En la audiencia pública, Batlle recomendó a los organizadores del Flea Market que buscaran una ubicación alternativa donde vender sus artículos, pero los avisó que no podía ser en otra calle, tampoco de otro distrito de la ciudad, sino que tenía que ser en una tienda de segunda mano o en una cooperativa.

Con 400 familias del barrio

El Flea Market del Raval hubiera hecho este año 14 años con la participación de hasta 400 familias del barrio. Los problemas para los vecinos y visitantes, argumentan los organizadores, no eran del mismo mercado, sino de un “mercado alternativo” en el que participaban paradistas “no autorizados”.

La asociación que organiza el mercado propuso al Ayuntamiento que el Flea Market tuviera seguridad privada pagada por los paradistas o cambiar de espacio dentro del mismo distrito o en otro punto de Barcelona. La última edición se hizo el 11 de febrero.

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