Trabajo ha tenido el magistrado Carlos Almeida, que preside el tribunal del jurado de Barcelona que juzga el crimen del Gaixample, en la segunda jornada de la vista oral. No tenía un papel fácil, ante una declaración como la de Giovanny, que tenía aprendida la lección de cómo tenía que justificar los hechos de la escabrosa madrugada del 28 de octubre de 2021. Una noche que empezó con «litronas de Chivas» y «gotas para tener erecciones» y acabó con la muerte a golpes de José Sotomayor, propietario del popular bar de ambiente del Eixample,
Giovanny ha sido el segundo de la jornada de esta mañana en sentarse en el banquillo. Desde el día de los hechos había mantenido los dientes serrados. Pero, la defensa, hábilmente, le ha puesto un telonero que ayudaría a allanar su declaración: su hermana Paola, que hablaba desde los Estados Unidos. Un testigo que tenía que servir para constatar el estado «angustiando» en que se encontraba el ahora procesado aquella tarde y noche, cuando los dos hermanos «conversaron por whatsapp». Una tesis que la fiscal ha limitado con una audaz táctica para hacer explicar a la hermana que hacía más de 20 años que no se veían. El resto de testigos eran vecinos que escucharon el ruido y un cliente habitual del bar que ha contextualizado el conocimiento de casi todo el mundo que asistía al local.
Noche de alcohol y drogas
El acusado ha comenzado su declaración explicando cómo había sido su niñez, cómo su madre soltera había sacado adelante a cinco hijos, después de que el padre, «maltratador y borracho», les dejara. El presidente del tribunal, con suavidad, le ha rogado que fuera al grano y que tiempo tendría de explicar su historia si la defensa sabía hacer su trabajo en el turno de última palabra. También le ha advertido que mejor que vaciara el buche y no diera nada por sabido. «En este juicio solo vale el que se dice en esta sala», ha remarcado el togado con paciencia. Y así se ha comprobado cuando el letrado defensor ha intentado colar una declaración ante los Mossos de una testigo para acreditar una «contradicción» de un detalle de la testifical. «Letrado, en esta sala, como mucho, declaraciones ante el juez instructor….», ha avisado moviendo la cabeza. El abogado, que lo ha entendido a la primera, ha desistido inmediatamente de sus intenciones.
Una vez situada, la víctima ha narrado su versión de los hechos. Llegó al bar, que visitaba a menudo porque era un lugar «fácil donde obtener drogas». Tomó tres copas de cava que, sumado a su condición autocalificada de «yonqui», determinaron lo que serían las próximas horas. Giovanny se marchó al piso de la víctima. Se conocían de mucho antes y aquel día, incluso, le había ofrecido trabajo en el local. Una vez en el piso, continuaron bebiendo de una «litrona de Chivas». Cuando llegó el momento de mantener relaciones sexuales, el acusado se hizo el remolón porque se encontraba en un estado lamentable y «no podría tener ninguna erección». Entonces, la víctima le ofreció unas gotas transparentes para «ponerlo
A continuación, la víctima le propuso al acusado prácticas sexuales “sadomasoquistas” y le pidió «que se meara y se cagara encima». Giovanny ha asegurado al tribunal que se negó y empezó una discusión. Tiró un jarrón, se puso nervioso, la víctima se le abalanzó y le clavó «algo punzante». «Yo me pensaba que se acercaba con un teléfono móvil», ha detallado pero «me di cuenta de que la mano que había puesto para defenderme, sangraba». «Esto fue el detonante», ha dejado caer. Momento en que el juez le ha pedido hacer una síntesis para dejar claro a los miembros del jurado cómo decía que habían pasado las cosas. Giovanny ha añadido que se encerró en el ascensor y subió y bajó, hasta que los Mossos d’Esquadra lo encontraron y fue como una «liberación».
