Jaume Collboni comenzó el mandato el 17 de junio de 2023 con una convulsión política sin precedentes. Una hora antes del pleno que debía investir a Xavier Trias con el apoyo de ERC, se anunciaba un acuerdo sin precedentes en la política catalana, y la española, gestado en los despachos de Madrid. PP y Comuns le darían apoyo en la investidura, pero el PSC gobernaría, de entrada, en solitario. Como en 2019 con Ernest Maragall, el independentismo se quedaba sin alcaldía por una aritmética también convulsa, que hacía alcaldesa a Ada Colau con el voto del PSC y de la derecha de Manuel Valls.
Dos años después de la investidura de Jaume Collboni, continúa gobernando en solitario. Sin ataduras y sin socios estables, buscando a ambos lados aliados puntuales. Sin haber pagado ningún precio por los votos de investidura y sin grandes trabas para ejecutar su hoja de ruta en la ciudad. De hecho, el mismo alcalde ha hecho balance de los dos años de mandato con una cifra bastante triunfalista: su gobierno ha ejecutado el 85% del plan de acción de gobierno. Entre el 15% restante, sin embargo, hay dos grandes piedras en el zapato, la modificación de la normativa de la reserva del 30% de los pisos protegidos y la ordenanza de civismo, además de la rambla verde de Vallcarca y el primer interior de isla, según ha detallado el mismo alcalde. Todo ello, con una estrategia de fondo para 2027 para intentar posicionar al PSC como la pieza central e imprescindible en Barcelona para configurar mayorías. En resumen, que las alianzas políticas orbiten alrededor del PSC. Y Jaume Collboni ha dejado claro que quiere repetir: «Cuando el partido abra los procesos para la elección de candidato, me presentaré».

Sin coalición de gobierno, aritmética variable
En el Saló de Cent del Ayuntamiento, el alcalde ha justificado con cifras que su ejecutivo tiene encarrilado el mandato cuando aún faltan dos años para pasar por las urnas. Insistiendo en que Comuns y ERC son sus aliados naturales, pero sin cerrar la puerta a Junts, con quien tiene mayoría absoluta, y que puede tener la clave para redondear su plan de gobierno con el 30% y la ordenanza de civismo, dos materias donde las izquierdas no compran el relato del PSC. «Nuestra preferencia de acuerdos es y ha sido con ERC y los Comuns, nos gustaría continuar en este camino, pero sin excluir acuerdos con el otro gran grupo, Junts». Aunque el alcalde exprese esta voluntad de disponer de socios, dos años después, la ciudad sigue siendo monocolor. Según Collboni, no por falta de voluntad del PSC, sino porque los tres grandes partidos de la oposición todavía están ordenándose internamente. «Como gobierno hemos acusado la situación de debate interno en los grupos de la oposición sobre su orientación política y los liderazgos. Cuando se resuelvan, la capacidad de llegar a acuerdos será más fácil», ha vaticinado el alcalde. No obstante, ha reconocido que la ciudad se gobierna también gracias a muchos acuerdos de mayorías en el plenario municipal. No ha sido el caso de los presupuestos, una de las pocas fotografías de derrota del ejecutivo del PSC.

Una fotografía de derrota que los mecanismos legales previstos han permitido retocar con rapidez. De hecho, en los dos años de mandato, Jaume Collboni ha recurrido a una cuestión de confianza, después de obtener solo el aval de ERC, para aprobar las cuentas. El segundo año, con la misma aritmética, el PSC prorrogó las cuentas. Y Collboni podrá agotar el mandato con la misma fórmula si, previsiblemente, se mantienen las mismas dinámicas: tiene una segunda cuestión de confianza disponible y una segunda prórroga presupuestaria.
Sin Trias, Colau y Maragall
Otro hecho remarcable de estos dos primeros años de mandato en solitario del PSC de Jaume Collboni ha sido el cambio de liderazgos en los tres grandes partidos que quedaron en la oposición tras la investidura in extremis del 17 de junio de 2023. Ni Xavier Trias, ni Ada Colau ni Ernest Maragall, tres tótems de la política barcelonesa, han llegado al ecuador de mandato. Por diversas razones, los tres han dejado el consistorio y han dejado a los grupos municipales un relevo todavía provisional en manos de Jordi Martí Galbis, Janet Sanz y Elisenda Alamany, respectivamente. Junts, Barcelona en Comú y ERC deben definir aún con qué cabeza de cartel intentarán cambiar lo que alguna encuesta, y también internamente en los despachos de los partidos, comienzan a apuntar: una victoria del PSC, que eso sí, tendría que completar con socios, al menos de investidura.

En el caso de los republicanos, Alamany, número dos de Oriol Junqueras, no tiene a estas alturas oposición interna para encabezar la candidatura de ERC en 2027, a pesar de que en la Federación de Barcelona ganó la lista crítica con Junqueras y Alamany. En cuanto a Junts, se espera que a partir del verano haya o bien un candidato de consenso o bien unas primarias definidas. Tal como explicó el TOT Barcelona, la dirección de Junts apuesta por evitar un enfrentamiento en primarias y que haya un nombre de consenso. Se apuntaba a Joaquim Forn, un perfil que podría hacer retirar a Jordi Martí Galbis y Josep Rius. De momento, sin embargo, Forn ha declinado dar este paso. En el caso de Barcelona en Comú, es Janet Sanz quien lidera el partido, pero no está definido si será la candidata en 2027. Y en todo caso, nadie se atreve a descartar un regreso de Ada Colau al rescate del partido lila si las encuestas no garantizan un peso notable. Tampoco están en el Ayuntamiento Jordi Martí Grau (Barcelona en Comú) y Rosa Alarcón (PSC), Ester Capella (ERC) no llegó a tomar posesión del acta de concejal y también dejó Ramon Tremosa (Junts).

Superado el ecuador de mandato, esta estrategia de fondo de la centralidad y la aritmética variable de los socialistas, aunque sea puntual, cobra más sentido. En Madrid, el PSOE ya ha asumido que los pactos con Junts son inevitables para garantizar la gobernabilidad, un precedente que puede servir a Jaume Collboni para acuerdos en Barcelona entre PSC y juntaires. Sobre la mesa de negociación está la reserva del 30% y la ordenanza de civismo, donde los independentistas pueden tener la clave. De momento, sin embargo, el acuerdo está lejos. Collboni se juega ondear dos banderas muy importantes de su ejecutivo, pero Junts valora los riesgos de dar demasiado oxígeno al PSC. En paralelo, ERC ha cerrado la puerta a entrar en el gobierno municipal este mandato, pero exhibe una sintonía con el gobierno municipal que allana el camino de un hipotético pacto postelectoral en 2027. Por contra, Barcelona en Comú se esfuerza por marcar distancias y desinflar la preferencia de Collboni por una alianza tripartita que no se ha materializado en dos años, a pesar de la insistencia inicial precisamente de Ada Colau.