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ERC Barcelona espera una nueva «ventana de oportunidad» para desencallar el sí a Collboni

13 de junio. Orfeó Martinenc. La federación de ERC Barcelona y el grupo municipal de los republicanos en el Ayuntamiento de Barcelona confían en que la militancia validará el pacto con el PSC que ya ha sellado el partido en la capital del país y que les permitirá formar parte del equipo de gobierno de Jaume Collboni. El pacto se coció en febrero de 2023, pero el adelanto electoral en Cataluña y las elecciones europeas impactaron, nuevamente, en la política local. Había que esperar a consultar a la militancia sin contaminación política externa. Pero el 13 de junio, sobre el papel ya no se esperan sobresaltos. Es jueves al atardecer y el Congreso Extraordinario se ha convocado con 48 horas de margen, a las 18.30 h. El sí cuenta con el apoyo de la mayoría de militantes más activos en los casales de la ciudad. Teniendo en cuenta que el aforo del Orfeó es de 270 personas, se deduce que los organizadores del Congreso no esperan una gran movilización. Pero todo se desborda y muchísimos militantes -también muchos partidarios del no- acuden al Congreso. También desembarcan consejeros de la Generalitat y cargos de ERC que tienen derecho a voto y que claramente votarán no al pacto con el PSC. A las 20 h, cuando ya hace una hora que tendría que haber arrancado el cónclave, la organización anuncia que suspende la votación por razones de aforo. Asegura que buscará un nuevo emplazamiento y una nueva fecha.

El Congreso, a la espera del desenlace en el Parlamento

Y hasta hoy. Más de tres semanas después, no hay ni fecha ni ubicación y el pacto entre ERC y el PSC en Barcelona está en el limbo. «Todavía lo estamos valorando», se limitan a decir desde la Federación de Barcelona a preguntas del TOT Barcelona sobre si hay alguna previsión de calendario para celebrar el Congreso. Sea como fuere, fuentes republicanas sí que confirman que el voto telemático, que facilitaría la participación ágil de toda la militancia y evitaría problemas de aforo como el 13 de junio, está descartado por una «cuestión estrictamente reglamentaria». Y es que los estatutos dicen que si se tiene que hacer un cambio del sentido del voto del grupo municipal en la investidura -ERC votó a Xavier Trias y la militancia lo avaló-, se tiene que hacer «con el mismo formato». «Con Xavier Trias fue un congreso presencial, y reglamentariamente, el pacto con el PSC y la entrada a gobierno se tiene que validar exactamente igual», aclaran fuentes republicanas.

Naturalmente, ERC Barcelona no está «valorando» una nueva fecha del Congreso que tiene que decir sí o no a Collboni por cuestiones de aforo. Todo está parado, en realidad, a la espera del desenlace en el Parlamento, o elecciones o investidura de Salvador Illa. Y contaminado por el último revés que ha sufrido el aparato republicano, en guerra total entre ‘junqueristas y roviristas’, con dos estrategias claramente enfrentadas. Pactar o no pactar con el PSC, controlar o no el partido y tener la hegemonía entre la militancia, que al final es quien validará las decisiones y el 30 de noviembre elegirá una nueva dirección de ERC. Una guerra en la que la renuncia de Sergi Sabrià al cargo de viceconsejero de Estrategia y Comunicación del Gobierno en funciones a raíz de saberse que en ERC había conocimiento de los carteles de falsa bandera de Ernest Maragall y su hermano Pasqual, debilita sobre el papel el sector que pilota Marta Rovira -en el cual está el president Pere Aragonès y la mayoría de consejeros-, contrario a los pactos con el PSC, y allana el camino al bloque Junqueras, partidario del acuerdo con Illa y Collboni. Todo, sobre el papel. 

Imagen de archivo de la plaza de San Jaime / Jordi Play
Imagen de archivo de la plaça Sant Jaume / Jordi Play

«En el escenario de hoy no se dan las condiciones para que haya un debate que sea solo de Barcelona y que no se vea influido por otros escenarios», remarcan al TOT fuentes del grupo municipal de Barcelona, que reconocen que el 13 de junio «era una ventana de oportunidad para hacer el Congreso», porque ya habían pasado las elecciones catalanas y las europeas, pero todavía no habían arrancado las negociaciones para investir a un presidente de la Generalitat. En este sentido, los republicanos barceloneses son conscientes de que el Congreso no se celebrará hasta que «quede claro qué pasa en el Parlamento», tanto si ERC acaba avalando una investidura de Salvador Illa como si se precipiten elecciones porque el PSC no obtiene los apoyos necesarios. ¿Pero por qué no se celebró en los días posteriores al 13 de junio, dado que era fácil encontrar un espacio más grande? Los republicanos admiten que la ventana de oportunidad «se cerró de golpe porque todo se precipitó«. Tanto dentro de ERC, con manifiestos y guerras internas, como en el Parlamento, cuando el día 25 el presidente de la cámara activó el reloj de la investidura con el 26 de agosto como fecha tope.

