Los electores barceloneses no solo no han castigado el PSC por haber pilotado una operación de Estado el 28-M contra Xavier Trias y Ernest Maragall para impedir el paso a un ejecutivo independentista, sino que lo han premiado, y de qué manera. El PSC de Salvador Illa ha ganado de forma clara en 6 de los 10 distritos de la ciudad, con un 27,86% de los votos, 182.000 papeletas. Unas cifras que sitúan al PSC como el partido más votado -en las municipales fue segunda fuerza con el 19,7% de los votos, 131.735 papeletas- por ante Junts+ Puigdemont, ganadora de las elecciones municipales.
Tampoco ha sido castigado el PP, que dio sus votos, junto con los Comuns, a Collboni. Los populares, siguiendo la tendencia al alza en todo el país, han pasado a ser tercera fuerza con 90.000 votos -30.000 más que el 28-M). En cambio, sí que ha recibido un correctivo muy severo al partido de Jéssica Albiach y Ada Colau, que fue la pieza imprescindible para apartar a los independentistas y entronizar Jaume Collboni. Los Comuns han perdido el 56% de los votos que obtuvo a las municipales (un 10% en porcentaje voto total), pasando de 131.594 votos a 58.774. Un desgaste -mucho voto en las municipales fue en clave personal a Colau- que los ha arrastrado a la quinta posición, por detrás de PP y d‘ERC que, a diferencia del conjunto del país, ha ganado apoyos y ha quedado en cuarta posición con 10.000 votos más que el 28-M.

Ahora, la política barcelonesa espera los efectos que tendrán los pactos para investir presidente después del 12-M. Si no es que hubiera una situación de bloqueo y el país fuera a una repetición electoral. Sea como fuere, los movimientos de los republicanos reactivarán la partida de ajedrez que Jaume Collboni dejó en mesas a la espera de los resultados y el desenlace electoral, comprometiéndose a ampliar gobierno «antes del verano». Si ERC acaba permitiendo la investidura de Salvador Illa a pesar de pasar a la oposición, el PSC podría gobernar en solitario, o en forma de bipartito con los Comuns, una estrategia de los republicanos que pondría más fácil su incorporación definitiva al ejecutivo de Collboni. Por el contrario, si los republicanos pusieran trabas al PSC, parecería lógico que el alcalde diera marcha atrás.
Dos partidos débiles, diferentes estrategias
Los resultados de sus candidatos en todo el país y también en Barcelona, dejan a ERC y a los Comuns en una situación de todavía más debilidad que la del 28-M. Los republicanos han pasado de tener 33 escaños y la presidencia de la Generalitat a quedar en tercera posición con solo 20 escaños. Y los Comuns, que tumbaron las cuentas de Pere Aragonès y el PSC y precipitaron las elecciones, han pasado de 8 a 6 diputados. Pero los de Elisenda Alamany, que firmaron el acuerdo de presupuestos febrero de 2024 y estuvieron junto al alcalde cuando perdió la cuestión de confianza, esperan pacientes su turno. «Va para largo, eso sí», apuntan fuentes republicanas, que dan por hecho que la decisión de Collboni llegará después de las elecciones europeas y siempre que esté cerrada la investidura de Illa.
En el caso de los Comuns, confían que sus 6 escaños sean decisivos para dar luz verde a Salvador Illa. Pero el partido lila vincula el cobro de la factura de un sí al candidato del PSC al ámbito estrictamente catalán. Según ha podido saber el TOT, los Comuns querrían entrar en el ejecutivo de Salvador Illa para gobernar y marcar perfil desde alguna conserjería que ocuparía la misma Jéssica Albiach. Pero no así en la capital del país. Sin intercambio de cromos. Si bien es cierto que Ada Colau ha insistido por activa y por pasiva en la necesidad de un tripartito progresista en Barcelona, ahora desde la dirección nacional del partido apostarían porque Barcelona en Comú se quede a la oposición, y con Ada Colau pilotando el grupo para prepararse para quemar el último cartucho de los Comuns: presentarse a las elecciones del 2027 con la misma excalcaldesa de jefa de cartel. De hecho, en campaña Jéssica Albiach dijo, refiriéndose a la ciudad, que su partido hará «oposición firme y constructiva».

Esto no quiere decir que BComú cierre la puerta a una hipotética oferta del PSC, pero los socialistas tendrían suficiente con ERC para garantizar la gobernabilidad de la ciudad si los Comuns tuvieran despacho al otro lado de Sant Jaume. Collboni tendría el camino muy allanado para aprobar las cuentas del 2025 con el sí de su socio de gobierno (15 votos) y un previsible sí del partido de Colau (9), dando por hecho un intercambio entre Parlament y Ayuntamiento para aprobar presupuestos en las dos instituciones entre PSC, ERC y Comuns. Un triángulo, que no tripartito, entre estas tres formaciones, que en el caso de Barcelona deja fuera de la ecuación a Trias per Barcelona. Más aún cuando el president Puigdemont ha anunciado que se presentará a la investidura, una confrontación directa con el PSC que hace teóricamente inviable cualquier acuerdo en la ciudad.

Estos escenarios son los que, con los resultados en mano, parecen más nítidos. Pero los barceloneses ya han comprobado que en la partida de ajedrez que empezó una hora antes de la investidura de Jaume Collboni con el anuncio de un pacto con PP y Comuns para apartar a Xavier Trias puede haber movimientos imprevisibles que muevan todas las fichas. Habrá que ir paso a paso observando los movimientos que se vayan produciendo desde los despachos nacionales de los partidos para empezar a tener una idea de cómo será el gobierno municipal casi un año después de su constitución.