19 de febrero de 2024. El grupo municipal de ERC en Barcelona, ahora ya comandado por Elisenda Alamany y sin Ernest Maragall, anuncia un acuerdo con el PSC por apoyar en los presupuestos, bono y sabiendo que el alcalde Collboni no tiene, de momento, asegurada la mayoría necesaria para evitar una cuestión de confianza. Es la primera piedra de el acuerdo de gobierno que rubricarán socialistas y republicanos y que ERC presentará públicamente el 12 de junio. Explican que el pacto, más allá de sillas al ejecutivo, incluye la transformación del Eje Besòs, la creación de una oficina de la lengua catalana, once nuevos Centros de Atención Primaria (JEFE) y la adjudicación de 1.000 pisos sociales públicos cada año. También se acuerda la creación de un fondo de retorno turístico de 40 millones de euros anuales y una batería de medidas por proteger el comercio de proximidad. El mismo día, la presidenta de la Federación de ERC Barcelona, Eva Baró, certifica que las negociaciones con el PSC se han hecho en «coordinación constante» con la dirección nacional de ERC. El mensaje a la militancia está claro. Luz verde de Calabria y luz verde de los cargos de Barcelona para hacer tándem con Jaume Collboni.
Justamente, la militancia está convocada el día siguiente, 13 de junio, al Orfeón Martinenc, para votar presencialmente un sí o uno no al aval en el acuerdo. Pero el Congreso extraordinario no arranca, oficialmente, por problemas de aforo. Se acaba suspendiendo sin fecha nueva, si bien inicialmente se asegura que se encontrará otro lugar para meter toda la militancia. Todo ello, cuando ERC, con 20 escaños en el Parlamento, tiene que decidir si hace presidente de la Generalitat Salvador Illa o, como reclama Junts, se repiten las elecciones. Una decisión que también se tiene que someter a la votación de la militancia republicana.
Y si la entrada del equipo de Elisenda Alamany ya se había dejado temporalmente al cajón por la convocatoria avanzada de elecciones en el Parlamento el 20 de mayo, las negociaciones de ERC con el PSC, la crisis interna generada por el escándalo de la estructura B del partido y la convocatoria del Congreso para elegir la nueva dirección el 30 de noviembre han acabado de complicar la vida al grupo municipal, que a estas alturas se ve empujado a tener una posición ambigua en el plenario del Ayuntamiento. A estas alturas, no hay fecha para una votación prevista cuatro meses atrás. Hay la incógnita de si se podría convocar la consulta antes del 30 de noviembre, o si los republicanos preferirán esperar que pase el Congreso -y la renovación de las territoriales y los debates que habrá que hacer, un escenario que puede alargarse hasta febrero de 2025-.

Sea como fuere, tanto la Federación de Barcelona como el grupo municipal tienen claro que hay que gobernar con el PSC, pero la decisión continúa en manos de los cerca de 800 militantes de la ciudad. El TOT Barcelona ha pedido a tres politólogos que analicen los costes y beneficios para los republicanos tanto de gobernar como de hacer oposición, con la mirada puesta en las elecciones del 2027. Los tres, pero, puntualizan que ERC en Barcelona se encuentra en una coyuntura muy condicionada por el perfil de la dirección nacional que salga del Congreso del 30 de noviembre, que podría acabar de empujar hacia el pacto o darlo por muerte.
Beneficios de gobernar con Collboni
El profesor de Ciencia Política de la UB Jesús Palomar empieza señalando un matiz antes de desgranar los activos de ser parte del gobierno municipal: “Todavía no se sabe si los Comunes estarían o no. No es el mismo un tripartito, donde uno de los socios tiene una mayoría con relación a los otros dos, que un bipartito, donde alguien tiene un resultado mucho más amplio que el otro. Si hay un tercero en discordia, siempre es más fácil repartirse la presión, pero si las decisiones del PSC solo pasan por ERC, en el caso de un bipartito, sería más difícil que los republicanos no fueran partícipes de toda la acción de gobierno. Según la teoría política, en un bipartito, el pequeño acaba perdiendo”, dice Palomar. Aun así, considera que si el socio menor tiene “la habilidad y capacidad de controlar y condicionar algunos focos, y que además, se note cierta influencia de ERC en los ámbitos que gestiona el PSC”, podría ser un gran activo para los republicanos. “Este es el gran desafío para ERC si entra al gobierno: puede quedar diluida en el PSC, y que lo arrastre a sus decisiones, o puede marcar pequeños espacios propios e influir en los del PSC. Dependerá de la capacidad de gestión de ERC, pero también de hasta qué punto el PSC se deja hacer”, señala el profesor de la UB en conversación con este diario.
Por su parte, el profesor de Ciencias Políticas de la UPF Toni Rodon insiste que gobernar ya es “un activo” en él mismo: “Te da visibilidad, puedes hacer políticas públicas, vender que aquella calle lo has arreglado tú…, para intentar recuperar nichos electorales”. Rodon cree que “la visibilidad institucional puede ayudar a consolidar un líder interno que tenga que ser candidato, en este caso, el 2027, porque estar en el gobierno permite reuniones oficiales que desde la oposición costarán mucho más o no existirán”.

