El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, se ha despedido este miércoles de las tres monjas clarisas del monasterio de Santa María de Pedralbes entre protestas de una treintena de vecinos que han pedido que no se vayan. Las monjas tienen previsto incorporarse a la fraternidad de Santa Clara de Vilobí d’Onyar (Selva) este fin de semana y Collboni ha augurado que un día podrán volver a la ciudad. “Para nosotros no es un punto final, es un punto y aparte”. El alcalde ha presidido la tradicional visita a las monjas por el día de Santa Eulalia, copatrona de la ciudad, acompañado por varios concejales de todos los grupos del Ayuntamiento.
Este miércoles 12 de febrero es el último día que las monjas clarisas pasarán en el monasterio. Las tres hermanas de la orden de Santa Clara confirmaron durante el fin de semana que abandonarían el monasterio después de pasar cinco años buscando alternativas para asegurar la continuidad de la vida en el edificio después de 700 años. En un comunicado, las hermanas clarisas aseguraron que viven el momento «con responsabilidad, porque hace mucho tiempo que ven las limitaciones de una comunidad formada por personas de edad avanzada y sin relevo generacional». La norma dice que se necesitan al menos cinco monjas para garantizar la actividad monástica y actualmente son solo tres.
Collboni, que ha tenido un recuerdo para las monjas que han fallecido durante el último año, ha recordado que las monjas clarisas han estado vinculadas con la capital catalana durante siete siglos y que en ese tiempo han tenido que irse hasta cinco veces, pero que siempre han terminado regresando. El alcalde ha reiterado el compromiso del Ayuntamiento de Barcelona de preservar los vínculos artísticos y culturales con el monasterio, que continuará abriendo las puertas a visitantes y vecinos, así como su función religiosa, ya que cada domingo habrá misa al mediodía. “Asumimos el compromiso de mantener el legado del monasterio”, ha reiterado.
Las monjas siguen el camino «abierto» por Dios
El dirigente socialista ha reconocido que la visita al monasterio de Pedralbes le ha despertado sentimientos contradictorios porque el acto de celebración de Santa Eulalia, un día especial para la ciudad, también ha servido para despedir a las monjas, que aceptan con resignación cristiana tener que marcharse. Una de ellas ha explicado que los cambios sociales y la falta de relevo generacional las obliga a mudarse y que su deber como peregrinas es irse a otra comunidad “a seguir el camino que Dios ha abierto”. Otra de las monjas ha mostrado su tristeza por no haber podido “salvar” el legado, aunque ha adelantado que el cierre de un convento de monjas clarisas en Nicaragua podría hacer que las monjas de allí se muden a Barcelona.
