El aumento de palomas en Barcelona supone un dolor de cabeza para el servicio de Bienestar Animal del Ayuntamiento. Según el último censo elaborado por el consistorio, el número de palomas asciende a los cerca de 100.000 ejemplares, lo cual quiere decir que hay entre 1.300 y 1.700 palomas por cada kilómetro cuadrado. Todo ello genera un alto volumen de quejas –más de 1.500 por canales oficiales, según los últimos datos distribuidos– y supone un riesgo para la salud pública. Hasta ahora, gran parte de los esfuerzos se centraban en el control de la fertilidad de las colonias de palomas, una medida que el Ayuntamiento todavía defiende, pero que los expertos aseguran que es «ineficaz». Sea como fuere, y ante el alto número de alimentadores –unos 350– el Ayuntamiento ha hecho un pequeño giro buscando otras medidas que eliminen la sobrepoblación.
Los expertos aseguran que la paloma es una especie difícil de domar, puesto que cuenta con todos los elementos de cara para redimensionarse. El jefe de investigación del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, Joan Carles Senar, explica al TOT Barcelona que las palomas «no tienen factores limitantes, crían en todos los agujeros» y, por si esto no fuera suficiente, lo hacen «durante todo el año», sobre todo en los países con mejor tiempo, como es el caso de los que forman el arco mediterráneo. La paloma roquera, por ejemplo, una de las especies predominantes en Barcelona, con solo 6 meses de vida ya es fértil y puede hacer postas desde el mes de marzo hasta octubre.
El otro aspecto remarcable es que las palomas «no tienen muchos depredadores». Senar apunta solo a algunas gaviotas o los halcones. En todo caso, el experto remarca que no hay suficientes especies como estas sobrevolando Barcelona, con lo cual no se sienten amenazados. «El ecosistema urbano no está equilibrado, no se equilibra de forma natural. Lo que está pasando en Barcelona es que las palomas y otras especies están creciendo mucho más de lo que tendrían que crecer», concluye Senar, que recuerda los principales problemas que generan las palomas: excrementos muy corrosivos que echan a perder el mobiliario urbano, aumento de la suciedad, estallido de enfermedades entre ellas o un aumento del número de parásitos.

Primeras medidas: aves rapaces y concienciación
Últimamente, de hecho, el Ayuntamiento ha iniciado una prueba piloto en los alrededores del Camp Nou con aves rapaces para eliminar nuevos asentamientos. Las palomas son animales que se mueven poco y que, una vez están instalados, hacen mucha vida en una misma zona. Con esta estrategia, pues, pionera en Barcelona, por cierto, el consistorio intentará erradicar los espacios donde los animales encuentran comida, confort y pueden criar. En una primera fase, los halcones volarán de forma continua, haciendo crecer el temor de las palomas. Limitar, reducir y eliminar aquellas estructuras que facilitan el reposo de las palomas o la nidificación, esta es la primera de las tres grandes estrategias que tiene en marcha el Ayuntamiento en estos momentos.
La segunda estrategia, que centra gran parte de los esfuerzos, consiste en «reducir o eliminar el alimento antropogénico». Es decir, conseguir que las personas no alimenten a las palomas. Los expertos aseguran que este es uno de los problemas más latentes en las grandes ciudades. Según Joan Carles Senar, combatir a los alimentadores es «clave» en la lucha contra la sobrepoblación, pero alerta de la dificultad de la operación. Muchos de ellos son personas mayores que combaten su soledad dándoles de comer y otros muchos son turistas, que hacen visites relámpago y están poco identificados con el bienestar general de la ciudad.

Fuentes municipales consultadas por este diario mantienen que se está haciendo una segunda prueba piloto, que para variar enmarcan en el Plan Endreça, que trabaja con las personas que alimentan palomas. Un proyecto de «concienciación» que se ha empezado a hacer en 7 puntos de la ciudad donde el Ayuntamiento ha identificado personas que dan más de 2 kg de comida al día. «Los resultados que se obtengan permitirán configurar una estrategia de ciudad en cuanto a los alimentadores, que generan situaciones que a menudo tienen asociadas otras complejidades que requieren una actuación transversal», apuntan desde el Ayuntamiento. Paralelamente, el consistorio remarca que también trabaja con el que considera alimentadores activos (personas que comparten parte de su comida o dejan caer muelles) y alimentadores pasivos (personas que abandonan comida para llevar en la calle, mayoritariamente turistas). El proyecto se está haciendo de forma conjunta con el Servicio de Gestión de Conflictos.
La esterilización, una medida que no acaba de convencer
La tercera vía para parar la sobrepoblación de palomas es el uso de la nicarbanzina, un pienso anticonceptivo que el Ayuntamiento empezó a distribuir por la ciudad en 2017. En cinco años, el consistorio habilitó dispensadores de este pienso a 36 puntos de la ciudad. Desde el ejecutivo puntualizan al TOT, eso sí, que la nicrbanzina se dejó de distribuir el 2023 «porque las actuaciones se han centrado en zonas con incidencias y/o con alimentadores». Este hecho, aseguran, no quiere decir que el Ayuntamiento no crea en este tratamiento, es más, la valoración que hacen es «muy positiva» y la idea es volverlo a poner en marcha próximamente. «Se consigue reducir el número de individuos de la colonia tratada, pero se tiene que abordar la interferencia que generan los alimentadores», argumentan desde el consistorio.

Los expertos, en cambio, dudan de que estos tratamientos tengan resultados positivos. En un artículo publicado en la revista
En conversación con el TOT Barcelona, Senar es tajante. «No sirven absolutamente para nada», dice sobre los anticonceptivos. «Para que se coman este producto se pone una especie de silicona que no gusta a las palomas, entonces no se toman las dosis totales que se tienen que tomar. Por otro lado, la dosis se distribuye principalmente por la mañana, momento en que comen los machos, sobre todo. Se lo tendrían que tomar las hembras», apunta. Senar concluye que el que falla es «la manera en que se aplica» el tratamiento e insiste que las medidas que combaten a los alimentadores se han demostrado «más efectivas». Concretamente, cita una prueba que se ha hecho a Sant Andreu, con informadores y cierta presión de la Guardia Urbana, que consiguió reducir la población de palomas en un 40%. Esta es, para el experto, la mejor y casi única opción: «Es una carrera de fondo, pero se tiene que hacer, porque, además, para las palomas tampoco es bueno aumentar artificialmente su densidad».