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Barcelona expulsa los asentamientos hacia otras ciudades

El incendio de una nave en Badalona donde vivían centenares de personas sin hogar, en 2020, marcó un punto de inflexión en los ayuntamientos metropolitanos, que desde entonces revisan con lupa los asentamientos más grandes. Todo ello hace que los asentamientos de ahora, tal como ha explicado el Ayuntamiento en otras ocasiones, ya no se constituyen en naves grandes, sino en núcleos pequeños que conviven en chabolas aisladas o locales abandonados. Sea como fuere, la falta de recursos –sobre todo de viviendas alternativas– denota la ineficacia de las políticas públicas y la cronificación de este tipo de vulnerabilidad, cada vez más tendido en la periferia y en las ciudades del alrededor, según dicen las ONG encargadas de hacer seguimiento.

Una de las principales entidades que se ocupa es la asociación Amics del Quart Món, desde donde explican que ahora actúan sobre todo fuera de la ciudad y que en estos momentos sus colaboradores acompañan la segunda y tercera generación de una misma familia. «Es la prueba más que evidente de la cronificación del problema», apunta la coordinadora de la entidad, Jessica González, que describe un cambio de tendencia en Barcelona. «Algunas de las familias que acompañamos han encontrado vivienda, pero alrededor de un 80% han sido expulsadas de la ciudad. Nos encontramos con una media de entre 15 y 20 expulsiones cada año«, explica en conversación con el TOT Barcelona.

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Asentamientos a solares de la ciudad. calle Grande de la Sagrera, con las obras del AVE de fondo | Jordi Play

Según los últimos datos disponibles, facilitadas por el Ayuntamiento en este diario, en la ciudad de Barcelona hay 71 asentamientos identificados, en los cuales viven 260 personas. Es una de las cifras más bajas de los últimos años, teniendo en cuenta que el pasado mes de diciembre se cerró con 77 asentamientos y 278 personas. El año 2022 había 63 asentamientos y 283 personas, y el 2021 había 86 asentamientos con 384 personas. En todo caso, Jessica González enmarca este decrecimiento en la política de expulsiones que lleva a cabo el Ayuntamiento desde 2020. «Tenemos que pensar que, después de la pandemia, ha habido muchos desalojos de familias que han sido expulsadas. Son desalojos administrativos, no judiciales. Es como una multa. Van a los asentamientos y les dicen que no pueden estar, que tienen que marchar», explica González.

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Las ONG apoyan, en algunos casos, a los limpios de generaciones que ya vivían en assentametns | Jordi Play

El Ayuntamiento argumenta que no tiene competencias

El análisis de la asociación Amics del Quart Món contradice las últimas declaraciones del regidor de Nou Barris, Xavier Marcé, que apretado por un grupo de vecinos en la última Audiencia Pública insinuaba que Barcelona «tiene un problema de asentamientos» porque dispone «de una política más activa en servicios sociales que otros ayuntamientos próximos». En Nou Barris, algunos vecinos próximos al Canódromo piden examinar un pequeño grupo de sin hogares que se han instalado bajo el porche del edificio. En respuesta a estos vecinos, el mismo Marcé ha llegado a decir que los asentamientos empiezan a estar «fuera de control» en Barcelona. Preguntada por este episodio, Jessica González insiste: «Nosotros acompañamos a un centenar de familias y te puedo decir que la mayoría están fuera de Barcelona. No veo efecto llamada, más bien un efecto centrifugado y de expulsión. Y con las expulsiones, Barcelona no es precisamente un municipio atractivo para instalarse». En este sentido, desde la entidad recuerdan la «inestabilidad» que supone vivir sabiendo que te pueden echar «en cualquier momento».

