Mientras algunos terminan el taller de dibujo en el comedor, en la cocina, otros tres ultiman los detalles de la noche de Navidad. Un contratiempo de última hora casi deja el plato estrella en el congelador, pero se ha llegado a tiempo y el salmón completará una comida de nivel, con embutidos de calidad y gambas. Son personas alcohólicas en tratamiento y la comida no tendrá ni rastro de alcohol. Pero lo que más se echará de menos es la familia. Muchos de ellos se han distanciado. Otros van en camino de reencontrarse de nuevo, pero igualmente pasarán la Navidad en la Asociación Rauxa. «Lo peor es esta nostalgia», apuntan los usuarios que esperan en el comedor, que ven este año como un posible punto de inflexión. «Para nuestras familias, que estemos aquí ya es el mejor regalo», explican.

La doctora María Luisa Marín y diferentes monitores, que anteriormente también habían sido pacientes y ahora los acompañan diariamente, están con ellos. «Somos la sociedad del vino y en fiestas hay barra libre. Algunos tienen este recuerdo, pero a muchos otros les da igual porque bebían sin mirar el calendario», explica Marín, que, en cambio, sí ve un incremento de la nostalgia. «Sobre todo es una época difícil por esta falta de afecto. Hay algunas personas que conservan los vínculos familiares, pero otras no. Muchas familias no entienden que es una enfermedad. Piensan que son unos desgraciados, que son unos viciosos, que no quieren hacer las cosas bien. Y los rechazan», continúa.

Los usuarios de la asociación gestionan y ejecutan todas las tareas de las comidas | Gabriel González

Aún así, Marín matiza que muchos pacientes en tratamiento acaban reconduciendo sus relaciones familiares. En este sentido, Rauxa también intenta integrar a los parientes más cercanos en las terapias. Y Navidad, en este acompañamiento, es importante. La entidad organiza terapias familiares y cada Navidad prepara una cena con familiares. «La terapia conjunta con la familia también es muy importante, porque la familia también sufre mucho. Por cada alcohólico, se calcula que hay ocho personas del entorno afectadas», apunta la doctora.

Navidad sin alcohol

En Cataluña, el consumo de alcohol comienza antes de los 16 años. Según la encuesta EDADES 2024 del Ministerio de Sanidad, alrededor de seis de cada diez personas (64,3%) manifiestan haber bebido en el último mes, casi ocho de cada diez (77,8%) dicen haberlo hecho en el último año, y casi todos (92,5%) han consumido alguna vez en la vida. A todos estos datos, Marín añade que una de cada diez personas que comienzan a beber se quedan enganchadas. «Todos en casa hemos probado el alcohol de la mano de la madre o del padre», comenta la doctora, que observa una falta general de «concienciación y prevención».

Marín, que se encarga de supervisar los tratamientos en la Asociación Rauxa, insiste en que el alcoholismo es una enfermedad mental y crónica. De ahí que las personas de la asociación que están en tratamiento celebren las fechas señaladas en las instalaciones de Rauxa, independientemente de la fase en la que estén. A veces algún paciente que ya está en un piso —los que evolucionan mejor pasan a inmuebles independientes, gestionados por la misma entidad, que continúa la supervisión— se ha marchado «si sabemos al 100% que no consumirá», pero la doctora insiste en que son casos «muy excepcionales».

El pesebre, en la entrada del piso, frente a una noticia sobre la entidad | Gabriel González

El método es estricto pero necesario. Hay argumentos científicos que lo avalan y casos prácticos que lo justifican. «Lo normal es que la familia lo entienda, pero hemos tenido excepciones. Aquí venía un hombre que padecía cirrosis [una enfermedad del hígado provocada por el alcohol]. La madre venía a las terapias y sabía de la situación. Lo organizamos para que pudiera ir a casa por Navidad. Solo era él, la madre y sus hermanos, y aseguraban que no beberían», recuerda Marín. «Hubo, de alcohol. Y le dijeron que por un dedo no pasa nada. Y sí pasa. No puedes estar con gente que bebe porque se activa la enfermedad. El hombre se fue después de la comida con sus amigos, que eran personas sin hogar, para poder beber al máximo que pudiera. Murió, de sobredosis, ese mismo día».

Navidad negra con La Terrasseta

Los usuarios de Rauxa cenan juntos en el local de la entidad la noche de Navidad. Lo mismo ocurre al día siguiente, para San Esteban o la noche de Año Nuevo. No habrá alcohol, pero el resto sí que será similar a cualquier otra comida. En la sede de Rauxa también se evitará hablar de política, aunque tienen argumentos para hacerlo. De hecho, Marín avisa que la situación crítica que atraviesa el comedor social de la entidad ha creado una mancha negra difícil de borrar esta Navidad. La Terrasseta sigue en peligro. «Siguen sin hacer caso, poniéndonos excusas. Les he pasado la normativa, la catalana y la europea, saben que nos beneficia a nosotros. Que conste, que quede dicho, que La Terrasseta sigue igual», comenta la doctora, como siempre, al pie del cañón. La entidad ya había aprovechado esta y otras cabeceras para denunciar que el Ayuntamiento ha retirado la financiación al comedor social, alegando que Rauxa debería haberse presentado a un concurso público que, insisten desde la entidad, nunca se habían presentado y nunca nadie les había comentado.

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Comedor social La Terrasseta, gestionado por la asociación Rauxa, vive una Navidad atípica | Jordi Play

La Terrasseta no es solo un comedor social, sino también el último escalón del tratamiento. La entidad detecta en la calle personas alcohólicas en peligro y les propone iniciar el tratamiento. Permanecen ocho meses, algunos más y otros quizás menos, conviviendo en la sede de Rauxa del barrio de Gràcia y cuando son más autónomos pasan en grupitos de tres a pisos de la asociación. Es aquí donde La Terrasseta les permite firmar un contrato e iniciarse en el mercado laboral. «Les ayuda a tener unos horarios, unas obligaciones, saber qué es la jerarquía. Va más allá de las comidas, es un comedor terapéutico, que les prepara para poder salir al mercado laboral», comenta Marín. Harán todo lo posible para mantenerlo, posiblemente lo lograrán, pero nadie les quitará la incertidumbre que los acompaña esta Navidad.

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