Son las doce y media y los voluntarios ponen la mesa, juntan cuatro vallas municipales para asear la cola, y en la cocina se ultiman los preparativos. Son unas veinte personas, entre trabajadoras y vecinos, que preparan el comedor solidario Gregal para acoger unas 300 personas en el corazón de la rambla Prim. El menú de hoy ofrece diferentes platos y los usuarios pueden escoger entre lentejas, judías o pollo. De postres hay mandarina y para quien quiera un añadido, un cruasán. Dicen las coordinadoras del proyecto que para muchos de ellos es «la única comida del día» y que en los últimos años han tenido que reducir el número de usuarios que pueden acoger, una medida que han tomado a regañadientes, pero necesaria para poder «cuidar» los derechos laborales de quienes trabaja. Una de estas trabajadoras –hay siete; una coordinadora, una trabajadora social y el resto en la cocina– es la Merche. Es, junto con su hermana, la fundadora del comedor, instalado inicialmente en los locales de el Ateneo Libertario del Besòs.

Tanto la Merche como su hermana eran usuarias del Ateneo, como también lo era su madre en ochenta. «Allá te enseñaban lo más elemental, cómo poner un enchufe, por ejemplo», rememora años más tarde en conversación con el TOT Barcelona. Es imprescindible entender qué era el Ateneo Libertario para saber qué es ahora Gregal. «Yo estaba en el paro y mi hermana dejó su trabajo. En el barrio había una colonia de africanos muy grande y un día, paseando, vi que uno de ellos abría una papelera… ¡Cómo puede ser! ¡Si yo allá tiro la caca del perro! Decidimos hacer una vuelta y ver qué pasaba, y ya sospechamos que algo se movía a las fábricas antiguas. Buscamos en Internet el índice de pobreza que había en el barrio y decidimos hacer tapers. Gil [presidente del Ateneo] nos dijo que de hacerlo a casa nada de nada, que creáramos el comedor en el Ateneo. Y así empezamos. Solo el primer día ya teníamos 50 personas«, explica Merche, que ve con ilusión como el proyecto crece y se estabiliza en su barrio.

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La Merche (en el centro), cocinera y fundadora del comedor Solidario Gregal al barrio del Besòs-Maresme | Jordi Play

Los primeros años no fueron fáciles. A ambas hermanas se las acababa el paro y nadie respondía a sus peticiones. «Hicimos ruido, para que el Ayuntamiento supiera que estamos aquí, que necesitábamos ayuda», comenta. «Sin ser optimistas. Es más, pensábamos que si entraban y veían las instalaciones nos lo clausurarían», añade. Una visita exprés de Ada Colau en 2016, en aquellos inicios como alcaldesa, allanó el camino, dice Merche, que años más tarde comanda la cocina junto con su hermana y cuatro trabajadoras más. El proyecto ahora forma parte del Plan de Barrios, tiene un equipo que se dedica a él profesionalmente y contacto con el Bac de Alimentos y el Rotary de La Caixa, que les proporciona cien comidas diarias en colaboración con los hoteles de la zona. Queda lejos la época en la que la Merche paseaba por el barrio «con una carretilla del Carrefour» pidiendo comer a los vecinos.

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Los usuarios hacen cola para entrar a comer en el comedor | Jordi Play

Objetivo: hacer revivir el Ateneo

El comedor se ha convertido en el proyecto comunitario más sólido del barrio y recibe 16 personas nuevas cada día. Solo un 40% son del Besòs, según sus cálculos. Están llenos y las nuevas visitas se derivan en otros espacios, aunque Araceli –la trabajadora social– les ayuda a encontrar los departamentos municipales adecuados. Aun así, desde el Gregal mantienen que no dejan «nadie sin plato». «No damos al alcance, pero no dejamos nadie sin comida. Nosotros ofrecemos un plato, pero exigimos que tú hagas el esfuerzo de moverte, con nuestra ayuda. Y mientras estás en lista de espera de los servicios municipales, aquí tendrás un lugar», explica Carolina, coordinadora del proyecto.

