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La oposición retoma el curso político pendiente de cerrar la estrategia electoral de 2027

En las instituciones, la cuenta atrás electoral es larga. Barcelona la empieza ahora, con el inicio de un curso político que debería resolver los liderazgos que harán frente al alcalde Jaume Collboni en mayo de 2027. A dos años vista de las municipales, los próximos meses también serán clave para saber si la oposición consolida un perfil más duro con el alcalde, una vehemencia que ya tuvo los primeros capítulos las semanas previas al verano. Junts se fue de vacaciones rompiendo las negociaciones por el 30% y tumbando la regulación de las pistolas Taser, y Barcelona en Comú liderando en Sant Jaume la lucha de los vecinos de Vallcarca y complicándole a Collboni el presupuesto de 2025. Solo ERC, que ha consolidado algunos acuerdos, como la comisionada del catalán, se acerca a un PSC que terminará el mandato sin mayoría. 

El PSC continúa liderando las encuestas del Barómetro a pesar de vivir, justo antes del verano, los peores meses del mandato. Collboni no tiene presupuestos nuevos y ha tenido que hacer frente a polémicas sonadas; una rectificación pública del concejal Xavier Marcè por tildar de “nazis” las federaciones deportivas, el señalamiento de la teniente Maria Eugènia Gay por el gag catalanófobo programado en una sala de teatro y un conflicto abierto con los docentes de las guarderías municipales. El alcalde tampoco podrá contar con ERC dentro del gobierno –una opción deseada por ambas partes, pero que los republicanos han terminado descartando por las tensiones internas– y ha reestructurado el ejecutivo desluciendo la cartera de Gay y elevando a la concejala de Sants, Raquel Gil, a una nueva tenencia que asumirá el área social. 

Raquel Gil (en el centro) gana peso dentro del ejecutivo de Jaume Collboni | Ajuntament

Con este contexto sobre la mesa, la oposición debe reestructurarse para vencer en dos años a un PSC que gobierna solo las principales instituciones del país, pero que continúa liderando encuestas. A la espera de nuevos liderazgos, con el independentismo dividido en Cataluña y los Comunes sin el faro visible de Ada Colau, los socialistas son ahora el rival a batir en las próximas municipales. El último barómetro sitúa a Collboni primero con el 16,1% de los votos, ocho puntos más que los Comunes (7,9%). ERC sería la tercera fuerza (7,5%), seguido de Junts (4%), la CUP (2,7%), PP (2,4%) y Alianza Catalana y Vox (2% y 1,9%).

Junts y BComú buscan liderazgo

La despedida de Xavier Trias ha dejado al principal partido de la oposición, y ganador de las últimas elecciones, sin una cara visible que genere unanimidad de cara a 2027. Las apuestas apuntan a diferentes lados y el exalcalde ha hecho público su deseo de que el próximo candidato salga de dentro del grupo municipal. La idea de una apuesta a ocho años vista ha aparecido sobre la mesa, pero aún no ha fructificado. Junts defendía que habría candidato antes de Semana Santa, pero meses más tarde aún sigue dando vueltas para encontrar la opción ideal.

Mientras tanto, el grupo municipal eleva el tono contra el alcalde y el gobierno socialista, tumbando reformas clave que los socialistas confiaban sacar adelante con Junts, como la reforma del 30% o el reglamento de las pistolas Taser. El grupo ahora liderado por Jordi Martí Galbis no ha descartado, eso sí, entrar en la negociación por la ordenanza de civismo, un aspecto importante para Collboni que también podría formar parte del cálculo político de los de Puigdemont.

Jordi Martí Galbis y Jaume Collboni en una imagen de 2023 | David Zorrakino / Europa Press

En el otro extremo del arco político, Barcelona en Comú debe afrontar próximamente la travesía post-Colau, que ahora centra su actividad en el activismo a favor del pueblo palestino. Nadie ha descartado enérgicamente el retorno de la exalcaldesa y todos –dentro y fuera del partido– dan por hecho que la decisión final será suya. La misma Colau evitó cerrar definitivamente la puerta en una de sus últimas respuestas al respecto, en una entrevista a Europa Press: «Solo me lo plantearía [volver a la primera línea política] muy excepcionalmente si el hecho de presentarme a algo puntual fuera realmente útil», dijo el pasado mayo.

