Jaume Collboni y Ada Colau gobernaron juntos el Ayuntamiento de Barcelona durante todo el mandato pasado (entre los años 2019 y 2023) y un año y medio del primer mandato de Colau como alcaldesa (entre 2015 y 2019). PSC y Barcelona en Comú se han visto obligados a entenderse en los últimos años en la capital catalana -aunque sea por supervivencia política-, pero el hecho es que ambos partidos defienden modelos de ciudad opuestos. Con Colau al frente de la ciudad, estas discrepancias se hicieron evidentes, por ejemplo, en el proyecto del museo Hermitage, que los Comuns vetaron, o en la salida del gobierno municipal por parte de Collboni -en enero de 2023- para centrarse en la precampaña electoral.
Havíem presentat un pressupost progressista per l’any 2025 que Barcelona en Comú ha rebutjat per línies vermelles inassumibles👇
— PSC Barcelona/♥️ (@pscbarcelona) January 20, 2025
Desde junio de 2023, con los socialistas gobernando Barcelona y los Comuns en la oposición, las diferencias se han hecho evidentes -por el modelo turístico, las terminales de cruceros o la cesión del Park Güell a Louis Vuitton-. Con todo, en diciembre cerraron un acuerdo para aprobar las ordenanzas fiscales, y este lunes la bomba ha estallado con la decisión de Collboni de romper las negociaciones para el presupuesto municipal de 2025. Ahora mismo, a punto de llegar al ecuador del mandato hay una guerra abierta entre Comuns y socialistas en el consistorio. Y a poco más de dos años de las elecciones municipales, difícilmente la situación mejorará.

El teniente de alcaldía del área económica Jordi Valls ha sido el encargado de explicitar la ruptura. Pero lejos de quedarse en eso, Valls no se ha mordido la lengua y ha exhibido las relaciones tan malas que hay entre PSC y Barcelona en Comú en el consistorio. Valls ha acusado a los Comuns de introducir “constantes nuevas líneas rojas” y de estar “enrocados en exigencias inamovibles”. “Si nunca te das por satisfecho es porque posiblemente no buscas ningún acuerdo”. Los ataques del PSC hacia los Comuns han ido más allá y, según Valls, estos se han dedicado «a estresar y tensionar constantemente la negociación» después de cuatro meses de encuentros. Y en la red X, el PSC ha asegurado que los Comuns han bloqueado el acuerdo y ha comparado la situación con el auge de la extrema derecha. «Ante el ascenso de la extrema derecha, se necesitan gobiernos progresistas y responsables».
‼️ MOLT GREU
— Barcelona En Comú (@bcnencomu) January 20, 2025
Jaume Collboni RENUNCIA a tenir pressupostos per Barcelona
Collboni avui ha triat NO posar en el centre les polítiques d’habitatge que exigeixen els veïns i veïnes. És decebedor veure l’alcalde més feble de la història de Barcelona abandonant a la ciutadania per… pic.twitter.com/ez2F8mivyl
Un gobierno «débil y cobarde»
Los Comuns han ofrecido un relato totalmente opuesto al del PSC. La presidenta de Barcelona en Comú en el Ayuntamiento Janet Sanz ha calificado al gobierno de Collboni de “débil y cobarde” y ha valorado como «inaudito» que el alcalde haya tirado la toalla y renuncie a negociar el presupuesto, «el instrumento más importante para poder desarrollar políticas», ha destacado. Mientras el PSC aseguraba que ha incorporado en el presupuesto demandas de los Comuns, estos lo han negado. «Collboni hoy ha elegido no tener presupuestos para estar al lado de los especuladores, en lugar de elegir llegar a acuerdos«. En la red X, los Comuns han dicho que Collboni «renuncia» a tener presupuestos y abandona a la ciudadanía para contentar a los lobbies económicos.

