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Collboni quiere sacar provecho de un pacto con ERC para 2027

El 2024 terminará con una nueva-vieja dirección de ERC pilotando un partido que ha cerrado un ciclo electoral desastroso y que deberá gestionar la reconstrucción de una militancia fragmentada en bandos. Al mismo tiempo, el equipo de Oriol Junqueras tendrá que gestionar y fiscalizar el pacto de investidura con el PSC de Salvador Illa en la Generalitat, y desbloquear, o enterrar definitivamente, el acuerdo con Jaume Collboni en Barcelona para apuntalar parcialmente su ejecutivo en minoría histórica. El reelegido presidente de ERC se ha negado a hacer público si votó a favor o en contra de la investidura de Salvador Illa en la consulta que se realizó a la militancia, pero sí ha señalado que el pacto con el PSC es manifiestamente mejorable. Sobre el acuerdo que construyó la nueva número dos de ERC, Elisenda Alamany, después de la retirada de Ernest Maragall y de un cambio de estrategia de ERC en la ciudad, Junqueras advirtió que el pacto debía «renegociarse», sin concretar en qué términos.

El 2025 comenzará sin novedades en Sant Jaume

Sea como sea, el 2025 comenzará en Barcelona sin resolver la incógnita de ERC. Alcaldía da por hecho que «no habrá contactos» hasta al menos después de Reyes, y de hecho, Jaume Collboni ha suspendido su agenda hasta el 2 de enero. En cualquier caso, si se produce, la entrada de ERC en el gobierno de Collboni deberá pasar por las urnas de la militancia, que en junio de 2024 debía decidir en un congreso extraordinario que la Federación de Barcelona decidió suspender justo antes de que la militancia ocupara sus asientos para escuchar los términos del pacto y votar. Oficialmente, problemas de aforo. Pero seis meses después, y con las turbulencias de la investidura de Illa, los carteles de Maragall y la guerra interna por controlar la dirección del partido, no hay fecha para los militantes de Barcelona. ERC Barcelona, preguntada por TOT sobre este aplazamiento, se limitó a decir que esperaba «una ventana de oportunidad» para someter a votación el acuerdo «no escrito» con Jaume Collboni. Y hasta hoy.

Sesión de investidura de Jaume Collboni como alcalde de Barcelona, con los votos del PP y los Comuns foto: Jordi Play

Mientras tanto, en el PSC tienen una prisa relativa. Fuentes del PSC expresan a este diario que ven al grupo municipal y la Federación «bastante predispuestos» a incorporarse al ejecutivo de Collboni, y apuntan que «estratégicamente, para ERC es mucho más fácil un pacto en Barcelona que no en la Generalitat, donde entrar al Gobierno Illa tendría una envergadura política que no tiene el Ayuntamiento». De hecho, señalan que a los Comuns les sucede justo lo contrario, «querrían incorporarse al Gobierno Illa, pero descartan hacerlo en Barcelona porque podría tener un coste más elevado en 2027». De hecho, el mismo Collboni da por perdido a este socio en Barcelona y hace tiempo que lo ha sacado de la ecuación gubernamental, pero no de los presupuestos. De hecho, Barcelona en Comú ha descartado entrar en el gobierno Collboni asegurando que su partido «ya gobierna desde la oposición».

Los socialistas barceloneses calculan que una entrada de ERC en el gobierno podría producirse entre finales de enero y febrero, y no necesariamente con un pacto global que incluya el sí republicano a los presupuestos -que ya dieron en 2024-, pero que, reconocen, sería más «fácil» para convencer a la militancia de ERC a la hora de votar sí o no a Collboni. De hecho, si ERC arranca compromisos relevantes al PSC en materia de inversiones y puede exhibir fuerza para condicionar el ejecutivo, la dirección de Barcelona tendría más argumentos para promover el sí en la consulta a la militancia. En todo caso, desde el PSC advierten que una cosa es revisar el acuerdo presentado hace unos meses y otra renegociarlo de arriba abajo. «El PSC no tiene prisa, tenemos el mandato encarrilado y las grandes líneas maestras trazadas, nuestra hoja de ruta es muy clara y la maquinaria municipal funciona a pleno rendimiento. Pero sí, nos interesa ERC», señalan.

ERC reforzaría a Collboni en las urnas en 2027

¿Y qué saca el PSC de compartir el poder, si de hecho, tiene asegurado el mandato con socios o sin ellos, y tiene la oposición dividida? Fuentes socialistas barcelonesas lo tienen claro: «Llegar a 2027 con un socio estable proyecta estabilidad, rigor y amplitud de miras, un alcalde abierto al diálogo constante». En resumen, con ERC en el gobierno municipal la figura de Jaume Collboni saldría reforzada por la izquierda. Y con un socio que, teniendo en cuenta que es muy improbable que el PSC consiga mayoría absoluta, y que ERC y Junts ahora mismo no están en condiciones de intentar un nuevo pacto en 2027, sería un aliado casi seguro para la aritmética del día siguiente a las elecciones. «Jaume Collboni llegaría a las urnas con un socio estable de menor dimensión, este es un activo importante de un posible pacto para ampliar el gobierno actual», reconocen fuentes del entorno de alcaldía.

Oriol Junqueras y Elienda Alamany, el tándem que dirigirá ERC | MIREIA COMAS
Oriol Junqueras y Elienda Alamany, el tándem que dirigirá ERC | MIREIA COMAS

Además, teniendo en cuenta que el gobierno Collboni tiene solo 9 concejales, además del alcalde, y que no hay suficientes concejales ni para cubrir los 10 distritos, una entrada de ERC con sus 5 concejales descargaría de trabajo a los distritos, y daría también una cierta visibilidad a los republicanos. Además, claro, de unas cuantas nóminas más para ERC con asesores y otros cargos asociados a las tareas de gobierno. La incógnita, sin embargo, es si para Elisenda Alamany sería compatible ser primera teniente de alcalde en Barcelona y portavoz de ERC, además de secretaria general del partido. Algunas voces del partido en Barcelona, más críticas con la determinación absoluta de Alamany por materializar el pacto con Collboni, consideran que debería dejar sus funciones en el Ayuntamiento o no tener cargo en el ejecutivo. En todo caso, este escenario no se ha puesto públicamente sobre la mesa y la líder de ERC en Barcelona no se ha pronunciado.

En cualquier caso, si ERC acaba incorporándose al gobierno Collboni lo tendrá complicado para rentabilizar los triunfos internos que pueda obtener. En un ayuntamiento, la figura del alcalde, y por tanto de su partido, es omnipresente, y es muy difícil hacer llegar a los ciudadanos que una obra de gobierno es atribuible a un socio o a otro, más aún cuando faltan más de dos años para unas nuevas elecciones. Es más, si ERC entra al gobierno, apenas gobernarán juntos un año y se llegará al tramo final del mandato, donde, como hizo justamente Collboni, los partidos socios intentan desmarcarse para venderse por separado en las urnas. A Collboni le salió bien y pasó por delante de Colau. ERC, como socio menor, corre el peligro de perder más apoyos si, como busca el PSC, los republicanos son la nueva ICV y se convierten en su muleta electoral. O capitaliza su acción de gobierno y gana votos tanto por el lado de los Comuns como por el lado independentista, o puede sufrir fugas de voto útil de la izquierda hacia el PSC.

En todo caso, son cálculos que deberán hacer tanto socialistas como republicanos después del día de Reyes. Una pareja de baile que hace tiempo que coquetea, pero que no acaba de dar el paso. Y es que un pacto en Barcelona trasciende de largo las fronteras de la ciudad y debe leerse en clave nacional presente y futura.

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