Del antiguo Ateneo, pues, se ha pasado en el comedor solidario, pero las impulsoras del proyecto no olvidan su legado. Ya se ve en la entrada, con las palabras Libertado, Feminismo y Antifascismo –los valores del Ateneo– liderando la fachada. Y en la izquierda, un mural hecho por el famoso grafitero Roc Black Bloc reafirma los valores del proyecto, con la imagen de unos vecinos sublevados bajo el lema ‘Gregal, un viento que sigue soplando’. Araceli y Carolina comandan ahora la nave. Las dos nacieron en el barrio y las dos son trabajadoras sociales. Aseguran tener mucho trabajo, pero mantienen intacto la ilusión por un proyecto que se expande. La cooperativa consolidó el comedor solidario el marzo de 2022, estrenando unas instalaciones completamente renovadas y mejor equipadas. Ahora, quieren hacer un paso más y recuperar la idea del Ateneo.

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Lo gran mural que precideix el comedor solidario | Jordi Play

El objetivo es recuperar los talleres y dotar el barrio de un espacio comunitario, pero el proyecto todavía está verde. Ante todo hay que reformar los locales antiguos y la cooperativa calcula que será imponible tenerlo todo terminado antes del 2026. Ahora bien, la idea está. «Tenemos diferentes objetivos, queremos recuperar el legado y la idiosincrasia del Ateneo y también dotar el barrio de más espacios. Lo que está claro es que un barrio sin opciones es un barrio muerto», dice Carolina, que este año se ha marcado como objetivo elaborar las líneas maestras del proyecto; como se organizará, la financiación y los recursos que son necesarios.

Recuperar el espíritu comunitario del Besòs

Desde el Gregal matizan que el barrio sí que dispone de suficientes recursos, pero que la mayoría son de titularidad municipal. Por lo tanto, creen más que necesario que el espíritu comunitario del Besòs reavive desde las entrañas de las mismas entidades. El activista vecinal y ahora presidente de la Asociación de Vecinos del Besòs, Francisco Abad, confirma que el barrio «ha perdido mucho» de este espíritu comunitario. Ha habido épocas, dice, de sobreexcitación vecinal, que «se protestaba por todo». Para Abad, este hecho podría haber influido, curiosamente, a la muerte comunitaria del barrio. Ahora bien, también hay que sumar los cambios demográficos que ha habido. «Todo influye, hay variedad cultural y muchas comunidades diferentes. Es cierto que hay comunidades que son muy cerradas y solo interactúan entre ellos», explica el vecino, que celebra «todas las alternativas que mejoren calidad de vecinos», en referencia en el nuevo proyecto del Gregal. «Estamos allá y los ayudaremos», confirma.

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El comedor Solidario Gregal en el barrio del Besòs-Maresme | Jordi Play

Merche, una de las personas que puso en marcha todo esto, también se apunta al carro porque «no hace falta que lo hagamos todo como ellos quieran». Hace referencia a los numerosos recursos municipales, comandados por el Ayuntamiento, que hay al Besòs. Algunos, dice, sin sentido. «Ahora dicen que quieren crear una nueva biblioteca cerca de la zona del Fórum [a los antiguos cines Pedro IV], pero a dos pasan tenemos una, por qué no pueden venir hasta aquí», critica. «Faltan salas de música, de estancia, salas para los jóvenes, sobre todo», dice la cocinera del Gregal. También cree que un nuevo centro de formación puede ayudar a aquellos que no tienen recursos. «Antes nos enseñaban a colocar enchufes, ahora habrá que enseñar a enviar un correo», apunta. Todavía queda mucho, y todavía hay que dibujarlo todo bien, pero el espíritu del Ateneo Libertario vuelve a deambular por el Besòs.

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