Otras incentivos para entrar al gobierno de Collboni los expone el profesor de ciencias políticas de la UOC y experto en partidos políticos y élites políticas Andreu Paneque, que señala que con una buena gestión, ERC podría comerse parte del relato del PSC. “Si yo entro al gobierno Collboni, todo aquello que haga de nuevo, aunque sea al ecuador de mandato, me lo puedo adjudicar diciendo que ha estado gracias a mi presión y presentar ERC como la herramienta útil para avanzar socialmente en la ciudad o allá donde sea que pacte”.
Este experto añade también otro factor positivo de un hipotético tándem de gobierno, y es que ERC ha perdido la institucionalidad de la Generalitat: «Un partido tiene como objetivo externo la representación institucional, no la oposición, de forma que tener visibilidad en Barcelona es un punto a favor a valorar. Y, en segundo lugar, la supervivencia interna. Los ingresos no vienen por la militancia, sino por los cargos, por lo tanto, aunque los partidos digan que las sillas no son relevantes, lo son y mucho. Si te quedas sin muchos de tus cuadros -asesores y políticos-, tu supervivencia como partido está en riesgo, y entrar en un gobierno es un respiro».

Costes de hacer tándem con el PSC
Los politólogos consultados también valoran los costes que puede tener para ERC un bipartito con el PSC. En el caso del profesor de la UB Jesús Palomar, remarca que «estar en el gobierno de Collboni no es garantía de visibilidad», de hecho, considera que si antes de entrar al gobierno ERC no puede demostrar que ha influido en los presupuestos del 2025, «casi no podrá mover ni una coma del 2025, y para estar solo el 2026 vale más que no entren y se eviten el desgaste». Palomar también habla de liderazgos. ERC no ha hecho oficial quien será jefe de cartel, pero el profesor alerta que tener silla al ejecutivo no garantiza una gran visibilidad para construir liderazgos: «ERC va tarde. No se sabe si será Elisenda Alamany, si acabará siendo secretaria general de ERC y esto será incompatible, si no lo será, si será candidata… Pero en todo caso, la visibilidad real la tiene el alcalde, por eso considero que es mejor tener candidato definido que no tener una concejalía, que probablemente el 90% de la gente no conocerá», sentencia Jesús Palomar.
Andreu Paneque (UOC) pone el foco en el hecho que la decisión de hacer tándem o no con Collboni tiene implicaciones directas en el mensaje estratégico que dará ERC de cara al 2027, pero también en el ámbito de país, con quien quiere competir electoralmente. “No se puede entender ERC en Barcelona sin el contexto de lucha por el poder al partido y el Congreso, porque la hoja de ruta que salga no solo tendrá efectos en la dirección del partido, sino en las otras esferas institucionales y políticas. Entrar o no al gobierno Collboni tendría que depender de la estrategia electoral global de ERC”, dice Paneque.
Y concreta su argumento: “Entrar o no tendrá costes o beneficios según qué sea su estrategia de captación de votos, no es el mismo querer competir con Junts para ser el partido útil del independentismo que si quieres volver a absorber los votos que las encuestas dicen que has perdido en favor del PSC. Por lo tanto, si quieres desgastar el gobierno Collboni para recuperar votos perdidos, no puedes entrar al gobierno, pero si quieres presentarte como la herramienta útil del independentismo para hacer avanzar socialmente la ciudad, tienes que hacer tándem y distanciarte de Junts”, remacha el profesor.
Por su parte, Toni Rodon (UPF) alerta, en la lista de pasivos, la posibilidad de acabar convertidos en muleta del PSC. «Es un riesgo, ya los pasa a los Comuns, y de hecho, ya pasó con ICV, que se acabe viendo ERC como una muleta del PSC, que solo puedan ser un partido de gobierno pactando con el PSC y que su supervivencia dependa. Si esto pasa, entonces como partido pierdes la capacidad de negociación y será muy fácil negociar contigo porque no tendrás alternativa».

El experto señala también el coste electoral que puede tener si se genera confusión o peleas entre sectores de ERC sobre la entrada o no al ejecutivo Collboni: «Puede pasar que el electorado, y no solo la militancia, no lo entienda. Aquí se dijo que no se entraría al gobierno, después de que sí, se tenía que hacer un congreso y se aplazó, y ahora resulta que depende de quién acabe mandando a ERC, quizás sí o quizás no. Este arriba y abajo puede hacer que se interprete que solo busca la silla y que no tiene estrategia. La ciencia política dice que si quieres obtener réditos, tienes que explicar qué harás si gobiernas, no poner el foco en si entras o no al gobierno», sentencia Rodon al TOT Barcelona.
Sea como fuere, si la militancia toma la decisión sobre el sí o el no a Collboni, esta tendrá que estar en sintonía con la hoja de ruta que ERC diseñe a partir de su Congreso, y que tendrá que servir para afrontar el nuevo ciclo electoral. Ser el azote del PSC en Barcelona o ser su socio, y a la vez, demostrar que un partido independentista puede empujar el PSC en los ejes social y nacional.



