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Vecinos de las obras de la L8 en Gran Vía: «No sabemos si alguien las sufre tanto como nosotros»

Un estado de obras constante. Esta es la realidad en la que viven desde hace casi un año y medio los vecinos del número 392 de la Gran Vía de las Cortes Catalanas, esquina con la calle Llança. El despliegue de la línea L8 por el centro de Barcelona ha convertido el tramo de esta arteria de la ciudad donde se ubica la finca en la base de operaciones de los trabajos. Desde que se inició la actuación a principios de 2024 con el desvío de los servicios y suministros afectados, los inquilinos de esta manzana del Eixample han convivido con el ruido de los operarios. Han abierto un gran agujero de varios metros de profundidad entre las calles Llança y Vilamarí para colocar las pantallas que delimitan la obra y deberían reducir las molestias para el vecindario y los peatones. Nada más lejos de la realidad.

«Estamos hartos ya. Ahora están tranquilos -dice mientras señala a un par de obreros que trabajan sobre el terreno-, pero, cuando comienzan a picar, el ruido es increíble», asegura en una conversación con TOT Barcelona Teresa, una de las vecinas del quinto piso del edificio cuyas ventanas del comedor dan directamente a los trabajos de la Gran Vía. La mujer de 78 años vive en este inmueble desde principios de los ochenta y no recuerda desde entonces una situación igual. Cuando este medio le informa que justo este mismo mes de junio arrancarán las tareas propiamente dichas con la excavación del pozo, la cara que dibuja es un poema. «¿Cómo? ¿Ahora volverán otra vez? ¿Y por qué no lo hacen más allá donde está la estación de la plaza de España?», se pregunta. «No sé si alguna otra zona sufre las obras tanto como nosotros«, añade tras unos instantes de reflexión.

Un piso por debajo de Teresa, Carles también sufre desde hace meses la molestia de los trabajos del nuevo recorrido de los Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC). Él es la tercera generación de la familia que vive en esta finca erigida en los setenta. «Nosotros aún tenemos los vidrios reforzados, pero si hubiéramos mantenido los que tenían mis abuelos…», dice. El hombre lamenta que, incluso en esta fase inicial de las obras, el ruido no cesa ni durante la noche, cuando es perceptible un rumor que parece provenir de un generador. También se muestra prudente respecto a la proximidad de su domicilio con los trabajos y las posibles afecciones que estos pueden provocar en la estructura del inmueble. «Van controlando que no haya grietas ni nada. Imagino que después de lo del Carmel […] Espero que no pase nada», señala. La previsión es que este mismo mes de junio se lleven a cabo inspecciones técnicas en viviendas que podrían verse afectadas por el paso de la tuneladora para detectar posibles deficiencias estructurales o patologías previas. Solo en el tramo de la Gran Vía que va entre las calles Vilamarí y del Comte Borrell, los especialistas han identificado hasta 1.245 domicilios que se encuentran en este radio de influencia de las obras y que serán analizados.

Las obras del nuevo tramo de la línea L8 de los FGC que se está abriendo en la Gran Vía, entre las calles Llança y Vilamarí, vistas desde el balcón de un vecino / A.R.
Las obras del nuevo tramo de la línea L8 de los FGC que se está abriendo en la Gran Vía, entre las calles Llança y Vilamarí, vistas desde el balcón de un vecino / A.R.

Una medida extraordinaria en favor del descanso

Ambos vecinos del bloque de pisos de la Gran Vía tendrán que convivir con este escenario al menos hasta 2027. El inicio de las tareas de apertura del pozo por donde accederá la tuneladora se enlazarán a partir de la primavera de 2026 con la excavación de los cuatro kilómetros de túnel que separarán la plaza de España y la estación de los FGC de la Vila de Gràcia. Esto supone que la afectación de este tramo de la Gran Vía será continuada hasta que culminen los trabajos. Los inquilinos de las plantas superiores, sin embargo, no serán los más afectados. En el caso de Amparo, vecina del primer piso de la misma finca, sus ventanas se verán con toda probabilidad tapadas por la gran nave metálica de dieciséis metros de ancho, quince de altura y hasta 125 de largo que se instalará entre las calles Llança y Vilamarí para encapsular las obras y minimizar el ruido. «Si hasta ahora ya era horroroso, ¿qué tendré que hacer a partir de ahora? ¿Estaré dos años sin que corra el aire y con una pantalla frente a casa?», manifiesta.

