Hace un año y dos meses que Jaume Collboni es alcalde de Barcelona y continúa gobernando en solitario la ciudad. Y lo hace sin muchos problemas, y lo que es más preocupante, con poca oposición. Con la investidura de Salvador Illa resuelta al otro lado de la plaza de Sant Jaume, con el apoyo de ERC y de los Comunes, antes de final de año debería -en condicional, puesto expresamente- de quedar visto para sentencia el pacto de coalición en el Ayuntamiento, en principio solo con los republicanos, con quienes el PSC tiene cerrado un preacuerdo desde junio a la espera de que sea ratificado por las bases de ERC en la capital catalana.
Sin embargo, no parece ahora mismo que la incógnita se tenga que resolver pronto. Más bien parece que la cosa se podría alargar. De entrada, no es la prioridad del alcalde. Hace unos días, en una entrevista con

Collboni aprobó el presupuesto de 2024 con una cuestión de confianza. Después de que en el pleno del 22 de marzo, todas las fuerzas de la oposición, con la excepción de ERC, le tumbaran las cuentas municipales, el jefe de filas socialista en el Ayuntamiento activó la cuestión de confianza, una herramienta que la Ley electoral permite a los gobiernos en minoría para aprobar unos presupuestos. Collboni perdió la votación el 27 de marzo. Los partidos de la oposición dispusieron de 30 días para encontrar un recambio a la alcaldía. Cómo era previsible, la cosa quedó en nada y pasados los 30 días, el PSC pudo sacar adelante las cuentas municipales, más de 3.700 millones de euros.
Collboni presiona a los Comunes con el tranvía
Sabedor de que solo podrá utilizar la cuestión de confianza una vez más hasta 2027, Collboni apela a las fuerzas progresistas -es decir, a ERC y a los Comunes- a aprobar los presupuestos de 2025. «Lo que es urgente ahora es tener un presupuesto para el año próximo, porque algunos de los proyectos de transformación, como el de la conexión del tranvía, o los de vivienda, necesitan unos presupuestos nuevos que requieren el acuerdo de las fuerzas progresistas», dijo a

Sin noticias en el grupo municipal de ERC
Inmersos en una disputa interna que no se resolverá hasta el 30 de noviembre, los republicanos dilatan el debate sobre la entrada en el gobierno de Barcelona. La votación ya se pospuso el 13 de junio. La Federación de ERC en Barcelona convocó a las bases en el Orfeón Martinenc, pero la cita se aplazó ante la llegada masiva de participantes contrarios al acuerdo. Desde entonces, los republicanos han avalado la investidura de Illa, pero la situación interna no ha mejorado. «Es complicada», apunta una fuente con peso en la formación, que no se atreve a poner una fecha a la votación barcelonesa. Desde el grupo municipal de ERC se expresan igual y aseguran no disponer de noticias, reconociendo que el congreso nacional y la indefinición de fechas no ayuda. A mediados de agosto, el TOT explicaba que ERC tenía previsto este septiembre analizar en qué punto se encuentra el partido, así como el contexto político, antes de fijar una nueva fecha.
Fuentes próximas a Collboni han expresado al TOT que no descartan que, si los republicanos tardan mucho tiempo en decidirse, acaben echándose atrás y quedándose en la oposición. En 2025 quedarán dos años para las elecciones y el partido tendrá que valorar si, electoralmente, le sale más por a cuenta entrar en el gobierno o quedarse a la oposición. Desde ERC aseguran que la voluntad es entrar, sea cuando sea.
El preacuerdo cerrado en junio entre socialistas y republicanos prevé que Elisenda Alemany y Jordi Castellana asumirán dos tenencias de alcaldía. Alamany, la de Promoción Económica y Turismo, y Castellana, la de Derechos Sociales. Además, los republicanos podrían liderar tres distritos, que en ningún caso serán Nou Barris, Sant Martí y Ciutat Vella, ya que el PSC no los cederá. Entre las medidas que el regidor republicano, Jordi Coronas, explicitó en junio figuran la transformación del eje Besòs, la creación de una oficina de la lengua catalana, la inauguración de once nuevos Centros de Atención Primaria (CAP) y la entrega anual de 1.000 pisos sociales públicos. También está previsto la creación de un fondo de retorno turístico de 40 millones de euros anuales y políticas para proteger el comercio de proximidad.

¿Qué papel juegan los Comunes?
En este largo folletín para formar el gobierno en Barcelona, hay un tercer partido en discordia: Barcelona en Comú. Este agosto, la primera teniente de alcaldía, Laia Bonet, dejaba la puerta abierta a la entrada otras fuerzas progresistas más allá de ERC. Sus palabras fueron que después de las vacaciones se retomarían las «conversaciones con quienes tengan ganas de construir un gobierno progresista». Pero no parece, ahora mismo, que los Comunes se sientan interpelados por la regidora del PSC.
Después de mucho insistir el último año para formar un gobierno tripartito en la ciudad y anteponer el sí al presupuesto de 2024 a este hecho, el discurso de los Comunes ha cambiado, y desde antes de las elecciones catalanas mantienen que se quedarán en la oposición en Barcelona con la intención de disputar la alcaldía en 2027. Fuentes de los Comunes han remitido esta semana al TOT a las palabras de Jéssica Albiach y de la regidora Carolina Recio. Los Comunes dan por cerrado un ciclo político y en verano de 2025 tienen previsto hacer un congreso para ser una alternativa de gobierno en Barcelona.