Este martes, 20 de febrero a las 9 h, los partidos de la oposición que continúan jugando la partida de la gobernabilidad de Barcelona con negociaciones más o menos profundas con el PSC -los puentes no están oficialmente rotos ni con Comunes ni con Junts, si bien los socialistas se decantarían a estas alturas para ampliar su minoría solo con los republicanos-, tendrán que posicionarse sobre la tramitación inicial de los presupuestos del 2024 impulsados por el alcalde. Una votación que, de facto, se traducirá en seguir o salir expulsados de la ecuación del gobierno Collboni. Será en la comisión de Economía y Hacienda extraordinaria que el alcalde convocó el pasado miércoles, después de anunciar su intención de llevar las cuentas a aprobación por segunda vez, aunque sea vía cuestión de confianza. En octubre del 2023 los retiró in extremis para evitar perder la votación. Desde entonces están prorrogados.

Pero después de ocho meses gobernando en solitario y con aquella primera derrota política relevante, Jaume Collboni está decidido a «cumplir» su palabra, que Barcelona tendrá presupuestos antes de la primavera. Si no consigue superar la aprobación inicial en comisión y después sumar el apoyo de como mínimo 21 regidores en el pleno, tendrá la carta de la cuestión de confianza, que le daría oxígeno para un año más de gobierno en solitario si lo quisiera, con las cuentas aprobadas automáticamente si en 30 días no se postula un candidato alternativo con mayoría absoluta. Una posibilidad, hoy por hoy, improbable.

Sea como fuere, el alcalde Collboni tomará buena nota este martes de la respuesta de cada partido a su llamamiento a permitir -no necesariamente hace falta un voto a favor, con una abstención también pasarían el filtro- la tramitación inicial de los presupuestos, lo que equivale a ponerlos en exposición pública 15 días hábiles para después llevarlos al pleno para su aprobación.

Alamany y Castellana a la rueda de prensa | ERC / Europa Press

Romper puentes o mantener la llama

Si en octubre del 2023 Collboni retiró del orden del día la votación de las cuentas en comisión porque tenía clara la derrota, ahora tiene bastantes números de encontrar luz verde. ¿La razón? Tanto ERC, como también los Comunes e incluso Junts, mantienen vivo el hilo de comunicación con el PSC. Ninguno de los tres ha tirado la toalla definitivamente. Mientras no haya anuncio oficial, hay esperanza. Y en este sentido, un voto contrario a la tramitación inicial, que políticamente no compromete a nada y se interpreta como un gesto de buena voluntad, implica casi automáticamente romper cualquier puente con el gobierno. Un golpe mortal a las aspiraciones de cada cual de llegar al poder municipal. El voto afirmativo de ERC, que a estas alturas se dibuja como el socio mejor posicionado, se da por sentado, y según ha podido saber el TOT, el PP también estaría en disposición de dar el sí a la tramitación inicial para poder arrancar después alguna cifra en las cuentas.

En cuanto a Junts y Barcelona en Comú, y teniendo en cuenta que en comisión solo hace falta una mayoría simple -más votos a favor que en contra-, una abstención ya sería suficiente para dar luz verde al primer trámite presupuestario. Uno no de estas dos formaciones tumbaría la aprobación inicial, y de paso, les haría saltar de cualquier acuerdo o negociación de gobierno. Especialmente, los Comuns, que continúan apostando por un gobierno de 24 regidores «progresistas», tendrían que justificar tumbar este primer trámite de unas cuentas que ERC sí avalaría. En cuanto a Junts, hay debate interno sobre qué tienen que hacer. El sector más próximo a Jordi Martí Galbis -y, por lo tanto, a Trias-, apostaría por votar a favor de la tramitación e intentar negociar con el PSC todo lo que se pueda, incluso sin dar por muerta la vía del pacto de gobierno. Pero otro sector, más próximo a Carles Puigdemont, considera que hay que romper ya con el PSC y no darle alas, después de que ya se diera por muy avanzado el acuerdo de gobierno y se produjera un giro hacia ERC. Estas dos posiciones confrontadas podrían resolverse con una abstención de los regidores de Trias per Barcelona, pero es un debate que puede resolverlos in extremis, a las puertas de la comisión de martes.

Pero si las cuentas del PSC no pasaran el trámite de la comisión de martes, se pondría en marcha el mecanismo de la cuestión de confianza, que iría a un pleno del mes de marzo. El ordinario está convocado para el 22 de marzo, pero el alcalde podría convocar otro antes una vez finalizado el plazo obligado de exposición pública, que rige tanto si se han aprobado inicialmente como si el alcalde firma un decreto de tramitación inicial para ser aprobados por la vía de la cuestión de confianza.

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