El ejecutivo municipal de Barcelona ha iniciado, con el alcalde Jaume Collboni al frente, un nuevo objetivo político: poner la vivienda en el centro de su discurso político. El objetivo expresado públicamente es “garantizar el derecho de los barceloneses y las barcelonesas a quedarse en Barcelona”. Lo ha dicho el alcalde en los debates plenarios y en ruedas de prensa, pero también es un mantra habitual en los discursos de la primera teniente de alcaldía, Laia Bonet, responsable de urbanismo y hasta hace poco de vivienda, y también del responsable de economía y nuevo titular de la carpeta de vivienda, Jordi Valls, que lo expresaron en la presentación del nuevo plan urbanístico de Montjuïc.
La misma Bonet resumía el plan como la manera de cumplir “aquello que hemos llamado derecho a quedarse”. Otros concejales del gobierno también lo han utilizado; Xavier Marcé, concejal de Nou Barris, o Raquel Gil, últimamente en una entrevista en RAC1. Todo un mantra que el gobierno repite en todas partes y que esconde sobre todo una voluntad: situar al ejecutivo municipal a la vanguardia de las políticas de vivienda y apelar a ese votante moderado que nunca había tenido problemas con la vivienda y ahora sufre por los efectos de la crisis residencial.

En conversación con el Tot Barcelona, el profesor de Ciencia Política de la Universidad de Barcelona (UB) Pau Vall recuerda que el votante clásico de clase media “cada vez tiene más dificultades para encontrar una vivienda asequible” y que el PSC los “interpela” con este discurso. “Seguramente es una estrategia útil para ambos lados, también para el voto progresista, pero este énfasis va más enfocado a este votante más de clase media, que tradicionalmente no había sufrido tanto por el tema de la vivienda y que en los últimos 10 o 15 años es el que cada vez lo está viendo más complicado”, añade el experto.
El catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) Joan Botella opina en una línea muy similar. “Collboni quiere decirle a la antigua Convergència: esto es culpa vuestra”, sentencia. “Esto fuerza mucho la posición de Junts, porque si Junts no sigue estas políticas se queda solo al lado de PP y Vox, en una posición muy incómoda”, resume el catedrático. “No me extrañaría –añade Botella– que los próximos dos años buscara una estrategia centrada en manifestar un perfil social fuertemente preocupado por la vivienda y los precios: por un lado, reivindica su propia imagen como partido de izquierdas y, por otro, se prepara un argumento fuerte contra una eventual oferta política del mundo Junts a sus votantes”. En este mandato, el principal desacuerdo en materia de vivienda del gobierno ha sido precisamente con Junts, tras haber intentado sin éxito reformar la política del 30%.
El papel de la oposición
Todo esto llega en un momento de reconfiguración de la oposición, lo que permite a el alcalde allanar el terreno del 2027 con más comodidad. Botella no descarta que el cuerpo a cuerpo más pronunciado en las próximas elecciones sea un enfrentamiento PSC – Junts, aunque afirma que este choque “depende más de Junts”. “Si el cabeza de lista juntero es menos conocido por la opinión pública, Collboni puede permitirse sonidos de segunda fila”, remarca Botella, que ve en la batalla con los Comuns un caso similar. “El PSC puede estar pendiente de qué hacen los otros sin precipitación y orientarse en función de las decisiones que tomen”, remarca.
Ambos expertos ven en ERC un rol «más colaborador» que los otros dos grandes partidos de la oposición. En este sentido, Pau Vall cree que los Comuns todavía tienen más capacidad de incidir en el gobierno y que intentarán plantar batalla por el liderazgo de la izquierda. “Se les ha complicado un poco sin el rol de Ada Colau ni un liderazgo claro, y se tiene que ver quién será su candidato o candidata. Pero, aun así, todavía están jugando en el Ayuntamiento una estrategia de más confrontación, que demanda un poco más al PSC y a Collboni para no perder el ritmo e intentar mantenerse con posibilidades de aglutinar el máximo número de votos dentro del bloque ideológico”, remarca. La vivienda es un ejemplo: los Comuns han situado los desahucios de Vallcarca como una línea roja ante el intento del PSC de desalojar la zona alegando que están en una situación de infravivienda.
