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La agresión racista a un exconsejero barcelonés que quiere marcar jurisprudencia

La vida de Jordi Callejo dio un giro de 180 grados el 29 de enero del 2022. Después de cerca de trece años trabajando para una compañía barcelonesa de relojes, este técnico de profesión sufrió de un día para otro un presunto caso de discriminación racista por parte de su encargado. Según denuncia la víctima, los hechos tuvieron lugar en las instalaciones que la empresa tiene en Mataró en el marco de una conversación distendida entre los empleados y el responsable de uno de los departamentos internos, cuando Callejo le hizo un comentario en tono humorístico a su jefe y este respondió virulentamente insultándolo.

«Puto negro de mierda«. Estas palabras cayeron como una losa sobre Callejo, que tiene unos rasgos físicos característicos, dada su ascendencia filipina, pero que ha nacido y ha hecho toda su trayectoria vital en Barcelona. De hecho, durante el mandato pasado ejerció de consejero del distrito de Ciutat Vella por parte de ERC. No era la primera vez que sufría un episodio de esta naturaleza, pero sí la primera vez que esto le pasaba en el ámbito laboral. El trabajador probó de enderezar la situación en una conversación en privado donde, lejos de rebajar la tensión, la ofensiva habría ido a más y su jefe le habría llegado a empujar violentamente. Aquel mismo día, el empleado cogió la baja por ansiedad y depresión.

Dos años después de estos hechos, el incidente continúa sin resolverse y está actualmente en manos tanto de Inspección de Trabajo como de la Oficina por la No Discriminación del Ayuntamiento de Barcelona. Este mismo martes se tenía que celebrar un acto de mediación entre empresa y trabajador, pero finalmente la compañía decidió no presentarse a la cita, un movimiento que podría derivar en una sanción económica. Desde el incidente, Callejo no se ha vuelto a reincorporar a su lugar de trabajo. Viendo que los intentos de abordar la problemática durante estos meses resultaban infructuosos, de la mano de varios sindicatos como la CGT o la Intersindical, se impulsó a finales del pasado mes de abril una protesta multitudinaria a las puertas de las instalaciones de la empresa en Mataró.


Esta acción reivindicativa ha desembocado en una suspensión de 60 días de sueldo y trabajo para Callejo, que tiene previsto recorrer la sanción al considerar que de este modo se está vulnerando su derecho tanto a protesta como sindicalizarse. En paralelo, el empleado tiene en curso una denuncia por un delito de odio y por daños morales y psicológicos a su persona, un proceso que podría desencadenar el despido del responsable protagonista de este presunto episodio de discriminación. «No existen prácticamente casos de despidos por discriminación racista porque la mayoría de las veces lamentablemente no se llegan ni a denunciar. La gente calla y esto hace que no haya jurisprudencia«, apunta el exconsejero republicano, que confía que su caso pueda marcar el camino legal a seguir y aliente a los trabajadores que sufran este tipo actitudes y vejaciones a denunciar sus casos.

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