El Ayuntamiento de Barcelona ha hecho efectivo, este miércoles por la mañana, el cierre de seis de las 11 paradas de las antiguas pajarerías de la Rambla, «después de haber recibido la autorización judicial para poder llevar a cabo la recuperación forzosa de los establecimientos», informan fuentes municipales. A finales de julio, el gobierno de Jaume Collboni ya advirtió que desalojaría las antiguas paradas que no habían entregado las llaves, después de que varias resoluciones judiciales dieran la razón el Ayuntamiento en el largo litigio.
En cuanto a las cinco paradas restantes, que pertenecen todas a un mismo propietario, el Ayuntamiento está a la espera de recibir la autorización judicial por parte de otro juzgado para poder proceder del mismo modo. Fuentes municipales han explicado al TOT Barcelona que, a partir de ahora, se estudiará cuál será el momento más adecuado para el derribo de las paradas, según cómo avancen las obras de reforma del paseo más internacional de Barcelona, que tendrían que acabarse el 2027.
La venta de animales acabó en 2009
Las antiguas pajarerías dejaron de vender animales el 2009 y se reconvirtieron en paradas de helados, dulces, entradas, recuerdos… En el Plan Especial de Ordenación de la Rambla, aprobado definitivamente en 2016, ya no se contemplaba la continuidad de estas paradas, recuerda el consistorio.
La desaparición de las paradas de las antiguas pajarerías de la Rambla es una decisión que viene de lejos y responde al interés general, según el Ayuntamiento. El proceso ha llegado hasta este punto después de las diferentes resoluciones judiciales que ha habido dando la razón a los planteamientos defendidos por el consistorio, afirman las fuentes municipales.
El posicionamiento de las antiguas pajarerías
Tal como recogió el TOT hace unas semanas, las antiguas pajarerías se habían mostrado dispuestos a irse de las paradas, pero no con las manos vacías y dejando sin trabajo a cerca de un centenar de personas. En los últimos meses, han propuesto marchar a otro lugar de la ciudad a seguir con su actividad, pero el Ayuntamiento no lo ha aceptado. Según las antiguas pajarerías, la ciudad tiene paradas vacías “en los 41 mercados de la capital catalana”, por lo que piden al Ayuntamiento que les deje trabajar en estos espacios disponibles.