Las elecciones del 12 de mayo marcarán un punto y aparte también en el Ayuntamiento de Barcelona. Hasta ahora, el alcalde Jaume Collboni ha gobernado en estricta minoría y no ha hecho ningún movimiento para ensanchar el ejecutivo municipal, más allá de promesas de hacerlo y reuniones con los partidos aspirantes en un despacho. Es más, en los pasillos del Ayuntamiento se daba por hecho que el acuerdo de presupuestos entre el PSC y ERC se materializaría inmediatamente en una ampliación del ejecutivo socialista, pero la convocatoria avanzada de elecciones en Cataluña ha dejado este supuesto acuerdo en un cajón, a la espera que acabe un ciclo electoral que es eterno. En una entrevista en El Periódico –de las pocas apariciones de Collboni durante la campaña– el socialista dejaba caer que la incorporación de ERC podría ser una realidad en verano, recordando que los republicanos no han votado la última reprobación al alcalde y que el verano «es hábil para hacer pactos». Pero paradójicamente, a pesar de las conexiones evidentes que habrá entre el Ayuntamiento y el Parlamento después del 12-M, la política barcelonesa no ha hecho acto de presencia a la campaña.

Tampoco han hecho un gran desembarco en campaña sus principales activos políticos. A diferencia de las últimas elecciones en el Parlamento, en que la entonces alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, irrumpía como principal figura de los Comunes, ahora Collboni no ha tenido nada de protagonismo a las filas del PSC. El alcalde socialista de Barcelona ha sido desaparecido en una campaña protagonizada por Salvador Illa y con Pedro Sánchez, Rodríguez Zapatero, Lluïsa Moret o Nuria Parlon, alcaldesa de Santa Coloma que Illa ya postula como futura consejera de Interior. Tampoco lo que pasa en Barcelona ha monopolizado el debate, más allá de alusiones transversales como el problema de la vivienda o la ampliación del aeropuerto. De hecho, la pugna Illa-Puigdemont ha crecido a medida que ha avanzado la campaña, y el debate sobre modelo de financiación de Cataluña ha ido imponiéndose como medida troncal a debatir. Los Comunes han intentado inocular el concepto «Supermanzana Cataluña», pero la irrupción de Sánchez y el cambio de rumbo del 12-M lo ha escondido rápidamente bajo la alfombra.

El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, a la manifestación del Primero de Mayo / ACN
Jaume Collboni, a la manifestación del Primero de Mayo / ACN

Maragall y Trias avisan de la fórmula Collboni

Por las razones que sea, la carta Barcelona no se ha jugado. Solo la expresión «hacer un Collboni», en alusión a la maniobra del ahora alcalde para juntar los votos de Comunes y PP en su investidura, ha aparecido con cuentagotas durante campaña del 12-M. Como el Guadiana, ha ido emergiendo y sumergiendo en debates y entrevistas cuando ha interesado a los candidatos, hecho que Illa intentó cambiar apelando a un gobierno «transversal», concepto que ha sorprendido incluso aquellos que dan por hecho el tripartito. «A mí me hicieron un Aragonès. No he dicho nunca esta expresión ni me gusta utilizarla. Es verdad que gané las elecciones, pero también conozco cuáles son las reglas del juego y el que no se puede hacer es cambiarlas a medio partido o cuando no me van bien a mí», se defendía de las acusaciones en la entrevista de Vincent Sanchis a El Món.

Días antes, Xavier Trias irrumpía en Argelers para denunciar la fórmula Collboni. En su único acto de campaña, Trias lamentaba que los socialistas «han impedido que el alcalde de Barcelona fuera independentista» y subrayaba a la vez que «se hace famoso el decir que han hecho un Collboni, pero es que han hecho un Collboni«. ERC ha estado más vigilante de atacar esta cuestión, si bien una irrupción casi en tiempo de descuento de Ernest Maragall en el Bàsics de Betevé ha recordado que «cuando hace falta, el PSC se entiende antes con el PP que con ERC». El expresidente del grupo municipal republicano, jubilado desde hace unos meses, ha recordado la «evidencia» que sobre todo se ve, dice, en el Ayuntamiento de Barcelona. «Illa y Fernández, igual a Collboni y Sirera», espetaba Maragall en la televisión barcelonesa.

El candidato de Juntos+, Carles Puigdemont, y el exalcalde de Barcelona Xavier Trias, al mitin de Argelers / Nico Tomás / ACN

Colau y BComú exhiben la poca sintonía con el PSC

Bien diferente ha sido la participación de Ada Colau este 12-M. Los Comunes saben que es un activo básico del partido, la figura que más moviliza el voto de su electorado. Curiosamente, la presencia de Colau en campaña tenía que ser mínima, puesto que la exalcaldesa se encontraba en Estambul preparada para zarpar a la misión humanitaria de la flotilla. Un nuevo atraso –la misma Colau ha denunciado las presiones de Israel para que no salga el barco– lo ha hecho cambiar de planes, volver a Barcelona y hacer campaña. Colaus ha aparecido en cuatro mítines electorales, con mensajes bastante duros contra la «deriva conservadora» del PSC. En un momento marcado por la «reflexión» de Pedro Sánchez, la exalcaldesa ha acusado los socialistas de haber estado «cómplices» otros casos de lawfare que afectaban en torno a los Comunes o el independentismo. De hecho, la coordinadora de los Comunes ha llegado a decir que Salvador Illa mantiene una relación «próxima e íntima» con «algunos de estos lobbies que nos han hecho lawfare a nosotros».

Ada Colau también ha sido la encargada de fijar la regulación de los alquileres de temporada como línea roja para pactar un gobierno tripartido en la Generalitat de Cataluña. Y lo ha hecho con acusaciones directas a Jaume Collboni para querer «dar marcha atrás» en políticas que impulsaron los Comunes en Barcelona, como el 30% que las nuevas construcciones tienen que destinar obligatoriamente a vivienda de protección oficial. La mala relación entre socialistas y Comunes en el Ayuntamiento se ha olido siempre que la palabra Barcelona aparecía en un mitin, más encara con el último portazo de Jéssica Albiach. En la conferencia a Els Amics del País del pasado miércoles, la candidata de los Comunes en el Parlamento ha descartado un «intercambio de cromos» en el Ayuntamiento para investir Salvador Illa, recordando que Collboni ha decidido «acatar el que le dicen los ‘lobbies’ económicos» y situando BComú en una «oposición formidable».

Coláis, en un acto electoral del 12-M en el Prat de Llobregat | Gerard Aritigas (ACN)

Pendientes de los ‘timings’

Los resultados del 12-M tienen que dar vía libre a Jaume Collboni para engordar su ejecutivo a conveniencia. El día siguiente a los resultados electorales empezará una nueva partida de ajedrez que, ahora sí, parece que tendría que dotar de estabilidad al Ayuntamiento, independientemente de si Collboni incorpora o no finalmente los Comunes a la ecuación de gobierno, suma solo ERC, o incluso Trias por Barcelona, que en conversación con el TOT se mostraba poco optimista, pero no daba nada por descartado –tampoco lo hacía Collboni– hasta que se conozcan los resultados.

La fecha tope para investir un nuevo presidente de la Generalitat es el 25 de junio. Jaume Collboni optaría para esperar al desenlace de las negociaciones en el Palau de la Generalitat para confirmar su estrategia y cerrar su acuerdo al Ayuntamiento. Ahora bien, otras voces también apuntan que el socialista podría anunciar la entrada de ERC al gobierno municipal pocos días después del 12-M para alejar la ampliación de su gobierno de un posible intercambio de cromos.

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