Barcelona deja abierta la fractura interna en ERC de Junqueras. Oriol Junqueras y Elisenda Alamany, el tándem que dirige ERC tras un Congreso Nacional convulso, no han pasado la prueba de fuego en Barcelona. La candidatura crítica con la dirección nacional, liderada por Creu Camacho, se ha impuesto a la lista oficialista encabezada por Eva Baró. La capital dará un giro y dejará de estar en manos del sector oficial del partido. Ahora bien, posiblemente no será un camino de rosas: el resultado de la votación del 72º Congreso Regional de Barcelona para elegir nueva dirección de la Federación de Barcelona certifica que la fractura interna en ERC -Junqueras fue proclamado presidente solo con el 52,2% de los votos– no se ha cerrado completamente. Continúa sangrando en la capital, la plaza más importante en peso político y en número de militantes. De hecho, los avales conseguidos por Barcelona, endavant! y Dignitat Republicana ya avanzaban la profundidad de esta fractura. Camacho ha conseguido un 49,6% de los votos (338) y Baró, el 47,5% (324). Una diferencia de solo 14 votos en un censo de militantes ya bastante disminuido. Eso sí, al margen de Barcelona, la dirección de ERC ha conseguido candidaturas de consenso en la mayoría de territoriales y ha evitado la escenificación de la fractura en las urnas. En 12 de las 14 territoriales hay una sola lista oficialista.
Aunque el equipo de Creu Camacho ha dejado claro que el pacto con el PSC no está en su hoja de ruta, tendrá que dar salida a la situación de alguna manera. La nueva dirección de la Federación de Barcelona tendrá sobre la mesa dos asuntos candentes: intentar terminar de enterrar el pacto con el PSC sin causar un sismo en el grupo municipal y elegir candidato o candidata para el 2027. Ambos asuntos candentes tienen una derivada que también habrá que resolver: la falta de estrategia hasta las elecciones, que el grupo municipal barcelonés, también fragmentado entre junqueristas y críticos, deberá trazar si quiere tener opciones. En menos de dos años, ERC en Barcelona ha perdido a su líder, Ernest Maragall, que había cerrado un acuerdo histórico con Junts, ha apostado fuerte por ser socio del PSC, y ahora se encuentra en tierra de nadie, sin hacer oposición pero tampoco influyendo en el gobierno municipal. Ni contrapoder del PSC ni apoyo del poder. Todo esto, con una Barcelona en Comú que ha dejado de pedir cargos a Collboni para construir una oposición a la izquierda del ejecutivo municipal en temas clave de modelo de ciudad. Tampoco sin candidato, pero trazando un plan de acción en los plenos municipales y en la calle, Barcelona en Comú es también una amenaza electoral para una ERC ya disminuida en la capital. Y que además, paga el precio de un ciclo electoral nefasto y la resaca de una guerra interna en la calle de Calabria aún no resuelta del todo.

¿Qué pasa con el pacto con el PSC y plan de acción hasta 2027?
La primera piedra en el zapato es resolver el vínculo con el PSC, que ERC sí mantiene en el Parlament y en Madrid sin ningún tipo de conflicto. De hecho, la militancia republicana de Barcelona ha votado antes la nueva dirección de la Federación que el pacto de gobierno con los socialistas barceloneses. El documento está en el cajón desde que el 13 de junio de 2024, día en que la dirección de ERC en Barcelona pospuso sine die, oficialmente por problemas de aforo, el Congreso Extraordinario donde la militancia debía avalar o rechazar la alianza con Collboni. Fuera de la versión oficial, la dirección tenía serias dudas de que pudiera ganar la votación al ver la gran movilización de militantes, incluidas algunas figuras relevantes que habían defendido el no, como el hasta hace pocos meses líder, Ernest Maragall. La Federación y el grupo municipal liderado por Elisenda Alamany, ferviente defensora del pacto con el PSC y más crítica con el acuerdo inicial independentista para hacer alcalde a Xavier Trias un año antes, no quisieron arriesgarse.
Pero casi un año después de aquel episodio, el pacto sigue en el cajón. Y a pesar de que Alamany es ahora la mano derecha del presidente de ERC, tampoco ha podido avanzar. Los estatutos de ERC obligan a tener el aval de la militancia para una eventual entrada en el gobierno, pero no obligan a someter a votación el sí o el no. Por tanto, y como cada vez parece más claro, el pacto con el PSC tiene indicios de no salir del cajón este mandato. La nueva dirección de la Federación, junto con el grupo municipal y la dirección nacional, deberán hacer un análisis cuidadoso de los costos y beneficios que tendría sacar del cajón el pacto, pero sobre todo, repensar la estrategia, o más bien, la falta de estrategia en los plenos municipales. Hacer una oposición firme y competir con los Comuns y PSC en el eje social, y en el nacional con Junts, o mantener un perfil bajo para garantizarse una cierta alianza con Collboni el día después de las elecciones. De hecho, durante la campaña de las elecciones a la dirección de la Federación, Creu Camacho ya dejó claro que no pensaba rescatar el pacto para aliarse al gobierno de un rival directo de ERC en las municipales. Pero tampoco mostraba entusiasmo Eva Baró, hasta ahora al frente de la federación.

Alamany, en el punto de mira para 2027
La otra piedra en el zapato de ERC, que también tiene ahora mismo Junts y Barcelona en Comú, es que no tiene un candidato o candidata trabajando ya para definir el proyecto electoral de 2027. Cuando Ernest Maragall se retiró –empujado en parte por las prisas de Alamany por tomar el control del grupo-, parecía claro que el número dos era el relevo natural. Pero cuando Oriol Junqueras la propuso de secretaria general, su mano derecha, han sido muchas las voces que han alertado de que Elisenda Alamany debería dejar de ser presidenta del grupo municipal para centrarse en la dirección republicana. Ahora bien, estatutariamente, se puede ser candidato y tener un cargo en la dirección del partido, de modo que no hay ninguna incompatibilidad. En cualquier caso, Alamany tiene a su favor una gran visibilidad a pesar de la escasa fuerza de ERC en Barcelona. Ha mantenido un perfil alto en las negociaciones con Collboni estos dos años, es la número dos nacional de los republicanos -marca estrategia en el Parlament y en Madrid- y ya ha pasado por dos campañas de ERC en la capital. Pero la victoria de los críticos en la Federación le da la vuelta como un calcetín a sus expectativas. Y hay motivos para pensar que puede haber un proceso de primarias para elegir candidato o candidata que reproduzca la fractura republicana en la capital. Porque a partir de ahora, la Federación será un contrapoder a la dirección nacional y al grupo municipal, controlado por Alamany.

De momento, en los despachos republicanos no suena ningún otro nombre que pueda hacer sombra a la líder en la ciudad. Pero en un partido asambleario no se puede decir trigo hasta que no esté en el saco y bien atado. Alfred Bosch había sido elegido en primarias y la dirección lo apartó para poner a Ernest Maragall, que, por cierto, ganó las elecciones. Y el nuevo equipo liderado por Creu Camacho ya ha dado un aviso: “Es una gran alegría y una enorme responsabilidad. Esta victoria es de toda la militancia que ha creído que hacía falta un cambio profundo en ERC Barcelona. Comenzamos una nueva etapa con ilusión, con fuerza y con el compromiso de volver a hacer de Esquerra una herramienta útil y ganadora.”
La partida de ajedrez ha comenzado.




