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Jordi Portabella: «Barcelona está perdiendo la capitalidad y la identidad»

Jordi Portabella tiene dos pasiones: la política y el Barça. Se dedicó a la primera más de dos décadas y ahora disfruta tranquilo, y alejado del foco mediático, de la segunda. El presidente culé Joan Laporta lo ha elegido para liderar uno de los departamentos más importantes del club, el de sostenibilidad. Es el encargado, entre muchos aspectos, de que el próximo Camp Nou crezca con métodos “pioneros” para una infraestructura deportiva. “Haremos un gran estadio, con mucha capacidad, altamente sostenible y altamente tecnológico”, afirma Portabella. Prudente en las respuestas, también defiende el modelo asambleario de ERC –partido que lideró en el Ayuntamiento durante dieciséis años– y pide una Barcelona “más funcional” y que sea “capital de Cataluña”.

¿Cómo se consigue que un estadio de las dimensiones del Camp Nou sea sostenible?
Cuidando los materiales que se incorporan. Hemos reutilizado 130.000 toneladas del hormigón armado de la tercera gradería y los hemos vuelto a utilizar, no solo poniéndolos –hasta el límite legal– en el nuevo hormigón para construir la nueva tercera gradería, sino también en otros lugares: drenajes, baldosas, protecciones de aparatos electrónicos, etcétera. Haremos un gran estadio, con mucha capacidad, altamente sostenible y altamente tecnológico.

¿Tienen algún plazo concreto para finalizar las obras?
Una cosa es la vuelta parcial. Abriremos la primera y segunda gradería esta temporada, por supuesto. Pero somos prudentes con las fechas de todo el estadio, porque es complejo, haremos una cubierta de 18.000 metros cuadrados de placas solares, que darán una potencia de 3,6 megavatios, la máxima que puede necesitar el Barça.

En todo caso, ¿se está siguiendo el calendario previsto?
Vamos un poco retrasados, en realidad, pero hay retos tecnológicos y técnicos que se van resolviendo cuando toca. Una cubierta como la que mencionaba necesita una estructura específica. Pueden surgir sorpresas. A veces tienes muchos soldadores y de repente necesitas tantos que no hay suficientes en el país.

El último año han aparecido informaciones que cuestionan las condiciones laborales de los trabajadores de la obra del Camp Nou.
Nosotros no contratamos a los trabajadores. Contratamos a una empresa constructora que subcontrata a otras. Los trabajadores los contratan ellos. Les damos unas normas legales, evidentemente, pero ellos también las tienen. No somos nosotros quienes decidimos quién trabaja allí y quién no.

Portabella lidera ahora el área de sostenibilidad del FC Barcelona | Jordi Play

Demos un paso atrás y hablemos de su otra pasión, la política. Usted lideró ERC en el Ayuntamiento de Barcelona durante dieciséis años y formó parte de un tripartito liderado por el PSC. ¿Qué diferencias ve entre aquel PSC con quien usted gobernó y el PSC que ahora gobierna?
Yo diría que, en aquel momento, el equipo que gobernaba tenía una clara vocación social de izquierdas, y mantenía, gracias a nosotros, un punto de capitalidad que ahora se ha ido perdiendo. Barcelona es la mezcla equilibrada de identidad y cosmopolitismo. Esto aún debería ser así, pero la parte de capitalidad e identidad ha ido perdiendo peso en relación con el cosmopolitismo. Aquí siempre ha habido esta batalla permanente, porque, como capital de Cataluña, lideramos desde el catalanismo, por un lado, pero siendo abiertos, siendo buenos receptores de personas de cualquier procedencia, por otro.

¿A qué atribuye que Barcelona haya perdido esta función de capital?
Se necesita un esfuerzo para mantener este equilibrio, que este equilibrio entre identidad y cosmopolitismo sea lo que realmente identifique la ciudad. Poco a poco, se ha ido desequilibrando. Y por eso es importante que gente sensata y con conocimiento, como los de ERC, puedan participar en gobiernos tan relevantes como el de la capital del país.

De hecho, hace unos meses ERC estuvo a punto de entrar en el gobierno municipal de Collboni. ¿Usted también habría apostado por esta posición?
Sí. Yo creo que es una anomalía que un partido tan importante como ERC solo haya estado en el gobierno en el período en que estuvimos nosotros. Es decir, ERC debería formar parte habitualmente del gobierno de Barcelona, cuando se den las circunstancias. Cuando estamos en el gobierno de la ciudad, aportamos una sensibilidad social muy clara y también una sensibilidad nacional.

Usted puso fin al tripartito que gobernaba Barcelona después de ocho años. Ahora decía que es importante formar parte de los gobiernos. ¿Por qué tomó esa decisión?
Dejé el gobierno en minoría y entonces negociaba los presupuestos, porque era una manera de tener mucha más influencia. Es importante tener influencia sobre el gobierno para que pase lo que tú crees que debe pasar. Estuve ocho años en el gobierno y en el tercer mandato era imposible aprobar los presupuestos si no era llegando a un acuerdo con nosotros. Nosotros utilizamos esta herramienta para que continuaran pasando las cosas que creíamos que debían pasar.

