La decisión del Ayuntamiento de Barcelona de volver a suspender las relaciones con Israel ya ha suscitado polémica. En un contundente comunicado hecho público este viernes por la tarde, la comunidad judía de la capital catalana ha cargado duramente contra el ejecutivo encabezado por Jaume Collboni y los concejales de los grupos de los Comuns y ERC por votar a favor de parar los vínculos con el estado israelí hasta que no se pare el conflicto en la Franja de Gaza, un posicionamiento que califican de antisemita.
«El texto no ayuda en nada a resolver el conflicto y, cuando llama al boicot a las empresas israelíes, por el sol hecho de serlo, entra de pleno en el antisemitismo sofisticado iniciado por la anterior alcaldesa. Romper relaciones no ayuda en nada a resolver este ni ningún otro conflicto. Lo que ayuda es estrechar los lazos. Como judíos y judías de Barcelona y de Cataluña mostramos nuestro azoramiento y decepción de que el ayuntamiento de nuestra capital apruebe un texto que lo único que hace es polarizar y dividir«, arranca el mensaje.
La comunidad judía barcelonesa denuncia que no se haya votado ninguna resolución contra los «crímenes horrorosos» de Hamás y acusa tanto al alcalde como a los regidores de los dos grupos que han votado a favor de la propuesta presentada por los Comuns de «hacerse suya» la versión de una de las partes. «Lamentamos que sea la versión de quien no quiere libertad, la democracia, la diversidad, las mujeres, la comunidad LGTBI, ni judíos ni Estado de Israel. Como comunidad judía de Barcelona apoyamos el derecho a la vida, el derecho de Israel de defenderse de los bárbaros», remarca el comunicado, que concluye agradeciendo el voto en contra de Trias per Barcelona, el PP y Vox.
Un hermanamiento fluctuante
Hay que recordar que el pasado mes de septiembre, cuando no hacía ni dos meses que el alcalde Jaume Collboni presidía el Ayuntamiento, decidió retomar el hermanamiento entre Barcelona y Tel Aviv. Colau rompió las relaciones con el país y la ciudad israelíes el pasado mes de febrero después de que varias entidades encabezaran una campaña que había contado con miles de firmas y que, precisamente, instaba al ejecutivo a romper las relaciones hasta que se pararan los episodios de violencia contra el pueblo palestino.