La gobernabilidad no se verá afectada
Lejos de ser un desastre político, la gobernabilidad de la ciudad no se verá afectada por la prórroga presupuestaria. Collboni, con solo 10 concejales, dirige la ciudad como si tuviera 21 (la mayoría absoluta del pleno) sabedor de que es prácticamente imposible que las fuerzas de la oposición se pongan de acuerdo para expulsarlo: el líder del PSC tiene garantizado que llegará como alcalde en mayo de 2027, cuando tendrán lugar las nuevas elecciones, y el camino será más bien tranquilo. Con un presupuesto récord de 3.807 millones para 2025 -el mismo del año pasado- se pueden hacer muchas cosas y el alcalde aún puede hacer uso de una segunda cuestión de confianza -una herramienta de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG). Una herramienta que permite a los gobiernos en minoría sacar adelante los presupuestos, con el límite de dos veces por mandato- para aprobar las cuentas de 2026 o 2027. En resumen: en Barcelona, el mandato político está decidido y Collboni se dedicará a exhibir estos dos años proyectos como la reforma de la Rambla, la cobertura de la ronda de Dalt o el tramo que se ejecute de la conexión del tranvía entre Verdaguer y Francesc Macià.

Junts elegirá al candidato esta primavera
En medio de este panorama, partidos como Junts ya piensan más en las elecciones de 2027 que en el mandato actual. Ganador de las elecciones municipales de mayo de 2023, con Xavier Trias como candidato, Junts no pudo formar gobierno porque poco antes de la investidura Barcelona en Comú y el PP (con Daniel Sirera) se pusieron de acuerdo para convertir Collboni en alcalde de Barcelona. El pacto servía, sobre todo, para barrar el paso al independentismo en el gobierno de la ciudad, como ya había pasado cuatro años antes con Ernest Maragall, cuando tres votos de Manuel Valls otorgaron la alcaldía a Colau. Ahora, con Trias ya fuera del consistorio, Junts ha renovado su imagen y ha cambiado el nombre de Trias per Barcelona por el de Junts per Barcelona y se prepara para elegir a su candidato o candidata esta primavera, entre abril y mayo, ha dicho el presidente del grupo municipal Jordi Martí Galbis. Sin excluir a otras personas del partido, Martí Galbis apuesta porque el candidato o candidata sea alguien que forme parte del grupo municipal actual. Uno de los nombres que suena es el de Josep Rius. Y deja la puerta abierta a presentarse él mismo y aspirar a liderar la lista de Junts en 2027 en Barcelona.

En el ámbito político en la capital catalana, la incógnita principal es resolver si ERC entrará en el gobierno de Collboni. En el Ayuntamiento, republicanos y socialistas exhiben buena sintonía y ERC ya había garantizado su voto favorable al presupuesto municipal después de que Collboni aceptara medidas por valor de 300 millones de euros propuestas por ERC. Incluía una fábrica de contenido digital en catalán, el incremento de efectivos de la Guardia Urbana o las bonificaciones en el transporte público. Mientras tanto, en el otro lado de la plaza de Sant Jaume ERC se ha plantado y no negociará los presupuestos de Salvador Illa si no hay avances en el financiación singular de Cataluña. El año pasado, en el consistorio, los de Elisenda Alamany ya fueron la única formación que votó a favor de las cuentas presentadas por el PSC y ambos partidos cerraron un preacuerdo de gobernabilidad en la ciudad. Pero no fue votado por las bases republicanas en Barcelona porque el acto de junio de 2024 se suspendió en medio de una fuerte división interna. Ahora, con una nueva dirección del partido, con Oriol Junqueras de presidente y Alamany de secretaria general, ERC ha aparcado hasta marzo como muy pronto este debate -a la espera de que se resuelva la segunda fase del congreso nacional del partido- al mismo tiempo que quiere renegociar el pacto con el PSC. Si las dos formaciones se entendieran de nuevo, el acuerdo debería ser avalado por las bases de ERC, y todo a menos de dos años de unas nuevas elecciones cuando los partidos deben empezar a marcar distancias más que a encontrarse.

Hay algunos indicios para pensar que el tablero político en el Ayuntamiento de Barcelona ya no se moverá y Collboni terminará el mandato gobernando en solitario, con mucha comodidad, y el resto de formaciones en la oposición, incluida ERC. Y a medida que se acerquen los comicios, el enfrentamiento político entre Collboni y los Comuns irá en aumento. Alejada de la primera línea política, Ada Colau tendrá que decidir, a más tardar a finales de 2026, si se vuelve a presentar a las elecciones municipales y se enfrenta con el líder del PSC en un intento de recuperar la alcaldía de Barcelona.