El despliegue de la nueva línea L8 por el centro de Barcelona inicia este junio una nueva fase. Las tareas iniciadas en enero de 2024 han permitido hasta ahora la delimitación del terreno dedicado a la actuación en la Gran Vía de las Cortes Catalanas y la colocación de pantallas protectoras para reducir las molestias al vecindario y peatones. A partir de este mismo mes, comienza la apertura del pozo por donde accederá la tuneladora que se encargará de excavar a partir de la primavera de 2026 los cuatro kilómetros de túnel que separarán la plaza de España y la estación de los Ferrocarriles de la Generalitat de Catalunya (FGC) que se ubicará en la Vila de Gràcia. Para minimizar el ruido derivado de estas obras, el Gobierno erigirá una nave metálica de dieciséis metros de ancho, quince de altura y hasta 125 de largo entre las calles de Llança y Vilamarí.
Este tipo de carpa estará forrada con un material que actúa como aislante acústico y permitirá a los vecinos de las fincas más cercanas a los trabajos, que tienen lugar a unos cinco metros de las fachadas, mantener los niveles de ruido siempre por debajo de los 55 decibelios. La medida correctora será importante sobre todo en horario nocturno, cuando también está previsto que esté en funcionamiento la tuneladora. La instalación de este tipo de estructuras no es habitual, principalmente porque generan un impacto visual considerable. Uno de los casos más similares sería la cubierta que se colocó hace unos años cuando se abrió la estación de Ernest Lluch de la línea L5, durante el proceso de la cual se cortó parte de la carretera de Collblanc. En todo caso, la nave acústica se hará por tramos y no estará completamente terminada hasta finales de 2025. Permanecerá en este lugar al menos hasta el desmontaje de la tuneladora, que podría prolongarse al menos hasta mediados de 2027.
En cuanto a las molestias y vibraciones que podrían sentir los vecinos de la zona de la Gran Vía afectada, desde el Departamento de Territorio, Vivienda y Transición Ecológica de la Generalitat apuntan que al tratarse de un suelo formado esencialmente a base de tierras finas, no se prevé que haya afectaciones ni en la apertura del pozo -que tendrá 22 metros de profundidad– ni después en la excavación del trazado bajo el pavimento del Eixample. Así pues, deberían poder evitarse complicaciones como las que se han vivido con las obras de la línea L9, que deberá estar detenida hasta el otoño por las tareas de mantenimiento de la tuneladora que avanza desde Mandri. En concreto, se está sustituyendo la rueda de corte por el desgaste de los trabajos que se llevaron a cabo hasta el año pasado, cuando la máquina se cubrió con varias capas de granito mientras se abría paso por el subsuelo barcelonés.
Inspecciones técnicas para detectar patologías previas
Antes del inicio de la excavación de los túneles de la L8, las autoridades llevarán a cabo una serie de inspecciones técnicas en viviendas que podrían verse afectadas por el paso de la tuneladora con el objetivo de detectar posibles deficiencias estructurales o patologías previas. Solo en el tramo de la Gran Vía que va entre las calles de Vilamarí y del Comte Borrell, los especialistas han identificado hasta 1.245 domicilios que se encuentran en este radio de influencia de las obras y que serán analizados. Este control sobre las fincas comenzará este mismo mes de junio y permitirá a cada uno de los inquilinos de estos inmuebles contar con un informe específico del estado de su domicilio y edificio antes del inicio de los trabajos. Tanto estas inspecciones como la colocación de la nave acústica mencionada antes entran dentro de los cerca de 412 millones de euros que cuesta todo el despliegue de este tramo central de la L8.


