Aquello que teóricamente es una derrota política, que un gobierno no tenga suficientes apoyos para aprobar unos presupuestos, para el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, es más bien un balón de oxígeno para alargar unos meses gobernando sin una oposición articulada, a pesar de que a estas alturas los 10 regidores del PSC solo tienen el apoyo explícito de ERC. Pero ni siquiera los republicanos podrán cobrarse inmediatamente la factura de haberse desmarcado de la oposición para votar sí a las cuentas del PSC, porque la convocatoria electoral avanzada en Cataluña el 12 de mayo, después de que los Comuns tumbaran las cuentas de Pere Aragonès y Salvador Illa, ha dejado en suspenso una entrada al ejecutivo que el 19 de febrero parecía bastante inminente.
De hecho, Ada Colau se ha dirigido al alcalde para decirle que no entiende cómo es que «ha decidido fracasar en vez de explorar las dos posibilidades que tenía, con un acuerdo con juntos o un acuerdo con las izquierdas». Pero si bien no aprobar los presupuestos es un fracaso político sobre el papel, a la práctica el alcalde ha vuelto a ganar la partida. No hay oposición alternativa, y se verá de forma gráfica cuando se vote la cuestión de confianza y no haya candidato alternativo. Entonces, Collboni tendrá aprobados automáticamente los presupuestos del 2024 que tenía en mente en octubre de 2023, solo con los matices que ha introducido ERC a cambio de sus 5 votos. Unos matices que, además, han reforzado la figura de Collboni, porque la republicana Elisenda Alamany ha reñido a los Comuns por la contradicción que a su criterio supone que los Comuns reclamen un gobierno progresista y a la vez impidan la aprobación de «unos presupuestos progresistas».

La estrategia de los Comuns, beneficio para Collboni
A la práctica, si Jaume Collboni gana otra partida y saldrá de facto reforzado con la cuestión de confianza, donde se evidenciará que no hay alternativa, es en parte por la estrategia de los Comunes en Barcelona. Retrocedemos al 17 de junio de 2023: el candidato del PSC acaba siendo alcalde porque los Comuns -y los despachos de Madrid del PSOE y del PP- acaban votando con el PP de Daniel Sirera la investidura de Collboni, con el argumento de parar un gobierno independentista liderado por Xavier Trias. Aquel día, Jaume Collboni, que había perdido las tres elecciones a las cuales se había presentado, tomaba la vara de alcalde con solo 10 regidores. Y cuando parecía que los Comunes entrarían de forma inminente al gobierno municipal, Collboni tuvo la destreza política para ir dilatando los tempos, aprovechando la convocatoria avanzada de las elecciones españolas. Después, las negociaciones para investir Pedro Sánchez, que se alargaron hasta noviembre. Y después, negociando a varias bandas, con Trias per Barcelona y también con ERC. Todo, con un alcalde que desde el minuto cero ha tenido claro que no quería Ada Colau a su ejecutivo y supo incluir ERC en la ecuación de la gobernabilidad. Ahora, la convocatoria del 12M mujer más oxígeno a Collboni para seguir aseando los muebles de la casa a su gusto y jugando a la aritmética variable para ir aprobando medidas de gobierno. Como mínimo hasta que haya nuevo Govern en la Generalitat y las aritméticas le puedan imponer, o no, los socios que tiene que tener el PSC en Barcelona.

Como mínimo, hasta la noche del 12 de mayo, el alcalde de Barcelona volverá a tener en suspenso la ampliación de su ejecutivo, y hasta finales de año tendrá unas cuentas aprobadas que lo salvarán de una crisis de gobierno. Mientras tanto, con 10 regidores ha superado los diez primeros meses de su mandato sin que haya caído ninguno de sus grandes proyectos.
Collboni ha acabado su última intervención anunciando que convoca un pleno extraordinario el 27 de marzo para la cuestión de confianza, paso previo a la aprobación automática de las cuentas, que se procedería el 2 de mayo. «Tal como me comprometí, Barcelona tendrá presupuestos en la primavera», ha espetado el alcalde en el último turno de palabra. Y una estocada final para Ada Colau: «Nunca había visto tanta irresponsabilidad junta en muchos años. Esta actitud de boicot en los presupuestos progresistas es un grave error que solo beneficia la derecha y la ultraderecha que usted dice combatir».





