Este lunes se hacía público el primero Barómetro Municipal de este mandato, una encuesta que consolida la inseguridad como la principal preocupación de los barceloneses. De hecho, hay que remontarse hasta junio de 2018 para ver una cuestión diferente –el encaje de Cataluña dentro del Estado español– en lo más alto de las preocupaciones. La sensación de inseguridad, además, ha ido creciendo independientemente de si los datos eran mejores o peores. Por ejemplo, la inseguridad creció dos puntos en el primer barómetro de 2022, a pesar de que los hechos delictivos bajaron un 18% en 2021 en Barcelona, según datos del Ministerio de Interior. Por este motivo, la primera teniente de alcaldía, Laia Bonet, prefería hablar este lunes de «sensación de inseguridad», a pesar de admitir que este aspecto «será uno de los puntos fuertes del nuevo gobierno».
En todo caso, los datos actualizados, que ha presentado este jueves el Ayuntamiento, frenan el optimismo del nuevo consistorio: los hechos delictivos en Barcelona se sitúan un 10,4% por debajo respecto al 2019, pero aumentan un 13,7% comparado con el 2022. Estos datos, entre otros, son los que ha valorado la Junta Local de Seguridad de Barcelona, presidida por el alcalde de la ciudad, Jaume Collboni, y el consejero de Interior, Joan Ignasi Elena. Al acabar, el teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle, que se ha felicitado por el tono del encuentro entre Mossos y Guardia Urbana, ha remarcado que los datos «son las que son» y que hay «una necesidad importante de mejora».
Frenar la multirreincidencia, la tarea pendiente
El hurto –sin violencia– es el delito más común de Barcelona. De hecho, esta tipología supone casi la mitad de los delitos detectados (49,2%). A pesar de que continúan bastante por debajo de los indicadores de 2019, los hurtos han aumentado un 17,2% respecto al primer semestre de 2022. Casi tres de cada cuatro hurtos se producen a la vía pública y en establecimientos comerciales, mientras que el resto tienen lugar al transporte público. Los robos con fuerza también suben, en este caso, un 8,4%. Más de ocho de cada diez robos se producen en la calle, y los ladrones normalmente actúan sin armas y sin cometer lesiones a las víctimas.
En este contexto, el fenómeno que más preocupa es el de la multirreincidencia. De hecho, los 5 ladrones multirreincidentes más activos en la ciudad han sido detenidos 112 veces entre enero y junio de 2023, y entre los cinco acumulan 203 antecedentes, según datos del mismo Ayuntamiento. La multirreincidencia ya fue uno de los temas que marcó el debate electoral de las municipales del 28M. La mayoría de los partidos pidieron más policía en la calle y, parte de la oposición, criticó al ejecutivo anterior la «falta de confianza» en la policía. Por otro lado, ERC se salió del discurso general para proponer diez juzgados de proximidad, uno por distrito, para mejorar la «agilidad» del sistema y eliminar «la sensación de impunidad».
En este sentido, Albert Batlle reconoce que hace falta «refuerzos judiciales» en Barcelona. A pesar de que el Código Penal ha incorporado recientemente el fenómeno de la multirreincidencia, el teniente de alcaldía reconoce que los efectos todavía son «muy limitados» y pide al Estado «dar un paso más». Mientras tanto, el responsable de seguridad del Ayuntamiento continúa fiándolo todo al grupo Titanio, creado para perseguir ladrones de relojes de lujo, y al plan Tramall, que refuerza las zonas más delictivas con más equipos policiales.

Los delitos sexuales continúan creciendo
A pesar de los datos al alza de hurtos y robos, ninguno de estos dos delitos crece tanto como las estafas o la violencia sexual. Los primeros aumentan un 26% respecto a los primeros meses de 2022. Los segundos, un 27,4%. Entrando en el detalle de las cifras, las agresiones sexuales suben de 412 a 525; y la violencia de género y doméstica, de 2.128 a 2.490. Y aun un dato más: los abusos sexuales se disparan un 142% en dos años, pasando de los 36 detectados el 2019 a los 92 de 2023.
En los últimos años, el Ayuntamiento ha iniciado movimientos quirúrgicos, como por ejemplo el Servicio de Atención a la Víctima y los llamados «itinerarios seguros», una especie de escolta policial que va del transporte público a los principales locales de ocio nocturno, con el objetivo de generar seguridad a las usuarias de estos locales. El intendente mayor de la Guardia Urbana, Pedro Velázquez, ha confirmado que estos itinerarios seguirán vigentes este verano porque «bajan los delitos de forma objetiva». El jefe de la Urbana, además, ha querido remarcar que estos espacios también han tenido cambios urbanísticos para mejorar el alumbrado de las calles.

La lucha contra la «sensación de inseguridad»
«Si preocupa a la gente, ocupará al nuevo alcalde». Esta es una de las frases que más repitió Jaume Collboni durante la campaña electoral. Pedía a la izquierda «no girar la espalda al problema de la inseguridad». Durante sus primeros cien días al frente del Ayuntamiento, el nuevo alcalde ha hecho un esfuerzo para situar este aspecto al frente de las ocupaciones del ejecutivo. Y lo hace con una receta clara: más policía en la calle. Uno de sus primeros encuentros como alcalde ha sido en Ciutat Vella, uno de los distritos más castigados, y con la Guardia Urbana. El nuevo gobierno incorporará un centenar de agentes más de lo habitual durante este verano, pero sobre todo en las áreas de playa. No serán los únicos efectivos nuevos, puesto que la Generalitat de Catalunya también enviará 220 Mossos más a Barcelona este verano.
Mientras tanto, el nuevo gobierno trabaja para hacer más restrictiva la ordenanza de civismo. Para hacerlo, necesita el aval del plenario del Ayuntamiento, el cual podría conseguir simplemente con los votos favorables de ‘TriasxBCN’. Es más, el grupo municipal de Junts –ahora integrado en TriasxBCN– es uno de los que más presión hizo durante el anterior mandato para modificar esta normativa. Mientras tanto, el Ayuntamiento ya ha pedido a la Guardia Urbana que opte para aplicar las sanciones relacionadas con actos incívicos por el tenedor alto. Para citar algún ejemplo: a partir de agosto, la multa por orinar en la calle pasará de 200 a 300 euros, las pintadas en edificios pasará sancionarse con 500 euros y beber alcohol en la calle generando molestias podría llegar a los 1.600 euros. Ninguna de estas infracciones lideran rankings, pero el Ayuntamiento quiere lanzar un mensaje contundente en sus primeros días de mandato.