¿Un partido que entra en un gobierno como socio minoritario tiene menos fuerza?
A veces tienes más fuerza desde fuera. La capacidad negociadora de un presupuesto depende de tu capacidad de decidir si se aprueban o no, más que del lugar donde estés. Desde fuera, a veces, sacudes más.

¿Le habría gustado que fructificara el acuerdo entre Xavier Trias y Ernest Maragall el 28M?
En ese momento estaba justificado porque, en el mandato anterior, ERC había ganado las elecciones y se le impidió gobernar. Y en el siguiente, gana Trias, y también se le impide gobernar. Se crea una solidaridad mutua, en el sentido de que somos los que ganamos y no nos dejan gobernar, y buscamos un denominador común que nos permita gobernar juntos.

¿Tiene la percepción de que el espíritu de la política municipal, donde habitualmente es más fácil llegar a pactos, ha acabado engullido por las batallas políticas de ámbito nacional?
Hay una parte de influencia de la política nacional en todos los municipios, pero cuanto más grande es el municipio, más influencia se produce. Luego, en Barcelona, hay un orgullo de ciudad, de lo que queremos que sea, un elemento diferenciador que pesa mucho.

Portabella fue teniente de alcalde de Barcelona de 1999 a 2007 | Jordi Play

Al final de su trayectoria municipal se unió a Joan Laporta en una candidatura transversal del independentismo. ¿Ve posible que vuelva a haber una coalición de este talante en Barcelona?
Yo pienso que es necesario que dos partidos independentistas, con políticas sociales diferentes, puedan confluir en un mismo momento para hacer un avance significativo en la soberanía del país. Pero seguramente no es posible que haya políticas sociales compartidas. Entonces, ¿dónde pones el acento? Depende de la oportunidad temporal.

¿Ese momento ha pasado?
La política son ciclos. Ese fue un momento y seguro que vendrá otro, y no tardará. La idea de una Cataluña independiente ha pervivido durante siglos, no es solo intentémoslo y listo. No se debe decir «lástima, estuvimos muy cerca, pero no pudo ser». No es eso. Pero hay que volver a construirlo.

¿Se debe reconstruir el independentismo?
Yo no diría reconstruir, diría fortalecer. Este fortalecimiento pasa por varios discursos que todos tendrán un punto común. Hay que ver en cada momento qué es lo que se necesita y cuando se den las condiciones, producir de nuevo esta confluencia. Todo esto, haciendo un cordón sanitario a la ultraderecha de Aliança Catalana, claro.

Siempre ha defendido el poder transformador de la política municipal. En el momento histórico en que nos encontramos, ¿en qué ámbitos cree que debería influir más el Ayuntamiento de Barcelona?
Ahora percibo que la ciudad, funcionalmente, se hace incómoda. Si antes era difícil encontrar vivienda en Barcelona, ahora lo es aún más. También hay un cambio en la estructura económica que ha hecho que haya muchos transeúntes que alteran la estructura comercial. Estas estructuras, en algunos barrios, acaban sustituyendo incluso la funcionalidad y la necesidad de los autóctonos. En todo esto hay una parte de identidad que se debe defender: identidad del barrio, del entorno, de la sociedad y de la ciudadanía. Eso de bajar a comprar a las tiendas del barrio cada vez es más complicado. Y las generaciones actuales no piensan en vivir en Barcelona porque lo ven muy difícil.

Han pasado diferentes gobiernos, con visiones diferentes, y la crisis de la vivienda continúa. ¿Cuál sería su fórmula?
Las políticas de vivienda siempre han sido difíciles. Pero siempre se debe comprar suelo, hacer más vivienda que en la última década, y llegar a un acuerdo con los promotores para que se construya más y ellos ganen menos. Porque lo que no puede ser es que, aunque haya más oferta, los precios continúen subiendo.

Portabella en un momento de la entrevista | Jordi Play

En todos los partidos hay discrepancias internas, pero ¿por qué cree que en ERC son más visibles?
Los partidos con una carga ideológica fuerte, con un objetivo compartido, pero maneras diferentes de cómo alcanzarlo, siempre tienen debates ideológicos y de estrategia que son muy ricos y valiosos. Esto hace crecer al partido. Después, se va a elecciones, ganan unos, pierden otros… Y entonces es mejor llegar a acuerdos entre quien ha ganado y los que no, sobre todo si el resultado ha sido ajustado. A partir de ahí, se debe respetar la democracia. Y es así como te fortaleces.

ERC ha recibido críticas de algunas facciones por acercarse al PSC. ¿Las comparte?
Nosotros, cuando estábamos en el gobierno municipal, hicimos cosas interesantes: desde la promoción de la bicicleta, con un gran aumento de kilómetros de carril bici, hasta políticas de rehabilitación que aún ahora son reivindicadas. También proyectamos internacionalmente la ciudad a escala comercial y turística, en un momento en que el turismo no significaba lo que es ahora. Desde mi punto de vista, cuando te dedicas a la política, te ofreces a la ciudadanía e intentas hacer cosas para que mejore su calidad de vida y la funcionalidad de la ciudad.

Y volvemos al presente. Ahora está centrado en el Barça. ¿No volverá a la política?
Yo no tengo intención de volver a la política. Pero sí de estar siempre pendiente de la política, porque creo que tiene una gran capacidad transformadora.

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