En todo caso, y a la espera de desbloquear esta cuestión, algunas informaciones apuntan otros nombres que tuvieron peso durante la irrupción de los Comunes, como Gerardo Pisarello, que últimamente ha valorado positivamente las intenciones de Gabriel Rufián (ERC) de hacer un frente amplio en el Estado. En Barcelona, tras el último congreso, el partido también abrió la puerta a un frente amplio de los partidos y plataformas que se sienten a la izquierda del PSC. Una opción aparentemente poco viable a estas alturas; al menos, que no ha tenido respuesta de otras partes. Habiendo acordado con Collboni una reducción de las terminales de cruceros el curso pasado –que el alcalde materializó antes de vacaciones con el Puerto–, los Comunes han chocado con el presupuesto y se han encaminado a una oposición desacomplejada contra el ejecutivo socialista. 

Colau, con un pañuelo palestino antes de dejar de ser concejala | David Zorrakino-Europa Press

ERC busca rédito de los pactos políticos

Esquerra Republicana tiene un escenario diferente. La estrategia no busca el enfrentamiento continuo con el PSC, sino más bien sacar rédito de los acuerdos que se han materializado los dos primeros años de mandato. De hecho, los republicanos han acusado tanto a Junts como a Barcelona en Comú de «gesticular» en la última reprobación al alcalde. Sin Ernest Maragall en el Ayuntamiento –un verso libre que confrontaba directamente con Collboni– el núcleo duro del partido ha acercado posturas con el PSC y ha pulido la relación con la federación republicana de Barcelona, que ahora lideran los críticos con el aparato. ERC ha decidido mantener a Elisenda Alamany como cara visible en Sant Jaume a pesar de las nuevas responsabilidades en el ámbito nacional. 

El grupo municipal llega a esta nueva etapa habiendo superado una de las primaveras más complejas de los últimos años. El grupo municipal firmó un preacuerdo de gobierno con Collboni que, sin embargo, nunca se ha llegado a formalizar por las tensiones internas. Meses más tarde ha acordado con Collboni un aumento de la fiscalidad turística, uno de sus caballos de batalla los dos primeros años, y la aparición de un nuevo comisionado para fomentar el catalán, que ahora pretende fiscalizar desde la oposición y sumar a su causa de cara a las elecciones de 2027. La gran carpeta pendiente de cerrar es la negociación del próximo presupuesto, pero las interpretaciones varían en función de quién las explica. A mediados de agosto, con medio consistorio de vacaciones, Collboni dejó caer en una visita al Puerto que la negociación está avanzada, pero ERC respondió con un comunicado en el que exponía su «sorpresa» porque «aún no se ha producido ninguna reunión» para hablar del tema.

Jordi Valls (PSC) y Jordi Castellana (ERC) firman el acuerdo de presupuestos ERC
Jordi Valls (PSC) y Jordi Castellana (ERC) firman un acuerdo de presupuestos que no fructificó por falta de avales suficientes | ERC

El PP encarrila la estrategia y se abren incógnitas en la extrema derecha

Quien tiene la estrategia más perfilada es el PP, que muy probablemente apostará de nuevo por Daniel Sirera, una figura próxima a Alberto Núñez Feijóo y que el último año ha ganado influencia entre las estructuras internas del partido en Madrid. Sirera tiene el reto de encontrar el antídoto –expresión utilizada por el exlíder popular Alberto Fernández Díaz en una entrevista al Tot Barcelona– a los votos que cedió al PSC para la investidura de Collboni. El partido tiene clara su voluntad de hacer una oposición nítida contra el gobierno socialista, oposición que expresa incluso apoyando reprobaciones propuestas por los Comunes, pero deberá convencer al votante de que en 2023 era necesario apostar por un alcalde con quien, años después, no ha pactado prácticamente nada. 

Es un argumento que podría utilizar Vox para hacer frente a la subida progresiva del PP tanto en Cataluña como en el área metropolitana. Hasta ahora, el partido liderado por Gonzalo de Oro Pulido ha utilizado la silla del Ayuntamiento para traspasar a Barcelona la política de Santiago Abascal en Madrid; dureza contra la inmigración y una españolización sin matices de las instituciones. En este escenario hay que ver qué fuerza tendrá Alianza Catalana, que crece en Cataluña con una política también islamófoba. En el último precedente, las elecciones catalanas del 12M, los de Sílvia Orriols ganaron en tres municipios del Ripollès y lograron representación por Girona. En cambio, quedaron por debajo del 3% en la demarcación de Barcelona. Saber la fuerza real de la extrema derecha en Barcelona también puede marcar la estrategia de los partidos los próximos dos años.

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