En este contexto, si se produce una repetición electoral, ERC Barcelona admite que, «forzosamente, el calendario de la consulta se atrasará». Y si finalmente hay presidente -con el necesario apoyo de ERC-, se podrá retomar antes la consulta que tiene que dar luz verde, o tumbar, la incorporación de ERC al ejecutivo de Jaume Collboni.

¿La decisión de ERC en el Parlamento marcará Barcelona?

¿Ahora bien, cambiará el escenario en Barcelona si la militancia de ERC decide no investir Salvador Illa e ir a repetición electoral? Socialistas y republicanos barceloneses insisten mucho a circunscribir el pacto en las fronteras de la capital, pero parece difícil pensar que no tendrá ninguna repercusión una decisión u otra en los despachos de las direcciones de los dos partidos en Cataluña. Con todo, fuentes socialistas consultadas por el TOT sobre la posibilidad de que un no de ERC a Salvador Illa deje en el cajón el pacto Alamany-Collboni, insisten en que «Barcelona y Cataluña son carpetas separadas. Lo han sido siempre y lo seguirán siendo». De hecho, la primera teniente de alcaldía del Ayuntamiento de Barcelona, Laia Bonet, ya expresaba después de la suspensión del Congreso de ERC el 13 de junio «el máximo respeto» por los procesos internos de todos los espacios políticos para tomar decisiones». ¿Ahora bien, quiere decir que el PSC esperará eternamente a ERC y, eventualmente, un acuerdo con los Comuns? De las palabras del alcalde Jaume Collboni se deduce que no tiene prisa para ampliar el ejecutivo, pero que tampoco condiciona su estabilidad a la presencia de ERC: “El perímetro de los acuerdos del Ayuntamiento está bastante definido, hay una mayoría posible con Junts y una mayoría posible de izquierdas. Y nosotros, en la medida en la que vayamos tomando decisiones, contaremos con esta doble variable”.

Jaume Collboni y Elisenda Alamany, en el plenario del febrero pasado / ACN-Pol Solà

De hecho, Jaume Collboni y el PSC gobiernan desde hace más de un año con solo 10 regidores, gracias a los votos a la investidura del PP y Comuns, que se pusieron de acuerdo para investir el candidato socialista para impedir que Barcelona tuviera un gobierno independentista. Y si bien inicialmente parecía que el partido de Ada Colau se cobraría la factura de esta fotografía con la derecha española con una entrada al gobierno municipal, Comunes y PSC se fueron distanciando, haciéndose evidente el veto del PSC a tener «dos alcaldes» dentro de un mismo ejecutivo. Y hasta hoy, el PSC ha salido adelante todos los grandes proyectos que tenía previstos -y el 97% de los expedientes municipales-, sin una oposición articulada y con el recurso de la Loreg para aprobar automáticamente las cuentas en una segunda ocasión. A todo esto, sumando dos prórrogas presupuestarias posibles. Por lo tanto, tiene, si la oposición no es alternativa, el mandato garantizado. Con ERC o sin, y con aritmética variable para salir adelante la acción de gobierno.

PSC y ERC Barcelona mantienen el entendimiento

En todo caso, el PSC apuesta oficialmente para ampliar su gobierno, con ERC como primera opción. Y ERC Barcelona, después de la retirada -con empujón incluido– de Ernest Maragall, abiertamente contrario al pacto con Collboni -ni ahora ni así, dijo al día siguiente del Congreso fallido reclamando uno rebate «maduro y abierto» que a parecer suyo no se había tenido-, aceleró con Elisenda Alamany las negociaciones para poder garantizarse una cuota de poder municipal desprendido de la derrota electoral, en que pasaron de 11 a 5 regidores. Al margen de las direcciones de los partidos y de ganadores y perdedores de las guerras internas, en el caso de ERC la decisión la tendrá la militancia, que podrá hablar, eso sí, cuando la Federación de Barcelona lo decida.

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