Tanto esta mujer de 57 años como la mayoría de los inquilinos del edificio consultados por este medio no sabían nada de la colocación de este tipo de carpa, que estará forrada con un material que actúa como aislante acústico. De hecho, la intención de las autoridades es presentar esta misma semana el plan al vecindario de las fincas afectadas, concretamente de los inmuebles ubicados en las esquinas de la Gran Vía con las calles Llança y Vilamarí. Resignada a tener que superar estas obras, Amparo respira aliviada cuando se le informa que no habrá más afectaciones a la movilidad que las actuales. «Eso espero, que a mí ya me cuesta caminar», remata. Sobre las medidas extraordinarias tomadas para poder garantizar que se mantienen los niveles de ruido siempre por debajo de los 55 decibelios, especialmente en horario nocturno, cuando también está previsto que funcione la tuneladora, la vecina responde con ironía: «Llevamos tanto tiempo con el ruido que al final ya no sé si hay o es mi cabeza».

Las obras del nuevo tramo de la línea L8 de los FGC que se está abriendo en la Gran Vía, entre las calles Llança y Vilamarí, vistas desde el balcón de un vecino / A.R.
Las obras del nuevo tramo de la línea L8 de los FGC que se está abriendo en la Gran Vía, entre las calles Llança y Vilamarí, vistas desde el balcón de un vecino / A.R.

Cabe recordar que la instalación de este tipo de estructuras no es habitual, principalmente porque generan un impacto visual considerable. Uno de los casos recientes más similares a la futura nave de la Gran Vía sería la cubierta que se colocó hace unos años cuando se abrió la estación de Ernest Lluch de la línea L5, durante el proceso de la cual se cortó parte de la carretera de Collblanc. En todo caso, la nave acústica de la L8 se hará por tramos y no estará completamente lista hasta finales de 2025. Permanecerá en este lugar al menos hasta el desmontaje de la tuneladora, que podría alargarse al menos hasta mediados de 2027.

Las obras del nuevo tramo de la línea L8 de los FGC que se está abriendo en la Gran Vía, entre las calles Llança y Vilamarí / A.R.
Las obras del nuevo tramo de la línea L8 de los FGC que se está abriendo en la Gran Vía, entre las calles Llança y Vilamarí / A.R.

La incógnita de las tierras que preocupa al vecindario

Más allá de las afectaciones en la estructura de los edificios más próximos a las obras y las complicaciones en la movilidad, una de las principales preocupaciones de esta zona del Eixample respecto a la L8 es saber qué pasará con las tierras que se extraigan de excavar este túnel. La previsión es que, de cara al año próximo, arranque la construcción de una galería por debajo de la calle Llança que comunicará directamente con el parque de Joan Miró, que acoge la zona logística de explotación de la tuneladora. Allí se acumularán las tierras antes de ser transportadas en camiones donde corresponda. Después de perder la batalla por evitar la instalación en la zona verde de los operarios, que han convertido el espacio en un terreno completamente árido, tanto el vecindario como las comunidades educativas de la Escuela Joan Miró y el Instituto Ernest Lluch centran sus esfuerzos en evitar que los camiones de gran tonelaje cargados de tierras pasen por la puerta de los equipamientos, con la consecuente contaminación tanto acústica como ambiental.

Fuentes del Departamento de Territorio, Vivienda y Transición Ecológica de la Generalitat consultadas por este medio apuntan que tienen en cuenta las reclamaciones y propuestas de la ciudadanía, pero insisten en que todavía es demasiado pronto para definir el recorrido de estos camiones. Si no hay contratiempos, este tráfico no debería arrancar hasta la primavera de 2026, cuando comience a excavarse el túnel.

Operarios trabajan en la zona del parque de Joan Miró arrasada por las máquinas / A.R.
Operarios trabajan en la zona del parque de Joan Miró arrasada por las máquinas / A.R.

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