Ha llovido mucho en Barcelona desde el 17 de junio de 2023. Aquella tarde, a las 16 h, la política municipal, pero también la catalana, recibieron una sacudida proveniente de Madrid. Un pacto de estado entre el PSOE y el PP, con la connivencia de los Comuns, dejaba in extremis fuera de combate a Junts y ERC, que habían rubricado un pacto histórico para gobernar la capital del país tras la victoria electoral de Xavier Trias. Una hora antes de la investidura prevista, el partido de Ada Colau anunciaba a la prensa que votaría a favor de la investidura de Jaume Collboni, también con el PP, con el objetivo oficial de evitar un alcalde de derechas. En Madrid, sin embargo, tal como expresaba el PP sin matices, se había querido impedir un alcalde independentista. Todo ello, a las puertas de unas elecciones españolas donde PP y PSOE estaban en una guerra durísima. Tras la investidura del candidato del PSC, los Comuns hacían un llamado a un tripartito con ERC, el gobierno de los 24 concejales, mayoría absoluta.
Por su parte, ERC y Junts comenzaron también a distanciarse y a pensar en la opción de ser socios del PSC, con 10 concejales. Los bloques se deshacían y comenzaba una nueva etapa en la política municipal. El PSC conseguía fácilmente satelizar la oposición y gobernar en solitario sin piedras en el camino. Comuns, Junts y republicanos luchaban por ser sus socios.
Con el paso de los meses, y contaminados por la política catalana y española, los partidos han acabado reposicionándose y cambiando de estrategia. Ya sin Xavier Trias, Junts comienza a hacer oposición más directa, a la espera de candidato para 2027, los Comuns, también sin Colau, han dejado de lado los intentos de ser el apoyo del PSC en el gobierno y encaminan ya las elecciones con una oposición clara en algunas áreas, también a la espera de candidato. Y ERC, en tierra de nadie, sin cerrar la puerta a materializar el pacto con el PSC que lleva más de un año en el cajón, pero sin hacer oposición, y también sin Ernest Maragall y con Elisenda Alamany al frente. Ha llovido mucho, y a dos años de las elecciones, las piezas del tablero de ajedrez se han movido. De hecho, todo apunta a que Comuns y ERC han intercambiado roles históricos en Barcelona, donde tradicionalmente ICV era el apoyo de los gobiernos del PSC y los republicanos intentaban hacer oposición firme.

ERC, «invitado de piedra en Barcelona»
“ERC, desde el globo sonda de si entrarían al gobierno del PSC o no, es un invitado de piedra en Barcelona, va votando sin ninguna estrategia a corto plazo y sin hoja de ruta para 2027. No son gobierno, tampoco oposición, y tampoco alternativa. El tiempo juega en su contra, y todo ello, sin candidato”. Es el análisis del profesor de Ciencia Política de la UB Jesús Palomar en conversación con el TOT, que apunta que “la guerra interna en ERC dificulta aún más saber qué papel quiere jugar en Barcelona”.
A su juicio, la falta de estrategia de los republicanos beneficia a los Comuns: “Diría que tienen bastante claro que no tendrán la alcaldía, pero han elegido la estrategia de mantener o intentar recuperar su espacio con una oposición no radical y dura, pero firme, en muchos temas centrales. Están desempeñando el papel que había jugado ERC en el último mandato, hacer oposición constructiva. Apuestan por una oposición relevante para conseguir en 2027 una posición de fuerza para negociar y no ser solo un apoyo del PSC como lo había sido ICV. ERC, que ni está ni se le espera, les allana el camino para ser la única oposición a la izquierda del PSC”, concluye Palomar. Para este politólogo, los republicanos corren el riesgo de “caer en la irrelevancia política” en Barcelona en el próximo mandato: “ERC no está aportando políticamente nada a Barcelona. Ni en positivo ni en negativo, y eso a Collboni ya le va bien”. De hecho, Palomar aventura que ERC «puede ser como la CUP cuando tenía dos concejales, era indiferente si estaba o no, y acabaron desapareciendo. Si no marca perfil propio, con candidato y de acción política, la tendencia será reducir a la mínima expresión su presencia en el pleno».

El efecto Calabria
El doctor en ciencias políticas de la UOC Andreu Paneque pone el foco en la inestabilidad de la dirección del partido para analizar la ausencia de hoja de ruta en Barcelona. “La deserción en Barcelona es una consecuencia de dos grandes factores estructurales: ERC no tiene una ejecutiva fuerte después del Congreso, y mientras no se haga fuerte debe sobrevivir. Ahora no está en el momento de marcar agenda porque el partido continúa dividido. Y, en segundo lugar, ERC no tiene claro quién es su enemigo electoral, eso lo difumina como opción política”. El profesor de la UOC añade que no queda claro si el rival es el PSC o Junts, y que, a estas alturas, “ERC va al corto plazo mirando qué hace Junts, pero le pesan más los pactos con el PSC y acaba siendo su apoyo”.
Sobre el hecho de que ERC acabe en el rol histórico de ICV, Paneque cree que los Comuns aprovecharán la situación de indefinición de los republicanos para ocupar su espacio: “Se han dado cuenta de que, como partido saliente del gobierno de Barcelona, tenía poco sentido intentar ser el apoyo del PSC, su principal competidor. Si lo intentaron fue para subsistir internamente con una porción de poder, pero si hablamos de estrategia electoral, lo más acertado es hacer una oposición constructiva como la que comienzan a hacer ahora y que podría haber hecho ERC”.

