La militancia de ERC está a punto de elegir una nueva dirección nacional del partido, que tendrá el encargo de diseñar una nueva hoja de ruta, con más o menos retoques que la actual, para afrontar el ciclo político en el que el independentismo ni tiene mayoría en el Parlamento de Cataluña ni gobierna en las principales instituciones del país. Y en el caso de ERC, un mal ciclo electoral que ha acabado cayendo como un meteorito en Calabria y desencadenado que el Congreso Nacional del 30 de noviembre no sea la balsa de aceite que fue desde que en 2011 Oriol Junqueras fue elegido presidente del partido sin oposición. Este sábado, la militancia tendrá que elegir entre tres equipos, Militancia Decidim, Nueva Izquierda Nacional y Foc Nou. Si uno de los tres consigue más del 50% de los votos, será automáticamente proclamado, pero en caso contrario, se irá a una segunda ronda en 15 días, donde se abrirá la puerta a alianzas entre candidaturas.

Los candidatos han contrapuesto programas, con algunos matices ideológicos y estratégicos, y con el pacto entre ERC y el PSC en el Parlamento para investir a Salvador Illa presidente de la Generalitat bastante presente. Los tres candidatos coinciden en afirmar que ERC no debe entrar en el Gobierno del PSC esta legislatura. Pero el acuerdo inicial de gobierno con el PSC de Jaume Collboni en Barcelona anunciado en junio de 2024 en plenas negociaciones para el Gobierno de la Generalitat, y que está pendiente de validación por parte de la militancia después de que se suspendiera el Congreso donde se debía votar, ha pasado desapercibido en esta campaña interna. Ha habido apuntes -e intentos fallidos de posicionar a Oriol Junqueras y Elisenda Alamany- por parte de Foc Nou y de Nueva Izquierda Nacional, pero en sus argumentarios Barcelona y Collboni no han sido un eje central de la hoja de ruta para ERC. Y esto a pesar de que las implicaciones de llevar adelante o no un pacto de gobierno en la capital del país trascienden con creces las fronteras de Barcelona y tienen derivadas nacionales.

Imagen de archivo de la plaza de Sant Jaume / Jordi Play
Imagen de archivo de la plaza de Sant Jaume, con el Ayuntamiento y la Generalitat a ambos lados / Jordi Play

Barcelona y Collboni, el debate esquivado

De hecho, el acuerdo que rubricaron el PSC y ERC en Barcelona el pasado junio, con lengua, vivienda y turismo como grandes ejes, ha quedado temporalmente olvidado en un cajón debido a las diversas interferencias políticas externas a Barcelona. Y aún ha quedado más fuera del juego en el caso de la candidatura que lidera Oriol Junqueras, con Elisenda Alamany -y que cuenta con el apoyo de la Federación de Barcelona-, teniendo en cuenta que la candidata a secretaria general lidera el grupo municipal en Barcelona y fue la gran impulsora del acuerdo con Collboni después de que Ernest Maragall abandonara el Ayuntamiento.

Nueva Izquierda Nacional y Foc Nou han intentado pinchar, sin mucho entusiasmo, a Alamany y Junqueras sobre si este acuerdo con el PSC saldrá adelante o no. Con un silencio sepulcral como respuesta, el debate sobre esta cuestión ha sido totalmente aparcado. Estas dos candidaturas se han referido a ello al ser preguntados abiertamente en entrevistas en El Món. Desde NEN, Alba Camps decía: “No se debe entrar en el gobierno de Collboni, porque pensamos que no hay suficiente beneficio ni para la ciudad, ni para el país, ni para Esquerra Republicana tampoco”. Por parte de Foc Nou, Alfred Bosch advertía que Alamany y Junqueras «evitan hablar de Barcelona porque argumentalmente y políticamente es complicado», al tiempo que daba por hecho que «están determinados a culminar el pacto con Collboni».

De hecho, en el debate de candidatos a la presidencia, Godàs y Solà expresaron su no a un gobierno con el PSC en la capital del país, mientras que Junqueras se limitó a decir sobre Barcelona que una entrada de ERC en Barcelona no es incompatible con sus palabras de junio de 2023, cuando consideró que la investidura del alcalde era una «operación de estado», e insiste en que la decisión la debe tomar la militancia de Barcelona.