Por otro lado, fuentes de la concejalía de Derechos Sociales consultadas por este diario niegan que los servicios sociales estén sobrepasados y defienden que el Ayuntamiento «atiende todo el mundo que se encuentra en la ciudad, independientemente de su origen, con el objetivo de facilitar que todo el mundo recibe atención sanitaria y, en el caso de los menores, que estén escolarizados». «En el caso de los asentamientos donde hay menores, niños y familias son atendidas por los servicios sociales específicos del Ayuntamiento de Barcelona, concretamente lo SISFAM, creado para poder atender las necesidades sociales de un colectivo con un alto nivel de complejidad en la intervención social», insisten desde el departamento.

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Los assentamtns de ahora son más pequeños y aislados | Jordi Play

Desde el Ayuntamiento remarcan que «se continuará garantizando la atención social de las familias que se encuentran en esta situación para proteger a los menores», pero también apuntan que la administración local hace frente «en solitario» a un «fenómeno global» que «escapa de sus competencias». «El Ayuntamiento no puede facilitar permisos de trabajo ni de asilo, y tampoco recibe comunicación otras administraciones. Es una disfunción del sistema que sean los trabajadores de calle de un municipio los que acaben atendiendo esta situación, que es global y que no tiene su origen en el municipio de Barcelona. Recordamos también que el marco competencial en cuanto a estos niños y niñas es autonómico», remarcan desde la concejalía.

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El Ayuntamiento tiene controlados 71 asentamientos como este en todo la ciudad | Jordi Play

El toque de atención del defensor del pueblo

El Ayuntamiento de Barcelona, en el marco de la suya Estrategia de Impulso de la Agenda 2030, cita como objetivo que «en 2030 toda persona residente en Barcelona que se quede sin techo tendrá una cama donde dormir y un plato a mesa, y el número de personas sin hogar se reducirá fuertemente». Cogiéndose a este compromiso, y después de analizar una denuncia de la asociación Amics del Quart Món, lel Síndic de Greges de Barcelona ya llamó al alto al gobierno municipal el año pasado, remarcando que el ejecutivo centraba sus esfuerzos a una «política de contención» de los asentamientos «que no comporta mejoras sustanciales en las condiciones de vida de las personas que viven y que ven sus derechos afectados«. «Considerados los hechos y las normas aplicables, concluimos que, en este caso, la actuación municipal no ha sido eficaz, aunque haya sido ajustada a la legalidad vigente. Hay que destacar que no hay una estrategia municipal clara«, resuelve David Bondia en abril de 2023.

En este mismo documento, Bondia recomienda a la alcaldía –en aquel momento Ada Colau, ahora Jaume Collboni– instar al resto de administraciones a «establecer una estrategia metropolitana que permita dar una respuesta eficaz y coherente al problema de los asentamientos». Jessica González lamenta la ausencia de esta «estrategia metropolitana» a pesar de admitir, en todo caso, que «ahora se está empezando a dibujar». «A nosotros nos interesa la atención se da a las familias. ¿Si una familia deja de estar en Barcelona unos meses y la damos de baja, qué pasa? Nadie te garantiza que si una persona ahora vive en Moncada o Ripollet esté inscrita al registro de Barcelona. Son familias que quedan en un limbo. Para nosotros es importante hablar de estrategia metropolitana, que haya un seguimiento global», apunta la trabajadora.

Fragmento de la decisión del síndico sobre los asentamientos / síndico de agravios de Barcelona

Ahora bien, González también avisa de los riesgos que puede comportar una política global si esta no se hace desde la conciencia colectiva: «En todo caso, tengo dudas de si funcionaría. La pregunta es por qué queremos hacer esta respuesta global. ¿Para que los números de asentamientos no queden concentrados en Barcelona? Temo que los municipios que actualmente no tienen ninguno registrado, no se verán obligados a invertir en un presupuesto para ayudar a estas personas. Por lo tanto, puede ser un intento de repartirse responsabilidades en vano». Así las cosas, las entidades que hacen seguimiento –que son conscientes del temor que hay en los ayuntamientos de vivir un segundo caso como el de Badalona– insisten que, a pesar de todo, una cosa son «los procedimientos administrativos para evitar accidentes» y otra de muy diferente son las políticas actuales, «que pretenden desempadronar la gente».

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