Como la antigua ICV
«Efectivamente, se han invertido los roles entre ERC y los Comuns en Barcelona. Históricamente, ICV no hacía oposición al PSC en Barcelona y ERC sí, y ahora ocurre a la inversa», señala el profesor de Ciencia Política de la UAB Marc Guinjoan. A su juicio, el grupo municipal que ahora pilota Elisenda Alamany «no tiene un equipo potente para hacer oposición ni opciones de ser un partido ganador en 2027. Sin un proyecto político ni un líder ni posibilidades de ganar, el partido está muy perdido. Sin propuestas muy diferentes del PSC, es lo mismo que le pasó siempre a ICV». En cambio, apunta el politólogo, los Comuns están en un escenario donde tienen «opciones» de competir con el PSC, «con unas políticas públicas muy claras que pueden defender por oposición al PSC, y ERC no tiene nada de eso. Está en una posición de debilidad muy evidente». En todo caso, sobre una hipotética entrada de los republicanos en el gobierno de Collboni, Marc Guinjoan cree que al PSC le aportaría «una imagen de conciliación, un gobierno abierto y más plural», que “probablemente” haría más fácil un pacto entre PSC y ERC después de 2027.
En el Parlament los Comuns actúan como ICV y ERC aguanta presionando a Illa
Ahora bien, los politólogos consultados coinciden en señalar que, a diferencia de Barcelona, ERC sí que tiene una hoja de ruta en el Parlament, y, en cambio, son los Comuns quienes aceptan el rol histórico de apoyo del PSC.
El profesor de Ciencia Política de la UB Jesús Palomar remarca que «ERC tiene en el Parlament una estrategia, que puede ser más o menos acertada, un camino que no tiene en Barcelona, que es hacer cumplir los acuerdos de investidura. Si se cumplen podrá sacar pecho, y si no, habrá que ver el nivel de confrontación en el grupo parlamentario. Evidentemente, no se recuperará de la bofetada electoral de 2023, pero algo podrá recuperar si lo logra con Illa», señala. En cuanto a los Comuns, Palomar cree que su papel es «de supervivencia»: «Participaron en el acuerdo de investidura, pero de forma simbólica. Nadie esperaba lo contrario y tienen el rol de todo nos va bien, vamos tirando porque no tenemos posturas radicalmente contrarias al PSC. Esto hace que en el Parlament no sean un partido útil y les puede pasar que el PSC los vaya absorbiendo, o incluso que algunos Comuns descontentos se vayan a votar a ERC», sentencia el profesor de la UB.

Por su parte, el doctor en ciencias políticas de la UOC Andreu Paneque añade que la falta de estrategia de ERC se “disimula” en el Parlament, porque los republicanos tienen algunos ítems de batalla sobre el pacto de investidura. Pero con la dificultad, señala, de que «deben intentar encontrar el equilibrio entre ir en contra del PSC porque están en la oposición, y al mismo tiempo no entrar en conflicto porque tienen pactos con el PSC en otros lugares. Además, escenificar la diferencia con Junts». Un cóctel que, según Paneque, complica aún más la situación de ERC en Barcelona, «ciudad a la cual se le otorga una visión de política nacional y hace que la disfunción de ERC en la capital sea aún más grande y evidente».
Finalmente, el profesor de Ciencia Política de la UAB Marc Guinjoan remarca que «en Cataluña ERC tiene un liderazgo claro y Junqueras parece que ha salido adelante fácilmente, hay un cierto rumbo dentro del partido a pesar de las batallas internas, se percibe una cierta estrategia nacional. Tienen claro que ahora es el momento de negociar con el PSC en Cataluña y en Madrid, y tienen bien asumido el rol de pez al cove, de aprovechar un contexto político y sacarle rédito». El politólogo añade que el hecho de que «detrás tengan a Junts en lucha constante por ver quién exprime más al PSOE y al PSC» sirve a los republicanos en el Parlament para «poner el foco en unos pocos temas y tener claro por dónde navegar».
Sea como sea, en política dos años son una eternidad. El 2027 está lejos y, como se ha visto en Barcelona, los roles pueden volver a invertirse, las estrategias de partido son cambiantes y el contexto catalán y español ya ha impactado varias veces en el plenario desde mayo de 2023.