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Barcelona, tierra de nómadas digitales: concentra un tercio de todos en el país

Barcelona es una de las ciudades preferidas por nómadas digitales de todo el mundo. Son profesionales del sector tecnológico –a menudo europeos, norteamericanos o asiáticos– que trabajan en remoto y que se desplazan de una ciudad a otra cuando les interesa porque no necesitan una oficina fija. Según los últimos datos del Observatorio Permanente de la Inmigración, más de un tercio de los permisos de residencia por teletrabajo que se concedieron el año pasado eran para extranjeros establecidos en la demarcación de Barcelona y, más concretamente, en la capital catalana.

Desde hace dos años, el estado español ofrece visados especiales para atraer nómadas digitales, aunque la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) alerta de que esta política migratoria difícilmente ayuda a impulsar los sectores de innovación local, tal como defiende el gobierno español. Jonathan Chaloff, analista de políticas migratorias de la OCDE, advierte que, más bien, lo que hacen los visados a nómadas digitales es fomentar “el turismo”. En una entrevista a la Agència Catalana de Notícies (ACN), Chaloff asegura que cuesta “mucho imaginar” que los nómadas digitales tengan alguna “repercusión” en el tejido empresarial del país porque los visados que da España les impiden trabajar con clientes locales.

Un factor más de gentrificación

“Hay bastantes países [de la OCDE] que no han introducido estos visados porque no ven ningún valor añadido”, constata el experto, que señala los problemas fiscales y laborales asociados al nomadismo digital y el riesgo de que los visados faciliten actividades ilegales como principales contrapartidas. Además, la llegada de nómadas digitales ha generado mucha polémica por su impacto social. Asociaciones de vecinos como la del Poblenou denuncian que los poderes públicos “potencien” la llegada de estos teletrabajadores internacionales, que tienen más poder adquisitivo que los barceloneses y, por tanto, contribuyen a agravar la gentrificación y la crisis de vivienda que vive la ciudad.

La calle Ciudad Real decorada con un ornamento contra la gentrificación en Gràcia / ACN

El Ayuntamiento de Barcelona resta importancia a la situación y relativiza la dimensión del fenómeno de los nómadas digitales en comparación con el número de investigadores o estudiantes extranjeros que se instalan en la capital catalana. A pesar del interés inicial que despertaron los visados especiales, los nómadas que ahora llegan al Barcelona International Desk son “residuales”, defiende la responsable del servicio, Mónica Madrigal. Cloudworks, una empresa con varios coworkings en la ciudad, ha notado un “crecimiento sostenido” de teletrabajadores extranjeros que están de paso en la ciudad, pero coinciden con el consistorio y dicen que son “un segmento minoritario” en la ciudad.

Un fenómeno pospandemia

Londres, Ámsterdam, París, México, Los Ángeles, Chicago, Washington, Montreal o Vancouver. Son solo algunas de las ciudades donde vivió durante tres años Serg, un estadounidense de origen cubano de 44 años que durante la covid-19 decidió cambiar de vida y recorrer medio mundo trabajando desde su portátil. Es el paradigma del nomadismo digital, que se ha popularizado mucho en los países ricos con la expansión del teletrabajo. La última parada de Serg es Barcelona. Este asesor de negocios de 44 años ha llegado a la capital catalana con el visado para nómadas digitales.

El permiso dura un año, pero después se puede extender la estancia hasta cinco años si solicitan una autorización de residencia. El visado está pensado para extranjeros con formación universitaria o de escuelas de negocio “de reconocido prestigio” o con experiencia profesional mínima de tres años. Para poder obtenerlo, hay que demostrar que tienen unos recursos propios mensuales de al menos el 200% del salario mínimo interprofesional del país, es decir, unos 2.600 euros, y pueden venir acompañados de cónyuges, parejas de hecho e hijos. 

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