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La CUP revisa casos de éxito en el área metropolitana para volver a Barcelona en 2027

La militancia de la CUP en Barcelona afronta la segunda fase de su particular Proceso de Garbí con todas las opciones abiertas. El partido, que solo ha logrado entrar una vez en el Ayuntamiento, en el año 2015, ha iniciado una ronda de contactos con entidades civiles de la ciudad para perfilar una candidatura “tan amplia como sea posible” de cara a las municipales de 2027. El reto es recuperar el pulso de la calle, “que ha dejado de creer en las instituciones”, y ganar músculo con una lista que agrupe “el máximo de opciones” dentro de la izquierda independentista. Desde el partido admiten al Tot Barcelona que podrían incorporar figuras independientes y abren la puerta a presentarse con otras siglas. Uno de los portavoces, Miguel Cabré, remarca en este sentido que las siglas “solo son un medio” para llegar al Ayuntamiento y que “en ningún caso pueden ser un obstáculo”. 

La formación anticapitalista, de base municipalista, ya ha experimentado situaciones similares en otras localidades. El caso de Girona es el más exitoso. La candidatura transversal encabezada por Lluc Salellas, que en 2019 agrupó también sectores críticos de los Comuns y el PSC, ha llegado a la alcaldía con los votos de Junts y ERC. Una fórmula similar a la de Badalona, ciudad instalada en la inestabilidad hasta que el popular Xavier Garcia Albiol logró una mayoría abrumadora (18 de los 27 concejales del Pleno) en 2023. Guanyem Badalona, formada por diferentes sectores de la izquierda independentista y la extinta ICV, llegó a liderar tres años la ciudad con una fórmula encabezada por Dolors Sabaté

En todo caso, hay otros casos menos mediáticos en zonas dominadas históricamente por el PSC que gustan más a la CUP Barcelona. “La realidad de los proyectos y de los territorios es muy diversa. Nuestra realidad es la del área metropolitana, por eso nos fijamos especialmente en el trabajo hecho por las compañeras de Sabadell, Cerdanyola, Ripollet o Santa Coloma”, comenta Cabré. Son zonas metropolitanas, lideradas con mano de hierro por el PSC, pero donde la izquierda independentista también juega su papel. Decidim Ripollet, que agrupa a la CUP, los Comuns, Podem y la Crida Constituent, ha gobernado ocho años la localidad. En Cerdanyola, una fórmula similar ha conseguido dos concejales, y en Sabadell, la Crida lidera –empatada con ERC– el sector independentista de la ciudad. En Santa Coloma, la CUP fue segunda fuerza en 2015 con el 18% de los votos y 6 concejales bajo la marca Som Gramenet.

La exconcejala Eulàlia Reguant en un acto de la CUP este año en Barcelona | CUP

En el caso de Barcelona, lo que plantea por ahora la formación no es una coalición de partidos con representación institucional –que difícilmente se avendrían y tampoco generaría consenso entre la izquierda anticapitalista–, sino una aproximación a diferentes entidades no institucionales que “confíen en nuestro proyecto”. “Lo que sería un éxito es que la ronda de contactos fuera tan bien que tuviéramos dificultades para hacer la lista”, apunta Cabré. En este sentido, la militancia ha detectado que la calle ha perdido la confianza en las instituciones y se ve con fuerza de capitalizar este distanciamiento desde el punto de vista electoral. La CUP no lo logra desde 2015, pero ve opciones de resituarse en lo que considera «un cambio de contexto» tras los años de dominio independentista y la recuperación de las instituciones por parte del PSC.

Recuperar músculo organizativo 

En conversación con este diario, el politólogo Andreu Peneque sintetiza en la irrupción de movimientos como el Sindicat de Llogateres o Horitzó Socialista –que se alimentan sobre todo de jóvenes insatisfechos con las agrupaciones clásicas de la izquierda anticapitalista– las causas de la pérdida de músculo de la CUP en Barcelona. “Son organizaciones que no se presentan a las elecciones, pero que hacen daño a las izquierdas institucionales, sobre todo a la CUP. El partido ha perdido arraigo en la calle, porque activistas que antes estaban en la  CUP han saltado a otras opciones”, resume Paneque. Los cupaires admiten que la derrota de hace dos años desencadenó un ambiente pesimista en la militancia, pero aseguran que la dinámica de los últimos años es “de aumentar cada vez más la participación del militante en las asambleas locales”.

Por otro lado, el partido ha visto últimamente como otras organizaciones como la Organización Juvenil Socialista se aprovechaban de la crisis que han sufrido formaciones cercanas como Arran o el Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans –grandes canteras de la CUP– pero en Barcelona no creen que afecte a las asambleas del partido. De hecho, desde la formación matizan que Arran está en crecimiento en la capital. Desde la cúpula cupaire en Barcelona insisten que la tendencia negativa provocada por los últimos ciclos electorales se ha revertido y que el nuevo ciclo de movilizaciones en la calle les favorece. Manifestaciones masivas en favor de la vivienda o las que se han hecho en defensa de Palestina –una causa con un fuerte arraigo entre la izquierda independentista– abren una nueva vía para ganar terreno. “La ciudad vuelve a llenar las calles, barrios y movimientos sociales, y esta energía también se refleja en nuestra organización”, resume Cabré.

Manifestantes pro Palestina en el paseo de Gràcia | ACN

Paneque también ve en las protestas una oportunidad para volver al Ayuntamiento, si bien no oculta la dificultad de revertir la tendencia negativa de los últimos años. “La pregunta es dónde puede la CUP encontrar los votantes que le faltan para entrar al Ayuntamiento: deberían intentar convencer a los votantes de BComú que están enfadados con su oposición a Collboni o incluso potenciales votantes desencantados con Colau, que hayan podido pasar a ERC o a la abstención. Deben intentar convencerlos, diferenciándose, evidentemente, de los Comuns”, resume el analista. 

Segunda fase del Proceso de Garbí barcelonés

En una primera fase, la CUP ha reunido activistas y concejales de ciudades metropolitanas y del Vallès. La segunda fase, que culminará en enero, consiste en reunirse con aquellos sectores críticos con las políticas “neoliberales” impulsadas por el gobierno de Jaume Collboni, últimamente criticado por los sectores anticapitalistas por acoger la Copa América, impulsar políticamente la ampliación del aeropuerto del Prat o actuar con tibieza –al menos, sin la contundencia que se le reclama desde estos sectores– en el Park  Güell u otros espacios masificados de la ciudad. 

Desde la CUP pretenden escuchar y explicar su proyecto político a tantas plataformas que han surgido en los últimos años, pero también optan por ir a buscar colectivos pequeños que actúan en los barrios. Los vecinos que luchan por salvar Can Raventós son un ejemplo. Los resultados de las consultas se harán visibles a inicios del próximo año, momento en que el partido mirará qué cartas tiene para confeccionar una lista con posibilidades de volver al Ayuntamiento.

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