Jaume Collboni saluda Elisenda Alamany en un plenari de Barcelona / Ajuntament
Jaume Collboni saluda Elisenda Alamany en un plenario de Barcelona / Ajuntament

No cerrar puertas a alianzas

El TOT Barcelona ha pedido a dos politólogos por qué la estrategia de pactos en Barcelona no ha sido un punto destacado en el argumentario de los candidatos a liderar la nueva hoja de ruta de ERC y por qué los candidatos que están en contra no han hecho sangre. Ambos aducen razones de tacticismo ante la incertidumbre de si uno de los candidatos ganará en primera vuelta o habrá que hacer alianzas. “Cuando uno de los elementos críticos y que han crispado candidatos en esta campaña ha sido dar la presidencia de la Generalitat al PSC, todos han optado por no añadir más elementos de división en caso de tener que negociar alianzas en una hipotética segunda vuelta”, explica el profesor de Ciencia Política de la UB Jesús Palomar, que cree que si una lista no supera el 50%, “presumiblemente, Foc Nou quedará en tercer lugar y será imprescindible para un pacto, así como la consigna de voto que pueda dar el Colectivo Primero de Octubre”.

Justamente para no crear más divisiones que luego puedan impedir una hipotética alianza de candidaturas, Palomar considera que la residualidad de Barcelona y Collboni en este Congreso es «premeditada y expresa», «las candidaturas han descartado hacer leña con el tema», que como indica el profesor, sobrepasa el ámbito municipal y va directo a la línea de flotación estratégica e ideológica del partido. Ahora bien, Palomar recuerda que dentro de las candidaturas hay personas que se han posicionado previamente en un sentido u otro -sobre todo concejales de Barcelona y cargos de la Federación de Barcelona-, y eso «da pistas» sobre qué harán si ganan. En todo caso, cree que es un silencio que ahora conviene a todos, también a Foc Nou, «porque sabe que puede acabar decantando una mayoría y no quiere mojarse radicalmente con los temas para no hacerse daño por no perder opciones».

Coincide con este análisis de «silencio estratégico para no cerrar puertas a pactos» el profesor de ciencias políticas de la UOC y experto en partidos políticos y élites políticas Andreu Paneque. «El costo de posicionarse antes de decidir qué quiere el partido el día 30 es tan alto que nadie toma la iniciativa más allá de pequeños dardos. Al final lo que se hace es no posicionarse más allá de sí o no, porque si te posicionas y entras a debatir costos y beneficios, implicaciones estratégicas de fondo en el eje nacional y social, el costo de crítica y de pérdida de votantes es alto. Al final ha habido un consenso tácito para esquivar el debate de fondo en términos ideológicos y electorales que implica Barcelona, porque abrirían un melón que a todos les haría perder», argumenta el experto.

Andreu Paneque también apunta que la consecuencia de haber evitado el debate de Barcelona a la hora de elegir nuevos dirigentes de ERC es que se evidencia que ERC no acaba de elegir «qué partido quiere ser en términos de mercado electoral». «Tiene que decidir, y en eso Barcelona es clave, si quiere seguir luchando por la hegemonía del eje nacional contra Junts, o si quiere, como ha hecho históricamente, intentar luchar por la hegemonía de la izquierda, y en este caso, que su enemigo sea el PSC. Una vez eliges esto, después puedes decidir y tiene sentido que cada uno de los candidatos se posicione en un eje u otro, pero si no aclaras qué partido quieres ser…», razona el profesor de la UOC.

¿Y si el PSC no quiere tener socios?

Ahora bien, en Jesús Palomar pone sobre la mesa otra cuestión. ¿Y si es el PSC quien finalmente no quiere ampliar su gobierno? «Ahora tenemos un escenario nuevo: antes del verano no había presidencia de la Generalitat y dependía de ERC, no tenían los presupuestos de 2025 medio asegurados… Quizás es el PSC el que dice que no quiere jugar al pacto con ERC, porque ya está a media legislatura y tiene la hoja de ruta bastante fijada», apunta.

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